Ejemplos con enfermedad

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero es que la inteligencia extraordinaria, los sentimientos nobilísimos y fuera de lo común, la peregrina aptitud para producir belleza, ¿no son anormalidades, enfermedades, como la perla es una enfermedad de la ostra? La materia en equilibrio, en inercia, es realidad a medias.
Ya se te pasará esa pequeña enfermedad.
Este orden de superioridad irrefragable consisteél mismo acaba de decirlo alardosamenteen padecer una enfermedad del estómago, aunque es lo cierto que disfruta un buche de avestruz y que digeriría piedras volcánicas.
Apoloniopor algo es autor dramáticosupone que la dilección o preferencia de los dioses por algunas criaturas mortales se acredita mediante un estigma o tara original, y que los verdaderos héroes en la tragedia de la vida humana sufren y ostentan cuándo una, cuándo otra enfermedad o adolescencia de la carne, como marca sagrada que distingue al protagonista entre la plebeyez del coro.
Si Anselmo no quiso recibirla, fué por amor a usted, porque deseaba que usted guardase de él un recuerdo grato y atractivo, y no la imagen deplorable y triste a que la enfermedad le había reducido.
¿Qué hace un rico si arrastra la cadena de una cativa enfermedad? El mundo es una cárcel escura por donde van las almas hasta que se hacen luz.
La enfermedad y el deseo de paz le hicieron volver a España.
El clima de Londres extremaba la enfermedad de Gabriel, y a los dos años tuvo que trasladarse al continente, a pesar de que el país británico, con su absoluta libertad, era el único suelo donde podía vivir tranquilo e ignorado.
En resumen, una enfermedad que iba a costarle doce o quince duros: ¡como quien dice nada!.
El niño quedó abandonado en el camón del , revolviéndose con los ojos empañados por la enfermedad, y balando débilmente:.
¡Pillos! Hasta los había que se empeñaban en entrar después de haber sido de la riña en la que el pobre Pascualet cayó en la acequia, pillando su enfermedad mortal.
Después se habló de mi familia, de mis tías, de la enfermedad de mi madrina, de mi abuelo, a quien había tratado en no sé qué parte, y luego, en dos palabras me despidió.
En otras circunstancias, una enfermedad hubiese atraído inmediatamente innumerables visitas, pero ahora todos debían saber lo de la ruina, y de la casa que se derrumba todos huyen.
Pero ¿cuándo se cansaría Dios de enviar desgracias sobre ella? Primero la ruina del protector que sostenía el prestigio de la casa y la de su hijo, con cuya fortuna contaba para casos extraordinarios, e inmediatamente aquella enfermedad extraña, rápida como el rayo, que mataba por anticipado al pobre joven, pues le tenía inmóvil e insensible como un cadáver, sin otra vida que aquella respiración angustiosa que parecía asfixiar a los demás.
se moría de una enfermedad extraña, de un nombre raro que Nelet no podía recordar, pero lo cierto era que estaba ya en la agonía.
Después, ¡qué recuerdos tan penosos! A las tres las obsesionaba la enfermedad del caballo, como si éste fuese de la familia.
Casi adquirieron la certeza de que el pobre caballo no saldría de la enfermedad.
Misas a centenares, funerales a toda orquesta, limosnas a porrillo, y lágrimas y lamentos que afortunadamente tenía el poder de evitar con sus frases chistosas el doctor don Rafael Pajares, quien, como médico de alguna fama, había sido llamado en los últimos días de la enfermedad del marido, lo que aumentó la languidez de éste y su desesperado desaliento.
Su buen humor había desaparecido junio con los colores de su cara, una obesidad grasosa y amarillenta hinchaba su cuerpo, y al fin, un año después de abandonar la tienda, murió sin que los médicos supieran con certeza su enfermedad.
¡Siete años de enfermedad! ¡Ya era tiempo!.
¿No ha venido Linares? ¿No ha venido el gran tartufo? ¿Qué dice el doctor? ¿No pasó por aquí esta mañana? ¡Tal para cual! El uno, hipocondriaco, quejándose todos los días de una nueva enfermedad, el otro, listo para recetar y sacar los pesos al don Cosme.
Es una enfermedad orgánica, y, como lo comprenderás, incurable.
La anciana había sufrido uno de esos ataques que caracterizaron el principio de su enfermedad, una convulsión general, mayor en un brazo, y una inquietud que no la dejaba queda cinco minutos.
La anciana no quería estar mano sobre mano, pero tuvo que obedecer las órdenes del médico en vista de los progresos de la enfermedad.
Aunque aparentemente sana, estaba herida de incurable enfermedad.
Una enfermedad, muy común en Villaverde a la entrada del verano, la postró en el lecho.
En aquel retiro fué hasta oí último día dechado de patriotas, modelo de firmeza política, y allí murió, como Napoleón, de una enfermedad hepática, despreciando a los villaverdinos, y burlándose de sus antiguos partidarios,a quienes atribuía el fracaso que le echó por tierra,y siendo objeto de la incondicional admiración de todos sus paisanos.
Siempre agria e intolerante conmigo hasta que dejé la casa paterna, hoy, acaso fuera por los sufrimientos de la enfermedad, se mostraba dulce, afable, tierna.
Cuando dijo esto me hizo una señal de inteligencia, como indicándome que la engañaban, que ella no creía nada de cuanto le decían acerca de su enfermedad.
La enfermedad había quebrantado aquel carácter entero, férreo, como de una pieza.

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