Ejemplos con decía

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El tío de las vistas decía a los : ¡Venga tu perra!.
Entre sus papeles había una carta para mi padre, en donde se decía: eres bueno, pero eres algo ganso, y no vales para andar solo por el mundo.
Y ¿dónde me deja usted el descubrimiento del Nuevo Mundo? Aparte que, si no recuerdo mal, cuando estudié en el Instituto, el profesor de Historia nos decía que no sé cuál emperador romano había adoptado para el ejército el calzado que usaban los españoles.
Mi padre era zapatero y otra cosa, que él decía filósofo bilateral.
Mi madre, que tenía mal carácter, decía que mi padre era un zángano, y que los que venían a oírle le tomaban el pelo.
Recuerdo que, viviendo yo en la ilustre y veterana Pilares, vinieron a visitar la urbe mis amigos madrileños Juan Lirio, pintor, y Pedro Lario, que no sé lo que era, él decía que espenceriano.
Pero, ¿cómo se lo decía a la irritable Xuantipa, sin suscitar una escena ominosa, y en presencia del señor Colignon?.
Y, sin embargo, aquél era un día señero, un día crítico, un día que le había provocado una intuición profunda del porvenir, o, como Belarmino se decía a sí mismo en aquellos instantes, empleando el tecnicismo esotérico de su inventiva, un.
El talento, que él se lo figuraba como un ser substantivo, independiente, hasta corpóreo, misterioso huésped interior, comenzaba a rebullir, a desasosegarse, y dando unos golpecitos con los nudillos por la parte de dentro de las paredes del cráneo, le decía: Ea, Belarmino, aquí estoy yo, vamos a discurrir cosas nunca oídas.
Había nacido para más nobles y menos provechosos cuidados, bien claro se lo decía su demonio interior, el Inteleto: Belarmino, vamos a discurrir cosas nunca oídas.
Mi padre le explicaba el argumento y hacía especial hincapié en la tesis, o, como él decía, la idea, a lo cual replicaba el conde, pensativo: Pues no creas, eso tiene intríngulis: ¡Que si tiene!replicaba mi padre, con inocente petulancia.
Le decía a usted, don AnselmoApolonio respondió sin mostrarse herido por la ausencia mental y material de su amigo, que los chinos conceden al pie la importancia debida.
Era en las postrimerías del mes de abril, después de unos días tormentosos, y se decía si en el puerto que hay entre León y Pilares estaba interceptada la vía, hacia la estación de Busdongo, a causa de la nieve.
Valeiro bien me decía que soy el moderno Ovidio.
Y ahora se me representa en el recuerdo la imagen de Belarmino, zapatero filósofo, que vivía también en Rúa Ruera, tipo casi fabuloso, al cual pertenece precisamente la anterior teoría sobre las palabras: La mesa, decía, se llama mesa porque nos da la gana, lo mismo podía llamarse silla, y porque nos da la gana llamamos a la mesa y a la silla del mismo modo cuando las llamamos muebles, pero lo mismo podían llamarse casas, y porque nos da la gana llamamos a los muebles y a las casas del mismo modo cuando los llamamos cosas.
Este cura, don Cebrián Chapaprieta, era quien decía la misa particular para la duquesa y sus criados.
Había llevado en Cuba una vida de monje sobrio y asiduo, sin contaminarse con la corrupción general de aquella isla verdiaurina y voluptuosa, o, como él decía, pregonando ingenuamente su austeridad: no he conocido mulata, ni menos negra.
¿Es realidad? ¿Es ilusión? decía para sí.
El Estudiantón le escuchaba fascinado, sin sacar nada en limpio, pero con la esperanza cierta de llegar a dominar algún día el tecnicismo de aquel moderno filósofo de portal, o estoico, como él decía, sin saber que en Grecia tanto valía estoico como filósofo de portal.
Siempre que Apolonio veía dos dándose de puñadas y revolcándose por el suelo, si se levantaba alguna polvareda, decía: Ha llegado el punto trágico, eso no es polvo blanco, son las divinidades violentas, envidiosas de la vida ligera de los hombres, diluidas en el aire fino.

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