Ejemplos con contienda

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Después de la contienda, se unió a la rebelión de Lee Christmas en Honduras.
Esta contienda destruyó el sistema entero.
El Reto Doble o Nada consiste en retar al ganador de una contienda a jugar por el doble de lo que ha ganado abriendo la posibilidad a que cualquiera de los dos competidores pueda ganar la totalidad de lo acordado.
Tras la contienda, se cambió la advocación y el paso representa a Jesús con la cruz a cuestas en la calle de la amargura en el encuentro con su Madre y las mujeres de Jerusalén al que acompaña un romano.
Una división anglo-portuguesa derrotó a dos divisiones francesas, aunque este hecho tuvo un efecto estratégico mínimo en el conjunto de la contienda.
Finalizada la contienda, el edificio siguió siendo una cárcel, ahora albergando presos del bando perdedor.
Las Elecciones Presidenciales de ese año contaron con el primer Boca de Urna, una encuesta hecha al salir de los recintos de votación que determinaba con poco margen de error al ganador de la contienda electoral.
Finalizada la contienda, la mansión fue elegida como residencia por Francisco Franco, que vivió en ella mientras se acondicionaba el Palacio Real de El Pardo.
La diversidad de construcciones defensivas y su relativo buen estado de conservación convierten al conjunto fortificado de Las Matas en una de las mejores muestras de patrimonio histórico de la contienda en el Principado de Asturias.
La contienda fue contra el jefe realista mariscal José Álvarez de La Serna e Hinojosa, quién estaba a cargo de la tercera y más grande invasión realista, proveniente del Virreinato del Perú con el propósito de recapturar para la corona española el último baluarte independentista que quedaba en Sudamérica.
Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial se integró en el Cuerpo de Marines de los Estados Unidos, siendo destinado como teniente a Guadalcanal, volviendo condecorado tras la finalización de la contienda.
Tras la contienda, el español tuvo que refugiarse en Gibraltar para que sus hombres recobrasen fuerzas, pero les fue denegada la entrada a la ciudad británica a pesar de que el Reino Unido era aliado de España.
En cuanto a las masas de electores, que eran los verdaderos árbitros de la contienda, nadie se cansaba en pedirles su parecer: irían como dóciles rebaños a depositar en las urnas una candidatura que se les entregaría cerrada, y ni más sabían ni más sabrán en los siglos de los siglos, aunque siglos dure, que lo dudo, esta comedia.
El era español, era un neutral, que nada tenía que ver en la contienda del centro de Europa.
Yo terminaré la contienda: la Justicia pesará los libros con su recta imparcialidad, y lo que ella diga, se seguirá en el mundo, mientras que vosotros acataréis su inmutable fallo.
Alvaro Peña se levanta exaltado a su vez, ardiendo en noble deseo de llevar el convencimiento a su adversario, y se entabla una contienda furiosa, descomunal, que dura cerca de una hora, en la que toman parte todos o casi todos los socios de aquella ilustre reunión de notables.
La contienda había enardecido los ánimos en la villa.
Entonces comenzó entre la espiritual Ofelia y la Diana cazadora una contienda digna de tener a Pedro López por cronista.
En mitad de la contienda aludió Isabel Mazacán a las cartas del artillero, y este recuerdo trajo otro a la memoria de Currita, que pareció causarle grande sobresalto.
La sangre no llegó, sin embargo, al río, intervino Currita muy indignada contra las zafias bromas de Diógenes, y puso fin a la contienda apoyándose en el brazo de sir Roberto Beltz, para dar una vuelta por la , y encargando antes al tío Frasquito que convidase para el día siguiente a comer con ella a todos los que habían tomado parte en las dos cuadrillas, blanca y negra.
¡Ah! yo no quiero irme: yo quiero volver: inmolo demasiado en la contienda para no salir victorioso: triunfaré en la vida y triunfaré de la muerte.
Aquella noche estaba Papitos de muy mal temple por la soba que se había llevado, y le tenía mucha tirria al señorito porque no se puso de su parte en la contienda, como otras veces.
Como el gran principio de la propiedad individual no tenía en aquella desigual contienda más defensor que D.
El Arcipreste era respetado más por su edad que por su ciencia teológica, y se sosegó un tanto el formidable barullo cuando se incorporó difícilmente, con ambas manos puestas tras los oídos, vertiendo sangre por la cara, a fin de dirimir, si cabía lograrlo, la contienda.
Pero cuando verdaderamente conoció Manuel algo de lo que sentia fué cuando la Eva de doce años logró vencer en su contienda y pasó casi rozando con él.
Muerto sois, caballero, si no confesáis que la sin par Dulcinea del Toboso se aventaja en belleza a vuestra Casildea de Vandalia, y demás de esto habéis de prometer, si de esta contienda y caída quedárades con vida, de ir a la ciudad del Toboso y presentaros en su presencia de mi parte, para que haga de vos lo que más en voluntad le viniere, y si os dejare en la vuestra, asimismo habéis de volver a buscarme, que el rastro de mis hazañas os servirá de guía que os traiga donde yo estuviere, y a decirme lo que con ella hubiéredes pasado, condiciones que, conforme a las que pusimos antes de nuestra batalla, no salen de los términos de la andante caballería.
Todo es artificio y traza respondió don Quijote de los malignos magos que me persiguen, los cuales, anteviendo que yo había de quedar vencedor en la contienda, se previnieron de que el caballero vencido mostrase el rostro de mi amigo el bachiller, porque la amistad que le tengo se pusiese entre los filos de mi espada y el rigor de mi brazo, y templase la justa ira de mi corazón, y desta manera quedase con vida el que con embelecos y falsías procuraba quitarme la mía.
Entonces el leonero, menudamente y por sus pausas, contó el fin de la contienda, exagerando, como él mejor pudo y supo, el valor de don Quijote, de cuya vista el león, acobardado, no quiso ni osó salir de la jaula, puesto que había tenido un buen espacio abierta la puerta de la jaula, y que, por haber él dicho a aquel caballero que era tentar a Dios irritar al león para que por fuerza saliese, como él quería que se irritase, mal de su grado y contra toda su voluntad, había permitido que la puerta se cerrase.
La señora del coche, admirada y temerosa de lo que veía, hizo al cochero que se desviase de allí algún poco, y desde lejos se puso a mirar la rigurosa contienda, en el discurso de la cual dio el vizcaíno una gran cuchillada a don Quijote encima de un hombro, por encima de la rodela, que, a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.
Y el primero que fue a descargar el golpe fue el colérico vizcaíno, el cual fue dado con tanta fuerza y tanta furia que, a no volvérsele la espada en el camino, aquel solo golpe fuera bastante para dar fin a su rigurosa contienda y a todas las aventuras de nuestro caballero, mas la buena suerte, que para mayores cosas le tenía guardado, torció la espada de su contrario, de modo que, aunque le acertó en el hombro izquierdo, no le hizo otro daño que desarmarle todo aquel lado, llevándole de camino gran parte de la celada, con la mitad de la oreja, que todo ello con espantosa ruina vino al suelo, dejándole muy maltrecho.

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