Ejemplos con dándote

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por Dios, no salgas ahora dándote tono.
No estará bien que, dándote yo asilo, saques tú ahora las mañas españolas y cristianas, burlando la confianza que pongo en ti.
Para tu gobierno: ya no pueden seguir dándote la mesada.
¡Qué par de zopencos sois! Yo te miraba y te quería comer con los ojos, dándote a entender que te resistieras, y tú, hecho un marmolillo Y luego quieres echártela de hombre de carácter.
Pero déjate estar, que el Señor te arreglará, haciendo justicia y dándote lo que te quitaron.
Nos separaremos como amigosdijo Santa Cruz tomándole una mano, que ella separó prontamente, y me retiro dándote un buen consejo.
Lo dicho, dicho: soy infinitamente misericordioso contigo, dándote un bien que no mereces, deparándote un marido honrado y que te adora, y todavía refunfuñas y pides más, más, más Ved aquí por qué se cansa Uno de decir que sí a todo No calculan, no se hacen cargo estas desgraciadas.
Lo primerito que he de pedirle al Señor cuando me meta en el Cielo, es que te haga feliz, dándote lo que es muy re-tuyo, lo que te han quitado Su Divina Majestad puede arreglarlo, si quiere.
No me fío yo, no me fío, porque para fabricar estos arcos triunfales de frases y entrar por ellos dándote mucho tono, te pintas tú solo.
Pavonéate, hombre: tu novia te quiere con delirio, y no es esta pasión de ayer ni de la semana pasada, bien lo sabes tú, trae la fecha de nuestro conocimiento: nació en el camino de Aránzazu y se fue criando en esta casa, cuando te tuvimos aquí curándote la herida y dándote tanto mimo.
»-Si querés, Miseria, yo te puedo presentar un contrato, dándote lo que pedís.
Cristiano lector o lo qu'eres, ¿quién me mete a mí en enfadarte con un Prólogo que me tenga más costa que el mismo libro, disculpándome en unas cosas y dándote a entender otras, que si tú las quieres condenar no importa gaste yo todo el papel de Génova en defenderlas? ¡No me pasa por el pensamiento! Si te parece bien, págale y llévale, y si no, de balde te puedes ir sin él.
Dos meses de campo y de tranquilidad laboriosa han disipado tus necias aprensiones, dándote salud, contento, esperanza.
Iré a verte cuando estés en la iglesia hocicando frente a las imágenes y dándote golpes de pecho.
¿Qué es eso de Pecado? ¡Como yo vuelva a oírte dándote a ti mismo esos apodos.
-Deja, oh soberano, que este hombre siga dándote las noticias que tiene -dijo la mestiza con fingida sumisión.
Y empezó a dar gracias y a bendecir mil veces a su cuñado, diciéndole: ¡Oh hermano de mi esposo! ¡aunque toda la vida estuviera dándote gracias, jamás te agradecería bastante tus beneficios! Y contestó el maghrebín: ¡Oh mujer de mi hermano! ¡no tiene ningún mérito, verdaderamente ningún mérito, el que yo obre de esta manera, porque Aladino es hijo mío, y mi deber es de servirle de padre en lugar del difunto! ¡No te preocupes, pues, por él y estate tranquila! Y dijo a la madre de Aladino, levantando los brazos al cielo: ¡Por el honor de los santos antiguos y recientes, ruego a Alah que te guarde y te conserve, ¡oh hermano de mi esposo! y prolongue tu vida para nuestro bien, a fin de que seas el ala cuya sombra proteja siempre a este niño huérfano! ¡Y ten la seguridad de que él, por su parte, obedecerá siempre tus órdenes y no hará más que lo que le mandes!.
¡Y de tal suerte, mi señor, habrás cumplido tu promesa al Anciano de las Tres Islas, quien, a su vez, cumplirá la suya, dándote a cambio de la maravillosa virgen de quince años la joven de diamante! Y contestó Zein: ¡Tu idea ¡oh Mubarak! es de lo más excelente! ¡Y de tu boca acaban de salir las palabras de la sabiduría y de la elocuencia!.
No estará bien que, dándote yo asilo, saques tú ahora las mañas españolas y cristianas, burlando la confianza que pongo en ti.
Has de presentarte muy modestamente en todo sitio público, dándote tus mañas para que nadie te conozca.
Como el tal vecino era amigo mío, fui a verle y traté de consolarle, diciéndole: ¡No te aflijas más de lo permitido, oh vecino! ¡Pronto te indemnizará Alah dándote una esposa más bendita todavía! ¡Prolongue Alah tus días! Pero mi vecino, asombrado de mis palabras, levantó la cabeza y me dijo: ¿Cómo puedes desearme larga vida, cuando bien sabes que sólo me queda ya una hora de vivir?.
El noble y sencillo anciano, que ya se honra y te honrará dándote el nombre de hija, recorre alborozado la aldea, y con el rostro bañado en lágrimas de regocijo, dice a los compañeros de mi infancia:.
No tardará mi mujer en venir a desnudarse, y en una gran silla, que hay inmediata a la puerta, irá poniendo uno por uno sus vestidos, dándote entre tanto lugar para que la mires muy despacio y a toda tu satisfacción.
-Pos te necesito pa un chapú, y vengo a que me sirvas, y si no me sirves, me voy a estar dándote puñalás desde hoy al oscurecer hasta mañana temprano.
Caíste en la miseria y tuviste hambre, pasaste la mitad de tu vida codiciando lo que hubieras podido adquirir, y ya pensabas en el crimen, dándote a ti mismo la disculpa de la necesidad, cuando Dios obró un milagro, cuando Dios te envió por mi mano, cuando más miserable estabas, una fortuna inmensa para ti, que nada habías poseído.
al forastero que buscábamos y ha de sacarnos del apuro! Luego llamó aparte a Grano-de-Belleza, y le dijo: ¡Bendito sea Alah, que te ha colocado en nuestro camino! Vamos a pedirte un favor que retribuiremos liberalmente dándote cinco mil dinares, efectos por valor de mil dinares y un caballo de mil dinares.
Sin embargo, tengo esperanzas de curar tu corazón dándote la satisfacción que deseas.
Ligándote a uno de esos seres privilegiados más grandes que sus semejantes y que resplandecen por la palabra o por el heroísmo ¿no participarás de esas mismas espinas? ¿No serías más feliz al lado de un hombre obscuro en quien las rivalidades y los celos públicos no cebaran jamás el diente y no te expusieran a seguirle en el ostracismo o a llorarle ensangrentado en un campo de batalla? ¡Yo soy, tal vez, quien te ha alejado de la dicha silenciosa y casera, dándote a beber demasiado en la copa de la poesía y presentándote espectáculos de la historia que han extraviado tu corazón del sendero de la verdadera dicha! María, esta consideración perturba mi conciencia.
¿no es posible que, dándote, no quieras?.
¡A que estoy yo dándote que cavilar y hasta que temer con estos recovecos y estas parsimonias, lo mismo que si pensara en salirte a lo mejor con alguna historia del otro mundo? ¡Ja, ja, ja! Pues estaría bueno eso, ¡canástoles! Nada, hija, nada: todo se reduce a una especie de recuento de cosas y de planes que yo pensaba hacerte dentro de unos días, y se me ha antojado hacértele ahora mismo, desde que he notado que no necesitas el aprendizaje ni de esos pocos días siquiera para desempeñar en regla tu nuevo papelito de señorita formal.

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