Ejemplos con enfermedades

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ni enfermedades ni miedo al mal tiempo.
Pero es que la inteligencia extraordinaria, los sentimientos nobilísimos y fuera de lo común, la peregrina aptitud para producir belleza, ¿no son anormalidades, enfermedades, como la perla es una enfermedad de la ostra? La materia en equilibrio, en inercia, es realidad a medias.
Lo que yo tomé por enfermedades, eran las molestias del estado Sí, ahora lo comprendo muy bien, ¡pero qué tonta soy! ¿Cómo no lo conocí antes? Parece que una cosa tan grande, debía adivinarla sin que nadie me lo advirtiese.
¡Él, que me hizo tantos cientos de encargos y advertencias! Que tuviésemos cuidado con los ladrones con las enfermedades con no tomar sol con no mojarnos.
¡qué dulzura de mirada, qué corazón tan puro revela esa sonrisa! ¡qué alegría y resignación en medio de la miseria y de las espantosas privaciones que parecen perseguir a estos dos ancianos! Y esta pobre mujer, envejecida más por los trabajos y las enfermedades que por la edad, flaca y pálida ahora, fue una joven dotada de esa gracia sencilla y humilde de las montañesas de este rumbo, y que ellas conservan, como Vd.
Parecía tener como treinta y seis años, pero quizás sus enfermedades, sus fatigas y sus penas eran causa de que en su semblante, franco y notable por su belleza varonil, se advirtiese un no sé qué de triste, que no alcanzaban a disipar ni la dulzura de su sonrisa, ni la tranquilidad de su acento, hecho para conmover y para convencer.
De esta manera he logrado abolir para siempre esa horrible tortura que se imponían las pobres mujeres, moliendo el maíz en la piedra que se llama , tortura que las fatiga durante la mayor parte del día, robándoles muchas horas que podían consagrar a otros trabajos, y ocasionándoles muchas veces enfermedades dolorosas.
En esa época y no obstante estudiar sin descanso, el tiempo no le faltaba para escribir folletos, para pronunciar discursos desde la tribuna de la logia Armonía , para hacer versos, y para hablar con sus paisanos de las enfermedades de la patria y de sus curas posibles y necesarias.
Si algún monje del Norte sentía la comezón del saber, venía a las universidades árabes o las sinagogas judaicas de España, y los reyes de Europa se creían salvos en sus enfermedades si, en fuerza de oro, podían proporcionarse un médico hispánico.
La catedral era para Gabriel un gigantesco tumor que hinchaba la epidermis española como rastro de antiguas enfermedades.
Moriría uno cada mes: iban a pegarles sus enfermedades.
El vello de nuestros cuerpos no nos sirve de abrigo como el pelo de los animales: ¿para qué, pues, crearlo? ¿Para qué dar tetillas a los machos humanos, si no pueden servirles para la lactancia? ¿Para qué situar la columna vertebral en el dorso del cuerpo, lo mismo que en los cuadrúpedos, cuando lo lógico, al crear al hombre sostenido sobre los pies, era colocarla en el centro del cuerpo como eje fortísimo, evitando las desviaciones y enfermedades de la espina que hoy sufre por este desequilibrio en la sustentación de su peso?.
Yo no soy un hombre: las enfermedades de la miseria y la ferocidad de mis semejantes han quebrantado mi organismo.
Las hijas, una tras otra, fueron abandonando las familias que las habían recogido, trasladándose a Valencia para ganarse el pan como criadas, y la pobre vieja, cansada de molestar con sus enfermedades, marchó al Hospital, muriendo al poco tiempo.
Cuando veo las mesas a la moda cubiertas de todas las riquezas de las cuatro partes del mundo, me imagino ver la gota, la hidropesía, la fiebre, el letargo y la mayor parte de las enfermedades, ocultas en emboscadas, debajo de cada servilleta.
Por fortuna, un sinnúmero de enfermedades provenientes de la vida crapulosa del doctor surgieron en su gastado organismo, y murió cuando ya su mujer, si no le odiaba, veíase separada para siempre de él por sus infidelidades y desvíos.
