Ejemplos con encarnada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Docientos textos sobre teología y la dispensación encarnada en el Hijo de Dios, escritos por Thalassios,.
La blusa, abierta sobre el pecho, dejaba ver una pelambrera gris, del mismo color que su cabeza, cubierta con una gorra negrarecuerdo de su último viaje a Liverpool, con una borla encarnada en el vértice y ancha cinta a cuadritos blancos y rojos.
Los patricios y senadores romanos usaban botas de piel encarnada, con una media luna de plata, la luna patricia.
Acuérdate de la lira de VIRGILIO, que cantó nuestras glorias y moduló las quejas del amor desgraciado, sus dulcísimos y melancólicos versos conmueven el alma: él alabó la piedad, encarnada en el hijo de ANCHISES: sus combates no son menos bellos que los que se efectuaron a los pies de los muros troyanos, ENEAS es más grande y piadoso que el iracundo AQUILES: en fin, en mi sentir, VIRGILIO es muy superior al poeta de Chío.
En el primero los palcos, así llamados Dios sabe por qué, pues no eran otra cosa que unos bancos rellenos de pelote y forrados de franela encarnada colocados en torno del antepecho.
En los movimientos nerviosos de su cabeza, dos o tres hojas de la rosa encarnada que llevaba prendida en el peinado, cayeron al suelo.
Bajó la cabeza, y a este movimiento, se desprendió de ella la rosa encarnada, que cayó deshaciéndose a los pies de Pedro.
Currita encontró enfilados a la puerta de su casa tres coches, reconociendo al punto en uno de los cocheros la escarapela encarnada, propia de los ministros.
Colgábale la nariz encarnada y algo granujienta, hundíansele las mejillas, dejando salir los pómulos, arqueábasele ya el abdomen, y todo anunciaba en él esa caricatura de la juventud en que consiste la vejez de muchos.
Currita se puso muy encarnada y no se atrevió a rehusar.
Los del coche habían recobrado el habla al verse fuera de peligro y chillaban todos al mismo tiempo, comentando el suceso, sin acordarse ninguno de dar gracias a Dios, que les había arrancado de las garras de la muerte con un verdadero prodigio, tan sólo Kate, la doncella inglesa, encogida en un rincón, blanca cual un papel todavía, con las manos cruzadas, cerrados los ojos, inclinada la cabeza, parecía rezar entre dientes Echaron entonces de menos a Diógenes y viéronle venir a lo lejos, seguido de Tom Sickles y el prusiano, que traía la sombrilla encarnada causa del percance.
Ajustaba su airoso talle la casaca encarnada de los maestrantes de Sevilla, con sardinetas y charreteras de plata, y cruzaba su pecho, de un lado a otro, una de esas grandes bandas que se crean para premiar el mérito y fomentar la virtud, y se usan para satisfacer vanidades o adornar buenos mozos, el calzón de punto blanco ceñía la bien formada pierna, y la alta y charolada bota y el tricornio con finísimo penacho blanco completaban aquel pintoresco traje.
Llevaba el más viejo una bufanda encarnada que le cubría la camisa, un sombrero calabrés algo mugriento y un arete de oro en la oreja izquierda, el más joven era bajo, rechoncho y sin pelo de barba en la rolliza cara.
Su boquita de ángel se entreabrió un momento para dejar escapar su secreto, como deja escapar una flor su fragancia, y de nuevo tornó a bajar los ojos, poniéndose más y más encarnada, y guardando silencio, con una cándida sonrisa dibujada sobre los labios.
Mucho agradeció esto doña Fuensanta, y poniéndose su toquilla encarnada, quedándose con la bata de tartán y las gruesas zapatillas de orillo, cogió el cesto y el portamonedas y fue a pedir órdenes a Severiana, que estaba en la sala, dentro de una nube de polvo.
Llegó por fin el día y con él la calma al corazón de Ido, quien se acicaló y se lavó casi toda la cara, poniéndose la corbata encarnada con cierta presunción.
—Su pantalon largo, de tela veraniega, la chaquetilla de lienzo blanco que llevaba al hombro, a lo húsar, su faja encarnada, casi siempre desceñida y arrastrando, su sombrero calañés tirado atras, y su fisonomía movible y falsa como la de un comediante, denotaban al individuo de baja estofa del litoral malagueño, nacido en la playa, al aire libre, criado sin casa ni hogar, educado por los truhanes más listos del viejo y corrompido Mediterráneo, y capaz de todo lo malo y de todo lo bueno que pueda hacer un hombre, salvo decir la verdad dos veces seguidas o rehusar una copa de aguardiente.
De que seais mujer, no me lo podeis negar, pues por las ventanas de vuestras orejas se ve esta verdad bien clara, y habeis andado descuidada en no cerrar y disimular esos agujeros con alguna cera encarnada, que pudiera ser que otro tan curioso como yo y no tan honrado, sacara a luz lo que vos tan mal habeis sabido encubrir: digo que no dudeis de decirme quién sois, con presupuesto que os ofrezco mi ayuda, y os aseguro el secreto que quisiéredes que tenga.

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