Ejemplos con convierte

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Nacen los pueblos, crecen, progresan, la cabana se convierte en castillo y después en fábrica, se forman las enormes ciudades de millones de hombres, sobrevienen después las catástrofes, las guerras por el pan que escasea para tantas gentes, las protestas de los desposeídos, las grandes matanzas, y las ciudades se despueblan y caen en ruinas.
El del , que por la pureza clásica de sus líneas recuerda el famoso lienzo de de Leopoldo Robert, se aparta de él hondamente por el ardor del colorido y por la embriaguez naturalista que le convierte en acabadísimo tipo de geórgica moderna.
Dices que el hombre es hombre superior cuando se convierte en un mecanismo perfecto, vaya, cuando deja de ser hombre.
Pero cuando lo que nace del seno del dolor es el anhelo varonil de la lucha para conquistar o recobrar el bien que él nos niega, entonces es un acerado acicate de la evolución, es el más poderoso impulso de la vida, no de otro modo que como el hastío, para Helvecio, llega a ser la mayor y más preciosa de todas las prerrogativas humanas, desde el momento en que, impidiendo enervarse nuestra sensibilidad en los adormecimientos del ocio, se convierte en el vigilante estímulo de la acción.
Embriagad al repetidor de las irreverencias de la medianía que veis pasar por vuestro lado, tentadle a hacer de héroe, convertid su apacibilidad burocrática en vocación de redentor, y tendréis entonces la hostilidad rencorosa e implacable contra todo lo hermoso, contra todo lo digno, contra todo lo delicado del espíritu humano, que repugna todavía más que el bárbaro derramamiento de la sangre en la tiranía jacobina, que ante su tribunal convierte en culpas la sabiduría de Lavoisier, el genio de Chénier, la dignidad de Malesherbes, que, entre los gritos habituales en la Convención, hace oir las palabras:y que refiriendo el ideal de la sencillez democrática al primitivo de Rousseau, podría elegir el símbolo de la discordia que establece entre la democracia y la cultura en la viñeta con que aquel sofista genial hizo acompañar la primera edición de su famosa diatriba contra las artes y las ciencias en nombre de la moralidad de las costumbres, un sátiro imprudente que, pretendiendo abrazar, ávido de luz, la antorcha que lleva en su mano Prometeo, oye al titán-filántropo que su fuego es mortal a quien le toca.
Bien comprendía el novio que le tocaba decir algo, mostrarse afectuoso, compartir aquel primer dolor, ponerle término, mas hay en la vida situaciones especiales, casos en que no tropieza ni se embaraza la gente sencilla, y en que acaso el hombre de mundo y experiencia se convierte en doctrino.
Se verificó en él la angustiosa transformación del artista que se convierte en empresario, del literato que se desdobla en editor, del ingeniero dedicado a la fantasía de los inventos que pasa a ser dueño de fábrica.
Con un pie en el borde del abismo para caer, con el cuerpo medio hundido ya en las llamas del infierno mi Dios me salva y me perdona, si a él se convierte mi voluntad.
Aquí, en los momentos de angustia, en esos días lóbregos en que en vano lucho y brego con los hombres y las cosas, al trasladar al papel mis pobres pensamientos, no me explico, no comprendo cómo no se transforma en Vesubio mi cabeza ni se convierte mi pluma en bayoneta.
El asceta se convierte en caudillo y en esta tercera parte de su vida, el vagabundo apedreado por la chiquillería, toma aires de vice-papa, se hace llamar general por los suyos, reside en Roma entre los príncipes, interviniendo en las complicadas intrigas europeas, y muere satisfecho de su poder y de haber salvado momentáneamente al catolicismo conservándole los pueblos latinos.
Lo que a mí me interesa es la especialidad de la casa, la base de vuestra industria: ver como se convierte el mineral en acero.
Entonces le trastorna la locura de la santidad: es humilde y fiero al mismo tiempo, se convierte en matón de la Virgen, queriendo dar de puñaladas a un morisco que blasfema de ella, y poco después se deja apedrear por los chicuelos de Salamanca, que le toman por un demente, viendo sus piadosas extravagancias, remedo de las de San Francisco de Asís.
