Ejemplos con educación

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Siempre dice: Yo, que he recibido una educación académica.
Si los señores, tan generosos siempre, decidiesen darle educación, enviarla a un colegio y hacer ver a Juana que se interesan por la niña, no sería extraño que esta mujer, en parte por egoísmo, en parte por vanagloria, cambiase de sentimientos y concluyese muy pronto por alardear de tener una hija que va para señorita.
Yo he recibido una educación académica.
Parecíale gentezuela de poco más o menos toda la que la rodeaba en su pueblo, y se prometió solemnemente morir soltera si no se presentaba por allí un pretendiente que, a la cualidad de buen mozo, reuniese un poco de educación, algo de mundo y cierto a la usanza del día.
Dados vuestros antecedentes, vuestra procedencia, vuestra educación, concededme, y no os ofendáis por ello, que lo probable, lo racional, lo seguro, es que no hagáis en parte alguna papel más alto y más airoso que el que hacéis aquí.
Y en cuanto a la educación de vuestra hija, ¿qué he de deciros? Yo tengo para mí que el mejor colegio para una niña es una buena madre, especialmente cuando la niña, como la vuestra, se ha envuelto en toscos pañales y no conoce otras grandezas que las que Dios ha impreso en sus obras.
Porque mi papá es indiano, y trae todas las noches mucho dinero a casa, cuando viene de la tertulia, adonde va también el juez, el papá de ésta, y si no comieran tanta inmundicia algunas niñas zanguangas que yo sé, no estarían tan pringosas y tendrían mejor educación.
Saturada también de estas máximas su hija, apenas comenzó a concurrir al entonado colegio en que quiso darle educación su madre, hubo que retirarla de él.
El español tiene la piel tan recia, las entrañas tan enjutas y los sentidos tan mansuetos, que es ya asceta innato y por predestinación, ninguna aspereza le mortifica y apenas si hay placer sensual que apetezca, como no sea el genésico, y ése en su forma más simple y plena, el cual así considerado, aunque el vulgo ibérico lo denomine amor, y hasta el gran Lope de Vega escribió que no hay otro amor que éste que por voluntad de natura se sacia con el ayuntamiento de los que se desean, no es sino instinto y servidumbre, común a hombres y bestias, con que cumplimos en la propagación de la especie, en tanto el hombre, en sus placeres exclusivos, selecciona por discernimiento, que no por instinto, el objeto o propósito hacia donde se encamina, y perfecciona por educación los medios de alcanzarlo y el arte de gustarlo.
Es culpa de la educación que se da en este país.
Su educación clásica y la simpatía que inspiraba su juventud le abrieron cierto camino.
Fina y correcta como su esposo, elegante por naturaleza y educación, desdeñosa como él para con las gentes vulgares y ordinarias, la señora doña Gabriela poseía el rarísimo don de hacerse amar de todos, sin que para ello empleara lisonjas y lagoterías.
Porque ellas también, a su manera, son resignadas víctimas de la educación sentimental y casi mística.
Unico amparo del niño desdichado que no tuvo la buena suerte de conocer a sus padres, ellas le recogieron, le criaron, y a costa de no pocos sacrificios le proporcionaban educación.
¡Malo, malo! Juanito temblaba viendo aproximarse la afligida demanda, el sablazo maternal, acompañado con lágrimas y conmovedoras lamentaciones sobre lo mucho que cuesta la educación de los hijos.
La difunta señora, una condesa anciana, había sido su madrina, costeando su educación en un colegio modesto, y todavía Antonia iba a visitar algunas veces a las señoritas , las hijas de su protectora, que se habían casado.
¡Vaya un negocio ruin el de la tienda! Trabajar rudamente, exponerse a pérdidas, sufrir la mala educación de los compradores, todo para juntar, céntimo tras céntimo, unos cuantos miles de reales a fin de año.
Era un egoísta, un grosero, un hombre sin educación.
La educación del hogar confundíase con las costumbres de una vida de estúpidas aventuras.
Ahí tenéis unas personas sin educación, pero que saben hacer bien las cosas.
Así quería Pepillo que fuesen con él las personas y criados que le trataban y servían, así quería que fuese Gabriela, la cual no cesaba de corregir en el niño cuanto en él observaba contrario a una buena educación.
Me imaginé que Castro Pérez era uno de esos abogados viejos, peritísimos en cuestiones de Jurisprudencia, pero en lo demás unos ignorantes de tomo y lomo, un señorón de aldea, pagado de su fama y de su ciencia, de esos que suspiran por todo lo antiguo, y que siempre están mal dispuestos para todo lo nuevo, un fantasmón iracundo, gruñón, de esos que ven con desconfianza a los jóvenes, y que se complacen en censurar a todas horas la educación enciclopédica de estos tiempos, la cual, si bien no produce sabios a granel no cría fátuos, como tantos viejos que yo conocía, encastillados en su saber hipotético, muy vanidosos y engreídos con su ciencia, ciencia exígua y mezquina que les conquista en el pópulo vil admiradores y monaguillos de amén que aprueban cuanto dicen los Sócrates de aldea, así suelten éstos el mayor disparate.
Quedé prendado de la nobleza de carácter y de la esmerada educación del señor Fernández.
¡Hijo! ¡Defectos de la educación antigua! Pero, mira: prefiero mil veces estos abogados que no saben escribir con propiedad y corrección a esos sabios de nuevo cuño, como Venegas y Ocaña.
¡Y aunque no lo seas! Pobre, muy pobre, más pobre de lo que eres, por tu familia, por tu educación, por todo, eres muy digno de ser esposo de Gabriela.
Una mujer prudente es la bendición del Cielo para su esposo, y la educación suele hacer veces de la prudencia.
Ante todo la educación y la prudencia.
Atiende, sobre todo, a la educación, mira que por falta de ella se pierden muchos matrimonios.
¡La educación!decía¡la educación antes que nada!.
Unas le parecían tontas, coquetas, feas, sin gracia, otras, aunque bellas, superficiales y vanas, algunas, buenas muchachas, pero de mala rama ,como decía la enferma,esto es, de familias desconceptuadas e incorrectas, cuales simpáticas, pero de mala educación, cuales bien educaditas, pero vanidosas y muy pagadas de su letra menuda.

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