Ejemplos con decano

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

estos programas, vendrían hacer como las facultades, en las universidades nacionales, más como es una universidad experimental se divide así, cada subprograma es administrado por un Jefe de programa es decir es la figura de un decano.
A pesar de que Serena visitara la universidad de Brown, para poder fastidiar a Blair, acepta la invitación del Decano de Yale, invitandola a una íntima cena en su casa.
La Catedral de Gloucester no tuvo ningún inconveniente en ocupar su lugar, el decano de Gloucester, el reverendo Nicholas Bury, admitió ser un gran admirador de esta saga de la escritora J.
El Diario de León es el decano de la prensa leonesa y el periódico más vendido en el conjunto de la provincia.
En esa fecha era el decano de los diplomáticos destinados en la capital estadounidense.
Colaboradores inmediatos del Decano son el Vicedecano, el Secretario y el Asistente Administrativo.
La dirección de la Facultad le corresponde al Consejo Directivo y al Decano.
Horacio Descole era el rector de la Universidad, y Guido Parpagnoli el decano del Instituto Superior de Artes.
El Clásico ha tenido varias encarnaciones, todas las cuales han tenido un protagonista en común: The Strongest, el decano del fútbol boliviano.
Ayuntamiento de Elda, Vicepresidente primero, el Presidente de la Caja de Ahorros Provincial de Aicante, Vicepresidente segundo, el decano del Colegio de Ingenieros Técnico de Alicante y José María Amat como fundador del Museo.
Fue Consejero Escolar, Presidente del Colegio de Escribanos del Departamento San Justo, del que era su decano, e integró numerosas comisiones de diversas instituciones del medio, como por ejemplo la Biblioteca Popular Sarmiento.
Dada la magnitud e implicaciones del caso, fueron nombrados dos jueces especiales, uno para el ámbito penal y otro para el civil, en las personas, respectivamente, de Daniel Ferrer, juez decano de Madrid, y José Ignacio Fernández, magistrado de la Audiencia Provincial de Madrid.
Un capítulo especial en su vida profesional como hombre de prensa fue su periplo y empatía en el diario El Comercio, Decano de la Prensa Nacional, donde escribió muchas crónicas y enternecedores ensayos sobre puertos.
Una especie de sarcófago elevábase entre estos adornos, y en él se leía en antigua letra española: El Inquisidor Decano don Jaime Febrer.
Jaime sentía vivir en su interior al grave abuelo don Horacio, y con él los escrúpulos del Inquisidor Decano, el de la tarjeta horripilante, y las almas del famoso comendador y otros ascendientes.
El coche atravesaba entonces la Plaza de la Concordia, regada con la sangre de María Antonieta y Luis XVI, al frente se extendía la calle Real, cerrada en el fondo por la soberbia fachada de la Magdalena, descansando sobre sus cincuenta y dos gigantescas columnas corintias, a la espalda, el palacio Borbón, asomando por detrás del puente de la Concordia, rodeado de jardines y de estatuas, a la izquierda, la avenida de los Campos Elíseos, cerrada a enorme distancia por el Arco de la Estrella, a la derecha, del lado de acá del río y entre los frondosos jardines imperiales, lo que quedaba entonces de las Tullerías: algunos muros calcinados por el incendio, un tremendo desengaño histórico, una imagen de la majestad real, abofeteada, escupida y asesinada a garrotazos por Rochefort y Luisa Michel, y en medio de la plaza, levantándose entre las dos fuentes monumentales, como un gigante de otras edades, el decano de París, el obelisco Lucsor, el amigo de los faraones, el testigo de las épocas fabulosas que cuenta por meses las centurias y se ríe, acordándose de sus momias egipcias, de aquel hormiguero humano que a sus pies se agita, haciéndole repetir lo que puso años antes un poeta en su lengua de granito:.
que monseñor Antonelli exponga antes la suya El mundo ha sido siempre el decano del cuerpo diplomático.
El hombre por quien preguntaba doña Manuela era el fundador de la tienda de , don Eugenio García, el decano de los comerciantes del Mercado, un viejo que arrastraba cuarenta años en cada pierna, como él decía, y mostrábase orgulloso de no haber usado jamás sombrero, contentándose con la gorrilla de seda, que, según él, era el símbolo de la honradez, la economía y la seriedad del antiguo comercio, rutinario y cachazudo.

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