Ejemplos con clientes

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La familia molesta a los clientes diciendo siempre , Yaga, puedes atender?.
En Australia, Telstra anunció la terminación de su red EvDO y comenzó a migrar a sus clientes a su red más rápida HSDPA.
Varios operadores están cambiando a sus clientes a redes HSDPA.
Cuando se produzca una invasión acudirán los señores con sus clientes y una décima parte de los siervos, pero quedan libres los eclesiásticos.
Parte B: dirección para los clientes, esto describe las ediciones referentes a la certificación del sistema de gerencia de la calidad en el campo del software del punto de vista del cliente que está iniciando un proyecto de desarrollo, y explica cómo el cliente puede contribuir a la calidad de los productos y de los servicios entregados.
ultimamenta la empresa se encuentra trabajando en la parte sur de baja california debido ala demanda de sus clientes concervando sus rutas y creando otras nuevas de esta manera mantiene conectada a baja california con el maziso continental de norte a sur con precios muy accesibles a nuestros bolsillos lo que nos proporciona una oportunidad de viajar ya sea de placer o negocio, es una gran oportunidad con precios muy accesibles.
Krauss-Maffei-Kunststofftechnik emplea una organización de ventas y centros de servicios descentralizada con el fin acercarse a los clientes de todas las regiones de la tierra relevantes en los mercados en los que compite.
Los servicios de la gerencia de Larry Rudolph la manejaron, bien conocidos por representar a clientes famosos como Britney Spears y Nick Lachey.
Los clientes del notario, sentados en el entresuelo en espera de los papeles que acababan de garrapatear a toda prisa los escribientes, levantaban la cabeza con asombro.
El soldado de pelo canoso y lentes de miope, que guardaba en plena guerra los gestos de un director de fábrica recibiendo a sus clientes, mostró al mover los brazos unas vendas y algodones en el interior de sus mangas.
El silencio con que acogían estas explicaciones los dos clientes le hizo abandonar su oratoria maquinal para fijarse en ellos.
El cochero, para no ser descortés con sus dos clientes, a los que presentaba la espalda, volvía de vez en cuando el busto, dándoles explicaciones.
En torno de las cocinas al aire libre se agolpaban los clientes, comiendo de pies los macarrones hervidos o los pedazos de carne.
Los clientes rugían de risa, seducidos por esta gracia escatológica, y reparaban menos en la cuenta de honorarios.
Don Esteban, que se creía obligado a ser anticuario en su calidad de individuo de varias sociedades regionales, iba llenando su casa con los restos del pasado adquiridos en los pueblos o que le ofrecían espontáneamente sus clientes.
Y tirando del ronzal de una vaca rubia, que llevaba pegado al rabo como amoroso satélite un ternerillo juguetón, volvía a la ciudad con la varita bajo el brazo y la medida de estaño para servir a los clientes.
Había corrido mundo, tenía la deferencia de hablarle siempre en castellano, era entendido en hierbas medicinales, sin arrebatarle por esto sus clientes, en fin, que resultaba la única persona de la huerta capaz de alternar con él.
A las ocho, después de servir a todos sus clientes, Pepeta se vió cerca del barrio de Pescadores.
Lo cierto era que desde el anochecer, toda una procesión de clientes, anonadados unos y amenazantes otros, entraban en las oficinas del banquero, no encontrando otra cosa que las mesas abandonadas y algunos empleados quejumbrosos y todavía no convencidos de la ruina de su principal.
Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía, otros aseguraban que era un desgraciado, un iluso, que, enloquecido por anteriores triunfos, se había empeñado en sostenerse a la baja, perdiendo su capital y el de sus admiradores, para huir al fin, pobre y avergonzado, sin que su deshonra le valiera nada.
Los nuevos clientes de don Ramón atravesaron la oficina tan conmovidos como el otro.
Y don Ramón les acompañó hasta la mampara, cobijando con mirada amorosa de padre a sus tres clientes.
Juanito y las dos mujeres, después de una hora de espera viendo las entradas y salidas de los clientes, que andaban con aire discreto, como influidos por aquel ambiente de seráfica calma, fueron admitidos a la presencia del gran hombre.
Los clientes aguardaban con resignación el turno.
Luego que supieron que don Juan había salido, y que no volvería hasta la tarde, las dos muchachas se colaron de rondón en el despacho, y tomaron asiento en la banca de los clientes.
Alguien me dijo después que aquellos hijos de Motecuhzoma eran ediles de un pueblo cercano, clientes de don Juan en un lite de quince años, para recuperar una dehesa y una faja de monte.
A eso de las diez comenzaron a llegar los clientes.
Yo, al ver aquellos relojes me decía: Uno para los clientes, el de pesas, otro, el de cristal, para el señor licenciado.
Enfrente de la mesa, un banco conventual y tres sillas desvencijadas, para los clientes que esperaban audiencia.
Vamos a despachar, antes de que principien a llegar los clientes.

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