Ejemplos con empañados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Todas tenían los ojos empañados por un vapor histérico.
Algunas ventanas con vidrios empañados servían de escaparates, exhibiendo zapatos o quincalla oxidada y vieja, restos de saldos de la villa, enviados a las minas donde todo se compra sin protesta malo y caro.
El niño quedó abandonado en el camón del , revolviéndose con los ojos empañados por la enfermedad, y balando débilmente:.
Quedó inmóvil, con la cabeza baja y los ojos empañados por lágrimas de cólera mientras su brutal enemigo acababa de formular la denuncia.
Traspuso la puerta, cruzó un patio lleno de pilas de lingotes de hierro, y entró en una nave larga y anchurosa, iluminada por ventanales tras cuyos vidrios empañados se adivinaban muros ennegrecidos, montones de carbón, chisporroteo de fraguas, y altas chimeneas que en nubes muy densas lanzaban a borbotones el humo pesado y polvoriento de la hulla.
Serrano, impaciente, limpiaba los cristales empañados, para mirar, y abajo no se veía nada.
Primitivo, después de soltar en un rincón la escopeta, vaciaba su morral, del cual salieron dos perdigones y una liebre muerta, con los ojos empañados y el pelaje maculado de sangraza.
Las mañanas en el jardín, los paseos en el invernadero, las tardes del lluvioso otoño pasadas tras los balcones del gabinete mirando estrellarse y correr las gotas de agua por los empañados vidrios, las horas en que sentado a un extremo de la mesa veía trasparentarse al fondo de sus pupilas azuladas toda la ternura de su alma, le hacían gozar de una manera tranquila, sin que su propia naturaleza varonil le llevara a pensar en otros halagos ni promesas.
Deseosa Isabel de abreviar el doloroso momento de la separación, abrazó a su padre de carrera, tomó el brazo que le brindaba Gamboa y, con los ojos empañados por las lágrimas, salió a la avenida del este para tomar el carruaje.
El mundo, mirado desde las playas de la soledad y a través del prisma de las lágrimas, sólo tiene resplandores empañados y frondosidad marchita.
-Justamente, -respondió Irene, con los ojos empañados.
Entre los pasajeros de popa iba César que, con los ojos empañados por las lágrimas, miraba al pueblo que abandonaba, tal vez para siempre.
-¡Chocarme a mí nada de eso! -exclamó don Adrián levantándose de la silla, tembloroso y con los ojos empañados-.
La última parte de mi viaje, de noche y lloviznando, los pasillos negros de la casona, la cocina tan grande, tan oscura al principio, de tan extraño aspecto después a la luz de la enorme fogata, el pelaje y las cosas de mi tío, la mujer gris aparecida de repente, el tenebroso páramo del comedor, explorado a la luz mortecina del farolillo de cuatro cristales empañados por la roña, el silencio de «afuera».
Y la pobre mujer, con los ojos empañados, apenas hallaba voz en su garganta para decirme esto.
¡Cuántos libros devorados sin sacarles pizca de sustancia! ¡cuántos chamuscones en la cocina! ¡cuánta indigestión de bazofia! ¡cuántos paseos en corto! ¡cuántas rendijas del suelo contadas maquinalmente con los ojos! ¡cuántas rúbricas echadas con el dedo en los empañados cristalejos de mi cuarto!.
El gigante, por todo saludo, me estrechó la mano en silencio, con dos tremendas sacudidas que a poco me desarticulan el brazo por el hombro, su nieta y su hija, con los ojos empañados, me pidieron, mientras comenzaban a desliarse los abrigos, y en voz muy baja algo temblorosa, las noticias de cajón sobre el estado actual de mi tío.
Y sin aguardar la respuesta, con los ojos empañados y casi llorando, se colgó del cuello de su padre.

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