Le dejé una carta del señor Fernández, en la cual le consultaba no sé qué acerca de las enfermedades de Pepillo, y me fuí en busca de Andrés hacia su tenducho de La Legalidad.
Le referí mil casos de enfermedades nerviosas que tenían aspecto de gravísimos males, y que con el tiempo y el cuidado habían desaparecido, dejando a los pacientes buenos y sanos.
, de cuyas resultas padecerá las mismas enfermedades que los demás hombres, habrá un año universitario y otro de vida, y se morirá como esos gladiadores que, al espirar, dicen a su enemigo:.
Se parecía bastante a su hermano José, pero no conservaba tan bien como este la hermosura de aquella , porque las miserias, las enfermedades y la vida aperreada de los últimos años habían hecho efectos devastadores en su cara y cuerpo.
Después el recaudador sacó a relucir no sé qué asunto de familia, quejándose de las continuas enfermedades de su esposa, de lo que Izquierdo tomó pie para decir unas cuantas barbaridades sobre las ventajas de no tener familia que mantener.
Yo le pido a Dios que me dé la más asquerosa de las enfermedades, y no me quiere hacer caso, siempre tan sana.
Los chiquillos ensucian la casa, todo lo revuelven y enredan, y dan enormes disgustos con sus enfermedades y travesuras.
Iniciábasele aquel trastorno a Mauricia como se inician las enfermedades, con síntomas leves, pero infalibles, los cuales se van acentuando y recorren después todo el proceso morboso.
¡Estarse una matando toda la vidaprosiguió ella, para sacar adelante al dichoso sobrinito, sortearle las enfermedades a fuerza de mimos y cuidados, darle una carrera quitándome yo el pan de la boca, hacer por él lo que no todas las madres hacen por sus hijos para que al fin! ¡Buen pago, bueno! No, no me expliques nada, si estoy perfectamente informada.
Entretanto cuidaba de su hermano pequeño, por quien sentía un cariño que se confundía con la lástima, a causa de las continuas enfermedades que el pobre chico padecía.
Veíase que era mozo inteligente, de bastante lectura y determinado a lidiar con las enfermedades ajenas, mas la amarillez biliosa de su rostro, la lividez y secura de sus delgados labios, no prometían salud robusta.
Por muy dichosa que fuese la señorita aquí en el mundo, vamos a ver, ¿cuánto tiempo y de qué manera podría serlo? Aunque su marido la estimase como merece, y la pusiese sobre las niñas de sus ojos, ¿se libraría por eso de contrariedades, enfermedades, vejez y muerte? Y cuando llega la hora de la muerte, ¿qué importa ni de qué sirve haber pasado un poco más alegre y tranquila esta vidilla perecedera y despreciable?.
Digo, señor replicó Sancho, que me ha parecido bien lo que vuesa merced ha dicho, y que con ese artificio vendremos en conocimiento de lo que deseamos, y si es que ella a solo vuesa merced se encubre, la desgracia más será de vuesa merced que suya, pero, como la señora Dulcinea tenga salud y contento, nosotros por acá nos avendremos y lo pasaremos lo mejor que pudiéremos, buscando nuestras aventuras y dejando al tiempo que haga de las suyas, que él es el mejor médico destas y de otras mayores enfermedades.
Escribióme el duque, mi señor, el otro día, dándome aviso que habían entrado en esta ínsula ciertas espías para matarme, y hasta agora yo no he descubierto otra que un cierto doctor que está en este lugar asalariado para matar a cuantos gobernadores aquí vinieren: llámase el doctor Pedro Recio, y es natural de Tirteafuera: ¡porque vea vuesa merced qué nombre para no temer que he de morir a sus manos! Este tal doctor dice él mismo de sí mismo que él no cura las enfermedades cuando las hay, sino que las previene, para que no vengan, y las medecinas que usa son dieta y más dieta, hasta poner la persona en los huesos mondos, como si no fuese mayor mal la flaqueza que la calentura.

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