Ejemplos con clima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Pero ya todo resultaba inútil, porque el brigadier Barradas había capitulado, pero por culpa del clima que le había dejado sin hombres útiles para el combate.
No obstante, los mecanismos de actuación de este factor sobre el clima terrestre pueden no ser todo lo directos que podría parecer y el mecanismo causante podría ser más complejo de lo que en un principio podría suponerse.
Los cambios en el clima de la Tierra ocurridos durante los últimos años han hecho que tanto la comunidad científica como la opinión pública estén inmersos en un acalorado debate sobre el calentamiento global de la atmósfera y la influencia que el hombre puede ejercer sobre el clima.
Lantana se ha naturalizado en los Estados Unidos, en particular en los llanos costeros del Atlántico, desde Florida a Georgia, donde el clima está cerca de su nativo tipo de clima , con alta humedad y calor.
Esas expediciones pasaron por muchas inclemencias del camino y del clima, que en esos lugares produce bajas en la temperatura bastantes drásticas en pocos minutos, la fauna del lugar y los constantes ataques de los bandidos tampoco mostraron piedad, incluso llegaron a sufrir tiroteos por parte del ejército del lugar.
El disfrute del suelo estaba muy repartido, y la dulzura del clima así como la frugalidad de las gentes hacían que éstas fuesen generosas y poco apegadas a los bienes materiales.
Venía de Valencia, del penal de San Miguel de los Reyes, llamado , a causa de la dulzura de su clima, por los habituales pensionistas de dichos establecimientos.
La isla inhospitalaria era amada, sin embargo, por la dulzura de su clima.
La sabiduría se agostaba pronto en esta familia de marinos y guerreros, como planta que surge por equivocación en un clima adverso.
Dado estaba Miranda a todos diablos, cuando Duhamel vino a consolarle un poco, asegurándole que la enferma experimentaba de algunos días acá unos asomos de mejoría, y que debía aprovecharlos regresando a España, en busca de clima benigno, añadiendo, en su chapurrado franco-portugués, que puesto que él pensaba, como casi todos los médicos de consulta en Vichy, salir pronto para París, podrían combinar el viaje juntos, y así vería cómo probaba el movimiento del tren a la enferma, y resolver si necesitaba descanso, o si resistiría volver a España de una vez.
La estación adelantaba: estaban casi a mediados de Septiembre, y esperar más era exponerse a las persistentes lluvias de aquel clima.
El clima poderoso había templado al hombre como en ninguna otra parte del planeta, dándole una fuerza seca y resistente.
Los médicos opinaron que en este tiempo podía yo sin peligro inmediato consagrarme a las misiones lejanas, y entretanto, me aconsejaron que dedicándome a trabajos menos fatigosos, como los de la cura de almas en un pueblo pequeño y en un clima frío, procurase conjurar el riesgo de una muerte próxima.
Yo les insinué algunas mejoras en el cultivo, hice traer semillas y plantas propias para el clima, y como los vecinos son laboriosísimos, ellos hicieron lo demás.
Dedicadas estas pobres gentes a la agricultura y a la ganadería, sólo conocían los principios que una rutina ignorante les había trasmitido, y que no era bastante para sacarlos de la indigencia en que necesariamente debían vivir, porque el terreno por su clima es ingrato, y por su situación lejos de los grandes mercados no les produce lo que era de desear.
Como el clima es muy frío y el terreno bastante ingrato, los habitantes se limitaban, antes de que yo llegara aquí, a cultivar algunos pobres árboles que no les servían más que para darles sombra: unas cuantas y tristes flores nacían enfermizas en los cercados, y en vano se hubiera buscado en las casas la más común hortaliza para una ensalada o para un puchero.
¡Qué más se podía apetecer en el mundo que vivir en un clima benigno, comer, pasear, dormir tranquilamente las horas que a uno se le antojaran! Además, habían hecho un beneficio al pueblo, conduciendo al altar a una porción de señoritas de veinticinco a treinta, que, sin este inesperado socorro, se hubieran ido desecando tristemente.
Don Rufo hablaba de la necesidad de trasladarse a otro clima, a otro país más elevado sobre el nivel del mar, donde el aire tuviese menos presión.
La pobre señora había intentado vivir cerca de él, pero temía al clima de Bilbao.
Iría a Asturias o a Cataluña, tal vez se embarcase para América, aún no se había buscado un nuevo puesto, pero acariciaba la ilusión de llevar con él a su madre a un clima que fuese mejor.
El clima de Londres extremaba la enfermedad de Gabriel, y a los dos años tuvo que trasladarse al continente, a pesar de que el país británico, con su absoluta libertad, era el único suelo donde podía vivir tranquilo e ignorado.
Mira, Fernandito, vida mía, te he dicho que no hables en ninguna parte Eso no es cuestión de clima.
¿Cosa del clima? No, porque ciudades de la misma región y de naturaleza idéntica son animadas, alegres, festivas, , como decía el.
Doña Manuela continuaba haciendo sus compras, deteniéndose ante los productos raros y extraños para la estación que puede ofrecer una huerta fecunda, cuyas entrañas jamás descansan y que el clima convierte en invernadero.
La belleza del paisaje, la dulzura del clima y la tranquilidad de la población, seducen a quien pone los pies en Villaverde, la budística ciudad extiende sus redes misteriosas, y ¡presa segura!.
El clima de Cuba y Filipinas le había dejado en los huesos, y como era todo él una pura mojama, relumbraban en su cara las miradas de tal modo que parecía que se iba a comer a la gente.
—Digo más: hasta hace dos horas y media, no ha sabido nadie en la Ciudad si era muerto o vivo, si habia logrado enriquecer o estaba en la miseria, ni qué zona, clima o region del globo presenciaba su gigantesca lucha con el Hado.
Es una ciencia replicó don Quijote que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene, ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido, ha de ser médico y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure, ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla, ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas, y, dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, decendiendo a otras menudencias, digo que ha de saber nadar como dicen que nadaba el peje Nicolás o Nicolao, ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno, y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama, ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla.

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