Ejemplos con chupada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La palabra tereré es onomatopéyica, referida al sonido que emite la última chupada de la bombilla.
En algunos casos la mujer puede masturbar al hombre con sus senos mientras también practica la felacion simultaneamente, utilizando una técnica usualmente llamada la chupada mamaria, también cuando el hombre eyacula en el pecho de la mujer usualmente se llama a eso el collar de perlas por el parecido del semen con dicho objeto.
Y Fernando dió una larga chupada a su cigarro, lanzó el humo leve al techo artesonado del saloncito y se quedó mudo y sonriente, como en la grata contemplación de una gaya imagen.
¡Cosa inaudita! Sor Marcela dio una chupada y después arrojó el cigarro, haciendo ascos, escupiendo mucho y poniendo una cara tan fea como la de esos fetiches monstruosos de las idolatrías malayas.
Después de la primera chupada, dijo:.
Si quieres que siga gobernando a una Nación como esta el capricho de un Rey o la ambición infame de media docena de lacayos, si quieres que todo el manejo de la fortuna del Reino esté al arbitrio de una mujerzuela o de un palaciego adulador, si quieres que la parte principal de la riqueza del país sea chupada por un enjambre de holgazanes corrompidos, sin ley de Dios ni de los hombres, si quieres que la ignorancia y la barbarie de los pueblos sean ley del Estado, y que se proscriban los libros como una plaga, si quieres que un capellán de monjas más estúpido, aunque menos gracioso que fray Gerundio, ponga su veto a las obras del entendimiento más sublime, si quieres que siga este envilecimiento en que tantos seres viven, gobernados como carneros, y sin saber ni pedir cuenta de su conducta a los que les gobiernan, si quieres que todos los hombres eminentes se mueran de miseria y dolor en los calabozos o en los presidios de África, y que los mejores títulos para escalar las altas posiciones sean aquí la adulación, la bajeza, la nulidad, la ignorancia, la intriga, si quieres esto, Pipaón, ¿para qué has salido de Palacio y has entrado en el club?.
¡Dos amantes, dos futuros esposos! ¿Qué otra cosa habían de ser, cuando así se acariciaban y estrechaban y fundían? No obstante, a los dos o tres minutos de espectáculo, Clara sintió una especie de náusea moral, algo parecido a la sensación de la primera chupada de cigarro para un chiquillo.
Le pasaron un mate, y entre chupada y chupada, me refirió su vida en cuatro palabras.
El señor Thaddeus Sholto nos miró a todos, visiblemente orgulloso del efecto que había producido su relato, y continuó, entre chupada y chupada a su voluminosa pipa:.
Eran ya las seis de la mañana, y el ternero de la única lechera que, todos los días, ordeñaba doña Tomasa, para las necesidades de la familia, balaba todavía lastimosamente en el palenque, con el hocico metido en la trompeta, el ojo triste y la panza chupada.
La boca chupada hacia adentro, hacía saltar la nariz de filo helado.
'''LA LUNARES:''' Ya me permitirás alguna chupada.
Palacios dejó la copita de coñac sobre la mesilla cigüeña, que el criado le había puesto delante con el tántalo abierto y surtido, y dando una chupada al habano, asintió.
Sin embargo, don Juan Palomo no participaba de la alegría general, pues sentado en el balcón que daba sobre el zaguán de su casa, tiraba de cuando en cuando una chupada a la pipa, y seguía distraído y caviloso las ondulaciones del humo que despedía de sus labios.
Llegando, pues, este sujeto como él llegaba de ordinario a aquel sitio y otros tales, hablando a voces y encajando en cada frase media docena de interjecciones crudas, entre mordisco y chupada a su cigarro sempiterno y de los peores, increpó de este modo a los cinco mozos de la tertulia, casi al mismo tiempo que arrancaba con los dientes el tercio superior de su tabaco, que parecía un hisopo:.
Incorporose el hombre lentamente, bostezando mucho y con grande clamoreo, se desperezó a sus anchas, lió un cigarro y le encendió sin dejar de estremecerse ni de bostezar entre chupada y chupada.
-¡Hay gentes imposibles? -comentó el parásito, arrancando una chupada deliciosa y un humo a oleadas lentas.
Y el cabecilla arrancó la última chupada y tiró el cigarro, con un gesto de contrariedad y fatalismo.

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