Ejemplos con desabrida

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

De todos modos cierto es, porque hay personas que lo certifican, entre ellas mademoiselle Amelie, el aya de Clara, que un día porque le ganó dos partidas de ella le llamó antipático, le dijo que no le quería y se fue muy desabrida y que él entonces desahogó su pecho en el de la citada y lloró a hilo como un buey.
Para que su gran delito le sea perdonado, tendrá usted que hacer firmísimo propósito de enmienda y prometerme que nunca, nunca, con ningún motivo, dirá usted a Belarmino una palabra desabrida ni le mentará la hija, más que hija, aunque no lo sea de la carne que usted le ha hecho perder.
Concluirían por hacer paces, reconociéndose grados y honores como en los días de Vergara, y la pobre y asendereada España continuaría su desabrida Historia dedicándose a cambiar de pescuezo a pescuezo, en los diferentes perros, los mismos dorados collares.
Pensaba yo que en las grandes crisis de las naciones, la tragedia debe ser tragedia, no comedia desabrida y fácil en la que se sustituye la sangre con agua y azucarillos.
Ni fue corta ni desabrida mi visita, sino, antes bien, larga y placentera.
La a que había llegado, en la desabrida etapa histórica del Rey saboyano, deslucía su ancianidad gloriosa.
Fuera de estos experimentos harto arriesgados y de compromiso, vivía yo confinado en la desabrida normalidad de la casa y sociedad de mi hermana, rezando el rosario con mi padre, oyendo la cancamurria de los ojalateros que le hacían la tertulia, o el relato de lo que ocurría en la facción lejana.
Conocemos la vida de aquel siglo, por los viajes de los extranjeros, que solían exagerar o mentir, por los documentos de los archivos, que hablan con seca y desabrida elocuencia, por el teatro, en que la imaginación es señora, por la novela picaresca, que sólo resucita tipos de una clase social, por los escritores, que siempre con sentido especialmente devoto, se complacían en censurar las costumbres, describiéndolas de paso, pero los pinceles tercos en esquivar toda representación de cosa vulgar y profana, nos dejaron poquísimos datos referentes a la manera de vivir, los trabajos, oficios, diversiones, casas, habitaciones, muebles y ropas de aquellos caballeros y soldados, clérigos y estudiantes, mercaderes y mendigos, damas y aventureras, cómicas y beatas, dueñas y criadas, cuyo abigarrado conjunto conocemos sólo moralmente, gracias a Cervantes y Quevedo, Tirso y Lope, Zabaleta y Salas Barbadillo, porque los pintores limitados a la representación convencional de lo sagrado despreciaban lo profano.
Era éste de condición tan desabrida y dura que su hija por no aguantarle se metió monja y su hijo le robó y huyó a Italia.
No, no es tarde,me dijo la menor, Teresa, una rubia desabrida y vana,nunca es tarde para los enamorados.
Circunscribiéndose a la época en que vive, no repara en diferencias sociales: siendo limpia y bonita, requiebra con igual placer a una menestrala que a una dama, y posee arte tan exquisito para lograrlas, que la más arisca y desabrida se convierte con sus halagos en complaciente y mimosa, infiltrándoles a todas en el alma, como veneno que voluntariamente saborean, aquel consejo de la : Gozad vuestras frescas mocedades, que quien tiempo tiene y mejor le espera, tiempo viene que se arrepiente.
Si miraba sonriente, su fisonomía parecía sensual, cuando sentía enojo, su rostro cobraba expresión de virgen arisca y desabrida.
Luego que se despabilaron sus sentidos, tomó y , que, juntamente con el chocolate, le había presentado su ayuda de cámara, y leyó, pero a su alma turbada no satisfizo la desabrida lectura.
¿Cuándo estuve yo, desde que nos tratamos, desabrida y áspera con V.
Aquí estoy al fin -dijo Anatolio con expresión desabrida-, aquí estoy a la disposición de usted, querido tío.
-Conque salga uno diciendo: Yo quiero tal cosa , y otro responda: Pues no me da la gana , se animará esta desabrida reunión.
Las niñas más recatadas, y hasta las más parecidas a muñecas de resorte, hacían pensar en la mujer que traían debajo de aquellos vestidos vulgares y de aquella educación falsa y desabrida.
Pero esta virtud para damas se rige por leyes de una moral privilegiada, mucho menos severa que la desabrida moral del vulgo.
Aquellas confusiones, mezcla de malicia y de inocencia, en que la habían sumergido las calumnias del aya y los groseros comentarios del vulgo, la hicieron fría, desabrida, huraña para todo lo que fuese amor, según se lo figuraba.
Doña Ana tardó mucho en dormirse, pero su vigilia ya no fue impaciente, desabrida.
Estaban las dos jóvenes terminando la tarea, cuando sintieron una voz desabrida que gritaba:.
Entonces despechada abandonó a José, diciéndolo con voz desabrida:.
¿No has notado alguna vez, al retirarte de un baile, que tu hermosa costilla está taciturna, áspera y desabrida contigo?.
Nunca hubiera creído Gladys, a no experimentarlo, que se pudiese sentir así, que lo que llaman realidad los espíritus groseros y burdamente positivos, valiese tan poco, fuese cosa tan necia y desabrida, tan sin donaire y hasta sin utilidad práctica, como le parecía entonces.
Sin fijarse en el uno ni en el otro, déjase caer en su poltrona, llama a Regla, que se presenta hosca y desabrida, mándala que le prepare la cama, unas unturas para la rodilla y una taza de tila, y mientras las dos últimas órdenes se cumplen, vase desnudando poco a poco.
Situación al pronto tan desabrida, la salvó el comediante con un fragmento de comedia apasionada y romántica, cortada para otro escenario.
-Pues tú dirás a qué vienes -respondió Tasia, volviendo la cara muy desabrida y no poniéndosela su padre más risueña.
bien, creado por los disgustos que la ocasionó la desabrida.
De repente vio, casi con imágenes plásticas, las ideas de orden, de moral casera, ordinaria, sumidas en una triste y pálida y desabrida región del espíritu, oscurecidas, arrinconadas, avergonzadas, las vio, como el guardarropa anticuado y pobre de una dama de aldea, ridículas, eran como vestidos mal hechos, de colores ajados, ella misma se los había vestido y sentía vergüenza retrospectiva, sí, ella, a pesar de su prurito de originalidad, participaba de tantas y tantas preocupaciones, estaba sumida en la moral casera de aquellas señoras de pueblo que no aplaudían a los cantantes ni solían tener queridos.
¡Hermosa estaba aquella mujer, blanca y delicada como una ninfa de alabastro! ¡Fría también e inmóvil, cual ésta, aquella mujer, que nunca había amado sino a sí misma! ¡Desabrida y sin fragancia, como un jazmín que nunca hubiese vivificado los rayos del sol!.

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