Ejemplos con cogiéndolas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El deporte tuvo su origen como una diversión en Finlandia, al parecer como reminiscencia de una época pasada en la que los hombres cortejaban a las mujeres corriendo a su pueblo, cogiéndolas y escapando con ellas a cuestas.
Si todos supiéramos todo, sería algo parecido a jugar un juego de cartas cogiéndolas al reves de forma que todos los jugadores conocen las cartas de todos, o leer una novela policíaca empezando por la última página para saber quién es el asesino.
A su vez las cajas, bidones o rocas se pueden usar como armas, cogiéndolas y lanzándolas contra los enemigos, o bien dando una patada al objeto para enviarlo en ese sentido.
Con una servilleta enrollada cubría los ojos de las señoras, indicábalas el número de pasos que las separaba del dibujo, y cogiéndolas luego de un brazo les hacía dar vueltas para desorientarlas.
Después de esto y mientras Fortunata se comía una cantidad inapreciable de pasas y almendras, cogiéndolas del plato una a una y llevándoselas a la boca sin mirarlas, el bondadoso anciano siguió sus habladurías con cierto desconcierto, y como desvariando.
Este gracioso posee mil habilidades: caza zorzales con silbato y percha, y jilgueros con liga ó red, y pesca anguilas metiéndose en los charcos y arroyos y cogiéndolas con la mano.
¿Por qué no redondeas el asunto, como dice papá de los negocios, cogiéndolas por el buen deseo?.
Por esto, arrojando sus propias armas, procuraban ganar las de los contrarios, y apoderarse de las picas, cogiéndolas con las manos.
Porque los unos procuraban con sus espadas apartar las lanzas, defenderse de ellas con los escudos o retirarlas cogiéndolas con la mano, y los otros asegurando el golpe con entrambas y apartando con las mismas armas a los que los acometían, como no bastasen ni el escudo ni la coraza para contener la violencia de la lanza, derribaban de cabeza los cuerpos de los Pelignos y Marrucinos, que, desatentados, corrían encolerizados como fieras a los golpes contrarios y a una muerte cierta.

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