Ejemplos con dé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por eso, precisamente, no me sacio de oírle, y deseo que usted nos una especie de abreviado conjunto o resumen de sus ideas.
¡Miserables! ¡Tras de que si no fuera por uno, se morirían de hambre! ¡Y todavía hemos de andar aquí en contemplaciones, pedriques y gazmoñerías, para hacer lo que nos la gana de nuestra hacienda! |Ah, si yo tuviera los calzones!.
Conque, hijos míos: dicho lo dicho, me largo a mis quehaceres, pero conste que no me he mezclado en vuestros asuntos hasta que lo habéis solicitado, y no duis que aquí o dondequiera que la fortuna os coloque, no han de faltaros mis pobres oraciones ni mis deseos de que Dios, autor y dispensador de toda felicidad, os la tan cumplida como duradera.
¿Quién no ha de sonreírse del candor mezclado de soberbia con que confunde a cada paso los términos de la ciencia y los del arte? ¿Quién podrá sufrir que, por todo sistema de estética, se nos un trozo de la de Claudio Bernard ? ¿Ni cómo llevar con paciencia el que unas veces se asimile el arte con una estadística y otras con una clínica, y se le , por única misión, el recoger y coordinar ?.
La cuestión, para el pintor de grandes dimensiones, es de concepto, de que se cuenta que debe ser artísticamente superficial, o de que sea superficial e inartístico sin darse cuenta.
Temo que a tu padre le un arrebato de sangre.
Gabriel caminaba agarrado a una traviesa del carro, con la vista fija en los timoneles, sintiendo en sus piernas el roce los que empujaban aquel artefacto semejante a los carros de los ídolos indostánicos.
Extinguiéronse los gremios y la clase media, sólo hubo nobles, orgullosos de ser criados de los reyes, y un populacho que pedía pan y espectáculos, como el romano, contentándose con la sopa de los conventos y las quemas herejes organizadas por la Inquisición.
¡A saber qué cosas habrás hecho por el mundo, camastrón! ¡Y tu pobre madre que te criaba para santo! ¡Buena santidad nos Dios! No me lo niegues, no te hagas el bueno: las mentiras me enfadan.
Quién me dijo ahora, al salir de allá: ¿Viste, oiste? ¡Eso no es tocar! ¡Lástima de piano! ¿No fuiste tú? Pues entonces ¿de qué te espantas? Yo diré lo que me la gana.
Tú eres muy perezoso, y aunque me quieres mucho, como yo a tí, eres capaz de no escribirme a tiempo, y el mozo vendrá, y no me traerá carta tuya, y tendré que esperar ocho días, ¡ocho días, que serán para mí ocho siglos! Escríbeme, mira que estoy dispuesta a ir hasta el rancho de los Cedros a encontrar al mozo, para que me las cartas y los encargos.
Allá voy, muñeca,le decíaes justo que después de los trabajos y fatigas del Adviento me yo mis verdes.
¡Por Dios, Rorró! ¡Quieres que me un ataque! Son las nueve, y aquí me tienes, sin probar bocado, en espera del caballero, mientras éste duerme como un marqués.
Mucho le pido que te fuerzas y resignación para sufrir este golpe, y te dará las dos cosas porque en cambio le he ofrecido mi vida.
Su azoramiento era tal que casi le pega a la hucha vacía en vez de hacerlo a la llena, pero se serenó, diciendo: ¡Qué tonto soy! Si esto es mío, ¿por qué no he de disponer de ello cuando me la gana?.
Creyó que era el Viático, y arrodillándose y descubriéndose, según tenía por costumbre, rezó una corta oración y dijo: ¡que Dios le lo que mejor le convenga!.
No te apures por los chiquillos, que ya los tendrás, te cargarás de familia, y te aburrirás como se aburrió tu madre, y pedirás a Dios que no te más.
Y porque el sacristán de San Ginés sea un dormilón, ¿me he de fastidiar yo? Que entre Estupiñá y me tertulia.
Yo le pensiono, para que se le educación y una crianza conveniente.
A ti, Fortunata, te miré con entre las descarriadas, porque volvías a Mí tus ojos alguna vez, y Yo vi en ti deseos de enmienda, pero ahora, hija, me sales con que sí, serás honrada, todo lo honrada que Yo quiera, siempre y cuando que te el hombre de tu gusto ¡Vaya una gracia! Pero en fin, no me quiero enfadar.
Si me atreviera ¿Y qué hay de malo en esto? En último caso, ¿qué puede hacer mi tía? ¿Acaso me va a comer? Si me niega el derecho de casarme con quien me la gana, ya le diré yo cuántas son cinco.
¿Y cuando se te acabe el dinero? ¿Vendrás a que yo te ? ¡Ay, qué equivocado estás!.
Cuando la loca le alborote a usted, no se por entendida, hija.
Yo le respondo a usted de que, como este indigno capellán el pase, toda la familia dirá.
No conviene tampoco que te muy fuerte.
Anda, rica, cañamón de los ángeles, tráeme lo que te pido, así Dios te la vida celestial que te tienes ganada, y tres más, y así te coronen los serafines cuando entres en el Cielo con tu patita coja.
Mientras que tú los tienes siempre y cuando te la gana.
Únicamente se clareaba alguna vez, soltando como al descuido estas entrecortadas razones: ¡Ay qué chico! ¡cuánto lee! Yo digo que esas cabezas tienen algo, algo, sí señor, que no tienen las demás En fin, más vale que le por ahí.

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