Ejemplos con desacostumbrada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Aldous Huxley rechazó su actuación en Home and Beauty: es demasiado impasible, demasiado rígida, actuando todo el tiempo como si fuera Galatea, todavía desacostumbrada a los modos de un mundo vivo.
El guión fue escrito por Ayn Rand, y controlado minuciosamente por ella misma de una forma completamente desacostumbrada en Hollywood, donde los estudios se toman todo tipo de libertades con los guiones originales.
A últimos del mes de agosto, una muchedumbre desacostumbrada se adentró, en silencio, en los departamentos del soberano.
Felicísimo me mandó traer vino y bizcochos, y bebieron, cosa la más desacostumbrada que puede verse en esta casa, y uno de los de porra alzó el vaso y dijo: Por el triunfo de la monarquía legítima y de la religión sacratísima.
En aquella misma sazón se acercó Pimienta por la puerta de la sala saludando a un lado y a otro a sus amigas, y cuando se puso al alcance de Cecilia ésta le echó mano del brazo derecho con desacostumbrada familiaridad, y le dijo, afectando tono y aire volubles:¡Oiga! ¡Qué bien cumple un hombre su palabra empeñada!.
Si persistía en su desacostumbrada severidad, tal vez ahuyentaba al amante, fuera de que no tenía prueba patente de su inconstancia.
Bastián continuaba relamiéndose, con las ponderaciones de su tío, que a la vez le llenaba de asombro con tan desacostumbrada afabilidad.
Venía pálida, demudada, acezando, temblando, y, aunque tan absorto en su labor, Norberto, ante aquella desacostumbrada actitud, se impresionó.
Una tarde a hora desacostumbrada, llegó mi amigo radiante de júbilo.
En la provinçia de Calidonia, durantes las despoblaçión e soledumbre en tanto que fue gastada e embargada del río Atheleo, como de suso es dicho en el capítulo octavo, se criaron muchas salvajes bestias en aquella provinçia, e por andar a su talante, cresçieron en desacostumbrada manera, faziéndose muy grandes e fieras.
Dejóles que ellos mismos deliberaran sobre su suerte, pues ninguno de los dos partidos vituperaría, sino que si se mudaban con la fortuna, atribuiría esta mudanza a la necesidad, y si se mantenían en su anterior propósito, exponiéndose a todo por la libertad, no sólo los elogiaría, sino que admiraría su virtud, presentándose a ser su caudillo y compañero de armas hasta tener el último desengaño de la patria, que no era Utica, ni Adrumeto, sino Roma, la cual muchas veces de mayores caídas se había levantado a superior grandeza, que todavía les quedaban muchos auxilios para su salud y seguridad, siendo el mayor de todos el hacer la guerra a un hombre llamado a un tiempo a muchas partes, pues la España se había pasado al partido del hijo de Pompeyo, y Roma, desacostumbrada al freno, no sólo no le recibía, sino que se enfadaba e irritaba contra toda mudanza, y finalmente, no debía huirse el peligro, pudiendo tomar lección del mismo enemigo, que ponía a riesgo su vida por las mayores violencias e injusticias, y no como ellos, para quienes la incertidumbre de la guerra había de terminar o en la vida más dichosa y feliz si eran vencedores, o en la más gloriosa muerte si eran vencidos.
Dentro de ella y por la noche ya no era lo mismo, sino que de una parte la grandeza del cuidado le descubría contra su voluntad durante el sueño, y de otra, embebido en la idea y agitado en dudas, no podía ocultar a su mujer, compañera de su lecho, que traía una inquietud desacostumbrada, y que revolvía en su ánimo algún proyecto peligroso y difícil.
Y he aquí que, en cuanto él franqueó el umbral, su madre, llena de inquietud por aquella desacostumbrada ausencia de su hijo, corrió a su encuentro, le estrechó en sus brazos, y le dijo: ¿Dónde estuviste, querido mío, que tanto tardaste en volver a casa? Pero en cuanto Nur abrió la boca, su madre notó que había tomado vino y le olió el aliento.

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