Ejemplos con empañada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Cuestión empañada muchas veces por la aplicación de las leyes del Reino y por las razones dogmáticas que defendían, ya que tanto unas como otras eran aplicadas, desde España, con severidad draconiana y sin considerar el desconocimiento del ambiente indiano.
La voz de Cecilia, suave, persuasiva, un poco empañada siempre, lo cual daba a su acento singular ternura y humildad que llegaba al corazón, logró conmover pronto el de su cuñado.
Emigdio Santamaría, apagando los últimos resoplidos de su furia, entregó el arma al sargento, que, con voz empañada por la emoción, dijo: Gracias, gracias, caballero.
Don Juan -dijo al fin, empañada la voz-, esté tranquilo.
Momentos antes de espirar el infeliz, llamó a su amigo que le velaba fiel, y con la voz empañada por el frío de la muerte, le dijo estas palabras, reconcentrando en sus cristalizados ojos toda la intención de su alma:.
Pasó la noche, pasaron los días, las semanas y los meses, no supo, ni quiso saber nada de la desconocida que así había cruzado su vida, más bien que brillante meteoro, caprichoso candil, de luz empañada, ni se informó siquiera de lo que hubiera sido fácil indagar, conformándose con vivir como lo había hecho antes, pero no tan solo, ya que tenía un compañerito, aceptando con su jovial indiferencia de siempre las bromas sobre sus pasajeros amores, su paternidad y su viudez, cuidando como madre cariñosa a la pobre criatura que la suerte burlona le había regalado.
Luego se irguió, se puso en pie, y volviéndose al sitio en que su hijo estaba, con voz empañada por angustioso estertor, habló:.
Con sincera pena contempló la dama el desastre y casi enternecida, la voz empañada de emoción, volvió hacía su parienta y amiga:.
Pero una tarde, en las jugadas finales de una partida empañada entre Soto y Riquelme, hizo el ademán Hernando de Soto de movilizar el caballo, y el Inca, tocándole ligeramente en el brazo, le dijo en voz baja:.
-Bueno -me respondió Neluco con voz empañada.

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