Ejemplos con callándose

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hablaba de la sociedad en la época de Luis Felipe, de los grandes estrenos del romanticismo, a los que había asistido, de las barricadas que había visto levantar desde su cuarto, callándose que al mismo tiempo abarcaba el talle de una griseta asomada junto a él.
El contraste de los dos deberes que pesaban sobre su conciencia, el de vengar a la muerta, insistiendo en la acusación, y el de respetar su memoria callándose, debía haberse borrado al anunciarse la confesión de la reo, pero lejos de eso, en aquel mismo punto se agravaba.
En tanto que descargan nuevos rayos y se ennegrecen las pavorosas nubes, los periódicos amordazados se vengan del Gobierno y de la Casa Real, callándose todo lo que habían de decir del parto de Su Majestad.
Y glosando allá en su imaginación el parrafejo, discurría de este modo Si la señora condesa de Albornoz va a Loyola, es decir, al padre Cifuentes, y confiesa sus pecados y pide a Dios perdón de sus extravíos, o lo que es lo mismo, embauca a aquel varón respetable, diciéndole lo que le parezca y callándose lo que juzgue conveniente para ponerle de su parte a la sombra de su respetabilidad, agarrada a su manteo, entrará en el gremio de las beatas aristocráticas y se abrirá paso, rosario en mano, por el atajo de la piedad, hasta el alto puesto de que la calumnia y la ingratitud la han arrojado.
En un grupo de ministeriales, de los empedernidos, claveteados de optimismo, decían: Argüelles, haciendo equilibrios, Toreno velado, avieso, dejando traslucir, hoy más que nunca, su mala intención, Mendizábal admirable, diciendo claramente lo que debe decir y callándose lo que le conviene reservar.
Comenzó don Manuel a poner mil objeciones, callándose algunas que no eran para dichas.
Se deja comprender que Ana oyó toda esta parrafada, ruborosa y un tanto conmovida, y que, llegado el caso de responder a la ociosa pregunta final, lo hizo del modo más sencillo, natural y elocuente: clavando los ojos tímidos en Pablo y callándose la boca.
Entonces Ángel se sentó a su lado, y con muchas zalamerías, convirtiendo con gracia y con habilidad el tema de la media naranja, tan repetido en su casa, en disculpa y germen de todo lo sucedido después, comenzó la historia de ello, pero desde muy atrás: desde el punto y hora en que conoció a Luz a la puerta de las Calatravas, callándose discretamente apellidos y seriales para que no saliera lo tapado antes del momento en que debía salir.
Temeroso don Faustino o de tener que mentir o de tener que revelar algo que molestaría y afligiría más a doña Ana, seguía callándose, en actitud humilde.

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