Ejemplos con cuita

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Protestando con modestia de aquella supuesta privanza mía, le rogué que me diera razón de su cuita o desventura, y ved aquí lo que me contestó, echando por delante un gran suspiro: Yo soy casada.
Más que su turbación pudo en el ánimo de Demetria el grave anhelo que llevaba a , el martirio de su padre inocente, y arrodillándose delante de la pretendida Realeza, expuso con claridad y modestia su cuita.
Sucederá tras esto, luego en continente, que ella ponga los ojos en el caballero y él en los della, y cada uno parezca a otro cosa más divina que humana, y, sin saber cómo ni cómo no, han de quedar presos y enlazados en la intricable red amorosa, y con gran cuita en sus corazones por no saber cómo se han de fablar para descubrir sus ansias y sentimientos.
Y aun hay un autor secreto, y de no poco crédito, que dice que, habiendo cogido al Caballero del Febo con una cierta trampa que se le hundió debajo de los pies, en un cierto castillo, y al caer, se halló en una honda sima debajo de tierra, atado de pies y manos, y allí le echaron una destas que llaman melecinas, de agua de nieve y arena, de lo que llegó muy al cabo, y si no fuera socorrido en aquella gran cuita de un sabio grande amigo suyo, lo pasara muy mal el pobre caballero.
Vuesa merced desembaúle su cuita y cuéntenosla, y deje hacer, que todos nos entenderemos.
Altísimo y poderoso señor, a mí me llaman Trifaldín el de la Barba Blanca, soy escudero de la condesa Trifaldi, por otro nombre llamada la Dueña Dolorida, de parte de la cual traigo a vuestra grandeza una embajada, y es que la vuestra magnificencia sea servida de darla facultad y licencia para entrar a decirle su cuita, que es una de las más nuevas y más admirables que el más cuitado pensamiento del orbe pueda haber pensado.
Amigos, cualesquiera que seáis, que en esa prisión quedáis encerrados, perdonadme, que, por mi desgracia y por la vuestra, yo no os puedo sacar de vuestra cuita.
Has de saber, Sancho, que este barco que aquí está, derechamente y sin poder ser otra cosa en contrario, me está llamando y convidando a que entre en él, y vaya en él a dar socorro a algún caballero, o a otra necesitada y principal persona, que debe de estar puesta en alguna grande cuita, porque éste es estilo de los libros de las historias caballerescas y de los encantadores que en ellas se entremeten y platican: cuando algún caballero está puesto en algún trabajo, que no puede ser librado dél sino por la mano de otro caballero, puesto que estén distantes el uno del otro dos o tres mil leguas, y aun más, o le arrebatan en una nube o le deparan un barco donde se entre, y en menos de un abrir y cerrar de ojos le llevan, o por los aires, o por la mar, donde quieren y adonde es menester su ayuda, así que, ¡oh Sancho!, este barco está puesto aquí para el mesmo efecto, y esto es tan verdad como es ahora de día, y antes que éste se pase, ata juntos al rucio y a Rocinante, y a la mano de Dios, que nos guíe, que no dejaré de embarcarme si me lo pidiesen frailes descalzos.
Yo os agradezco, señor caballero, el deseo que mostráis tener de favorecerme en mi gran cuita, bien así como caballero, a quien es anejo y concerniente favorecer los huérfanos y menesterosos, y quiera el cielo que el vuestro y mi deseo se cumplan, para que veáis que hay agradecidas mujeres en el mundo.
Mas lo que yo podré hacer por serviros es lo que ahora diré: corred y decid a vuestro padre que se entretenga en esa batalla lo mejor que pudiere, y que no se deje vencer en ningún modo, en tanto que yo pido licencia a la princesa Micomicona para poder socorrerle en su cuita, que si ella me la da, tened por cierto que yo le sacaré della.
