Ejemplos con cuitas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El encuentro de los tres en Bogotá suscitó enfrentamientos por la posesión del territorio, y para dilucidar la pertenencia de la comarca, los tres decidieron ir a España y exponer sus cuitas ante el rey.
Se publican también en este período novelas epistolares célebres, como Las cuitas del joven Werther de Goethe, Frankenstein o el moderno Prometeo de Mary Shelley y Drácula de Bram Stoker.
En ese disco se encuentran cortes como Tiernas Cuitas , Destellos , Irreal y Pasto Seco de Abril , todos ellos recibidos con una inmensa aceptación.
Durante el romanticismo se dio un fenómeno similar, aunque no con el mismo nombre, en trabajos tales como Las cuitas del joven Werther, de Goethe.
En confesión, de penitente a sacerdote, podría confiarme las cuitas de su pecho, de mujer a hombre, jamás.
Es dulce y confortante hacer revivir los Concilios de Toledo, las cuitas del Rey Sabio, el Rito Mozárabe y charlar con los cardenales Mendoza, Cisneros, Cilíceo, Carranza, y con mis buenos amigos Juan Guas y el Greco.
Ávida de referir sus cuitas, la infeliz mozuela me contó que, a poco de casarse, vio en su marido el más perverso animal de la Creación.
Cuéntenos las guerras y batallas de usted mismo, sus aventuras, cuitas o calamidades, descríbanos costumbres no conocidas, sucesos que se aparten de lo vulgar, escenas pintorescas, como lo que le pasó a usted en el , píntenos personas ridículas o hermosas, la blancura de , la fealdad negra de , las hechicerías de.
Allá estaremos tan ricamente, y nos contaremos uno a otro nuestras cuitas: yo le diré por qué peno, y usted me hará la historia de sus desairadas tentativas.
Qué tal sería su trastorno, que hasta llegó a encontrar grata la compañía de Ibraim, y se aventuró a confiarle algo de sus cuitas, recibiendo de él consuelos y esperanzas, con la oferta de ayuda fraternal en el trabajo indagatorio.
Iba a seguir espetando el relato de sus cuitas políticas, pero Jacinta no le hizo caso.
Ya soñaba que Jacinta se le presentaba a llorarle sus cuitas y a contarle las perradas de su marido, ya que las dos cuestionaban sobre cuál era más víctima, ya, en fin, que transmigraban recíprocamente, tomando Jacinta el exterior de Fortunata y Fortunata el exterior de Jacinta.
Verá usted me la encontré hace días contome sus cuitas Me dio mucha pena.
Fue un día a desahogar sus cuitas con don Eugenio, el abad de Naya, cuyos discretos pareceres le alentaban mucho.
Era un amor de hermano y de súbdito, semejante al que habia profesado a su padre: era una confusa mezcla de confianza, tutela é idolatría, muy análoga a lo que las madres de los hombres de genio sienten por sus gloriosos hijos: era la respetuosa proteccion, llena de ternura, que dispensa el fuerte guerrero al príncipe de menor edad: era identificacion, era orgullo, era ufanía como de un bien propio: diríase que aquella imágen le representaba su trágico destino, su noble orígen, su temprana orfandad, su pobreza, sus cuitas, la injusticia de los hombres, la soledad en que habia quedado sobre la tierra, y acaso tambien algun presentimiento de futuros martirios.
Tratábala sin orgullo, sentía hacia ella un cariño verdaderamente fraternal, comían juntas, rezaban juntas, referíanse sus cuitas, ayudábanse mutuamente en sus caridades y en sus devociones así como en los negocios de la casa.
¿Cuál es el origen real de tus cuitas? Confíamelas.
Quisiera yo, señor duque respondió don Quijote, que estuviera aquí presente aquel bendito religioso que a la mesa el otro día mostró tener tan mal talante y tan mala ojeriza contra los caballeros andantes, para que viera por vista de ojos si los tales caballeros son necesarios en el mundo: tocara, por lo menos, con la mano que los extraordinariamente afligidos y desconsolados, en casos grandes y en desdichas inormes no van a buscar su remedio a las casas de los letrados, ni a la de los sacristanes de las aldeas, ni al caballero que nunca ha acertado a salir de los términos de su lugar, ni al perezoso cortesano que antes busca nuevas para referirlas y contarlas, que procura hacer obras y hazañas para que otros las cuenten y las escriban, el remedio de las cuitas, el socorro de las necesidades, el amparo de las doncellas, el consuelo de las viudas, en ninguna suerte de personas se halla mejor que en los caballeros andantes, y de serlo yo doy infinitas gracias al cielo, y doy por muy bien empleado cualquier desmán y trabajo que en este tan honroso ejercicio pueda sucederme.
Si vuestras cuitas, angustiada señora, se pueden prometer alguna esperanza de remedio por algún valor o fuerzas de algún andante caballero, aquí están las mías, que, aunque flacas y breves, todas se emplearán en vuestro servicio.
Ahora bien, señora Rodríguez dijo don Quijote, y señora Trifaldi y compañía, yo espero en el cielo que mirará con buenos ojos vuestras cuitas, que Sancho hará lo que yo le mandare, ya viniese Clavileño y ya me viese con Malambruno, que yo sé que no habría navaja que con más facilidad rapase a vuestras mercedes como mi espada raparía de los hombros la cabeza de Malambruno, que Dios sufre a los malos, pero no para siempre.
Pero espéreme vuestra merced un poco, saldré a encender mi vela, y volveré en un instante a contar mis cuitas, como a remediador de todas las del mundo.
Plégaos, señora, de membraros deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas por vuestro amor padece.
Digo esto porque apenas ha seis días que la vuestra bondad está en este castillo, cuando ya os vienen a buscar de lueñas y apartadas tierras, y no en carrozas ni en dromedarios, sino a pie y en ayunas, los tristes, los afligidos, confiados que han de hallar en ese fortísimo brazo el remedio de sus cuitas y trabajos, merced a vuestras grandes hazañas, que corren y rodean todo lo descubierto de la tierra.
que suele a sus siervos ennas cuitas valer,.
Libre de aquella bestia, verdaderamente negra, resollé dando un resoplido como cuando en día canicular, jadeantes de fatiga, nos tendemos a nuestras anchas sobre cómodo sofá, habiendo escapado a las garras de alguno de esos ''soleros'' cuya vida es contar sus pleitos o sus cuitas con la autoridad.
Fermosa dueña, cualquiera que vós seáis la condolida deste afanado caballero, y a saz piadosa minoráis sus cuitas, ruego vós me queráis facer sabidor del follón mezquino, o pagano malandrín, que en este encanto vos amancilla, para que segunda vegada en vueso nombre, sano ya de las pasadas feridas, entre en descomunal batalla, maguer que finque en ella, que non es la vida de más proo que la muerte, tenudo a su deber un caballero.
A él, a don Claudio, le había confiado sus cuitas, para pedirle informes, si podía dárselos, algo de luz clara con que guiarse en la lóbrega sima en que había caído tan de repente, porque no podía contarse con lo que espontáneamente declarara Nieves entonces, ni convenía apurarla más en el estado de exaltación en que se hallaba.
Pero llegó la víspera de la fiesta, y el español, que con el oro y las piedras finas de la corona había oportunamente salido de cuitas, no daba acuerdo de su persona, y eso que acababa de tener la buena suerte de que el tan esperado navío llegase al puerto, pues su retardo lo motivaron vientos contrarios y otros accidentes de mar.
Es de los marineros en las cuitas guardada,.
, ¡ay!, sí, será quien consuele de una vez todas mis cuitas.

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