Desaparecen los municipios libres, sus defensores suben al cadalso en Castilla y en Valencia, el español abandona el arado y el telar para correr el mundo con el arcabuz al hombro, las milicias ciudadanas se transforman en tercios que se baten en toda Europa sin saber por qué ni para qué, las ciudades industriosas descienden a ser aldeas, las iglesias se tornan conventos, el clérigo popular y tolerante se convierte en fraile, que copia, por imitación servil, el fanatismo germánico, los campos quedan yermos por falta de brazos, sueñan los pobres con hacerse ricos en el saqueo de una ciudad enemiga, y abandonan el trabajo, la burguesía industriosa se convierte en plantel de covachuelistas y golillas, abandonando el comercio como ocupación vil, propia de herejes, y los ejércitos mercenarios de España, tan invictos y gloriosos como desarrapados, sin más paga que el robo y en continua sublevación contra los jefes, infestan nuestro país con un hampa miserable, de la que salen el espadachín, el pordiosero con trabuco, el salteador de caminos, el santero andante, el hidalgo hambrón y todos los personajes que después recogió la novela picaresca.
Don Sebastián, tan terrible como es, se convierte en un ángel cuando la ve.
Todas las iglesias de Toledo siguen en poder de los cristianos mozárabes, a excepción de la catedral, que se convierte en mezquita mayor.
Allí la calle se convierte en plaza, la acera en calle, la multitud en torrente que se precipita con cierto relativo silencio por entre dos paredes de cristal, formadas por los escaparates inmensos de las tiendas atestadas de cuanto puede dar de sí la industria humana para transformar lo superfluo en necesario, lo elegante en fastuoso, lo precioso en maravilla, la vida en fiebre de vanidades locas y concupiscencias monstruosas.
Y si se le convierte en ponzoña la triaca, culpa será suya y no del médico, porque la malicia no estará entonces en el que escribe, sino en la propia voluntad del que lee, que, como dijo un poeta antiguo:.
Doña Manuela continuaba haciendo sus compras, deteniéndose ante los productos raros y extraños para la estación que puede ofrecer una huerta fecunda, cuyas entrañas jamás descansan y que el clima convierte en invernadero.
Felix Utroque, se convierte en hermosura: quiero decir, es adulada, festejada, mimada, acariciada por los codiciosos.
Parecía un pavo cuando la excitación de la pelea con otro pavo le convierte en animal feroz.
Así lo muy antiguo y conocido se convierte en nuevo.
¿Será verdad que cuando uno se muere se convierte en escarola?.
Quedose como el combatiente de los cuentos de niños, a quien por obra de magia se le convierte la espada en alfiler y el escudo en dedal.
La poesía se convierte en razón.
Cuando el mísero chiquillo, medio ahogado, se sintió libre de aquella estatua de plomo que a poco más le convierte en oblea, miró hacia atrás.
Dirás tú ahora, hijo, si es que acaso me entiendes, que ¿quién me hizo a mi teóloga? y aun quizá entre tí: ¡cuerpo de tal con la puta vieja! ¿por qué no deja de ser bruja, pues sabe tanto, y se vuelve a Dios, pues sabe que está mas pronto a perdonar pecados, que a permitirlos? Á esto te respondo como si me lo preguntaras, que la costumbre del vicio se vuelve en naturaleza, y este de ser brujas se convierte en sangre y carne, y en medio de su ardor, que es mucho, trae un frio que pone el alma tal, que la resfría y entorpece aun en la fe, de donde nace un olvido de sí misma, y ni se acuerda de los temores con que Dios la amenaza, ni de la gloria con que la convida, y en efeto, como es pecado de carne y de deleites, es fuerza que amortigüe todos los sentidos, y los embelese y absorte, sin dejarlos usar sus oficios como deben, y así quedando el alma inútil, floja y desmazalada, no puede levantar la consideracion siquiera a tener algun buen pensamiento, y así dejándose estar sumida en la profunda sima de su miseria, no quiere alzar la mano a la de Dios, que se la está dando por sola su misericordia, para que se levante: yo tengo una destas almas que te he pintado, todo lo veo y todo lo entiendo, y como el deleite me tiene echados grillos a la voluntad, siempre he sido y seré mala.

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