Allí fue el desear de la espada de Amadís, contra quien no tenía fuerza de encantamento alguno, allí fue el maldecir de su fortuna, allí fue el exagerar la falta que haría en el mundo su presencia el tiempo que allí estuviese encantado, que sin duda alguna se había creído que lo estaba, allí el acordarse de nuevo de su querida Dulcinea del Toboso, allí fue el llamar a su buen escudero Sancho Panza, que, sepultado en sueño y tendido sobre el albarda de su jumento, no se acordaba en aquel instante de la madre que lo había parido, allí llamó a los sabios Lirgandeo y Alquife, que le ayudasen, allí invocó a su buena amiga Urganda, que le socorriese, y, finalmente, allí le tomó la mañana, tan desesperado y confuso que bramaba como un toro, porque no esperaba él que con el día se remediara su cuita, porque la tenía por eterna, teniéndose por encantado.
Yo callaré, señora mía dijo don Quijote, y reprimiré la justa cólera que ya en mi pecho se había levantado, y iré quieto y pacífico hasta tanto que os cumpla el don prometido, pero, en pago deste buen deseo, os suplico me digáis, si no se os hace de mal, cuál es la vuestra cuita y cuántas, quiénes y cuáles son las personas de quien os tengo de dar debida, satisfecha y entera venganza.
Por otra parte, veo que Amadís de Gaula, sin perder el juicio y sin hacer locuras, alcanzó tanta fama de enamorado como el que más, porque lo que hizo, según su historia, no fue más de que, por verse desdeñado de su señora Oriana, que le había mandado que no pareciese ante su presencia hasta que fuese su voluntad, de que se retiró a la Peña Pobre en compañía de un ermitaño, y allí se hartó de llorar y de encomendarse a Dios, hasta que el cielo le acorrió, en medio de su mayor cuita y necesidad.
Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera.
El mancebo fue provar al que su padre tenía por medio amigo, et llegó a su casa de noche et levava el puerco muerto a cuestas, et llamó a la puerta daquel medio amigo de su padre et contól’ aquella desaventura quel’ avía contesçido et lo que fallara en todos sus amigos, et rogól que por el amor que avía con su padre quel’ acorriese en aquella cuita.
Cuando el omne oyó dezir que era el Diablo, tomó ende muy grand reçelo, pero por la grand cuita et grand mengua en que estava, dixo al Diablo que si él le diesse manera como pudiesse ser rico, que faría cuanto él quisiesse.
Et comía sienpre con ella et durmía con ella como cuando avía un año o dos, et assí passaba su vida como muy buena mujer, et con muy grand cuita porque non sabía nuebas de su marido.
-Patronio, algunos omnes de grand guisa, et otros que lo non son tanto, me fazen a las vegadas enojos et daños en mi fazienda et en mis gentes, et cuando son ante mí, dan a entender que les pesa mucho porque lo ovieron a fazer, et que lo non fizieron sinon con muy grand mester et con muy grant cuita et non lo pudiendo escusar.
Et averlo he de fazer por salir agora desta lazeria et desta cuita en que estó.
Et desque aquel sabio que tenía en su casa le vio en tan grand cuita, consejól’ que tomase una manera como podrié escusar de aquel peligro en que estava.
Cuando el privado del rey oyó aquellas razones, fue en muy gran cuita, ca entendió verdaderamente que todo era así como aquel su cativo le avía dicho.
Ya nuestra vida es tiempo, y nuestra sola cuita.
un confesor que se indignase ante la cuita del dolido penitente!.
Preguntéla por qué en la gran cuita que de tal modo la atribulaba entonces no había buscado, como otras veces, los consejos y la ayuda de don Sabas.
por non ver la cuita de tal muchedumbre.
Tu sabes la mi cuita, entiendes mis dolores,.
Nin de la madre suya que tal cuita vidie:.
Fueron en fiera cuita en qual nunca sovieron:.
Tente con Dios a una por de cuita essido,.
La que dan al enfermo en la cuita rabiosa.

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