Ejemplos con cala

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El mirador que sirve de aparcamiento ofrece unas estupendas vistas de la cala y del Mar Mediterráneo.
Lo acompañaron en la vanguardia de la frontera como sus subcomandantes de la Sección Volante el capitán Juan José Quesada, el Comandante de Gauchos Bonifacio Ruiz de los Llanos y los capitanes indígenas Diego Cala, Juan Antonio Rojas, Agustín Rivera y dos militares españoles pasados a sus filas, los coroneles Manuel Almonte y Fuente y José Antonio de Acevey.
Podemos encontrar en el término parroquial los restos de dos castros prerromanos, uno es el Castro de A Cidá, situado en la cumbre de este monte, y el otro es el Castro de Porto de Baixo, al lado de una hermosa cala de la cual recibe el nombre, y dentro de los terrenos que forman parte del Parque Natural del complejo dunar de Corrubedo.
La dureza del paisaje, así como las extremas temperaturas de la zona: frío que se cala hasta los huesos en invierno y calor extremo acentuado por las picaduras de los abundantes mosquitos y tábanos en verano han influido en su obra y su vida.
El nombre originario fue de Cala d'Hort, aunque derivó hacia el actual Cala d'Or.
Este importante complejo ocupa gran parte de la llamada Cala LLonga, incluso con una ampliación del espejo del agua en el fondo, si más tráfico que el náutico deportivo recreativo.
Se encuentra en el tramo dos pequeños islotes el denominado Faralló de Cala Ferrera y el de Fred.
Éste coge el cadáver destrozado, manchándose con su sangre, y corre a ocultarlo en la cala.
Glacial sensación corrió por las venas del viajero, que subió el cuello de su americana y llegó los pies instintivamente al calorífero, tibio aún, en cuyo seno de metal danzaba el agua, produciendo un sonido análogo al que se oye en la cala de los buques.
Al asomarse a una escotilla vió la mitad de la cala llena de cajas.
Pasaban semanas y semanas en el mar, fuese cual fuese el tiempo, durmiendo en el fondo de una cala que apestaba a pescado rancio, manteniéndose en patrulla aunque rugiese la tempestad, saltando como un tapón de botella de ola en ola, para repetir las hazañas de los antiguos corsarios.
Estando en este tan manifiesto peligro, cercado de mis enemigos, que ya como ofendidos procuraban vengarse, me socorrió la ventura con un remedio, que fuera mejor haber dejado allí la vida, que no restaurándola por tan no pensado camino venir a perderla cada hora mil y mil veces: y fué que de improviso dieron en el jardin mucha cantidad de turcos de dos galeotas de cosarios de Viserta, que en una cala que allí cerca estaba habian desembarcado sin ser sentidos de las centinelas de las torres de la marina, ni descubiertos de los corredores o atajadores de la costa: cuando mis contrarios los vieron, dejándome solo, con presta celeridad se pusieron en cobro: de cuantos en el jardin estaban, no pudieron los turcos cautivar mas de a tres personas, y a Leonisa que aun se estaba desmayada: a mí me cogieron con cuatro disformes heridas, vengadas ántes por mi mano con cuatro turcos que de otras cuatro dejé sin vida tendidos en el suelo.
Con esta seguridad nos embarcamos, navegando tierra a tierra con intencion de no engolfarnos, pero llegando a un paraje que llaman las Tres Marías, que es en la costa de Francia, yendo nuestra primera faluca descubriendo, a deshora salieron de una cala dos galeotas turquescas, y tomándonos la una la mar y la otra la tierra, cuando íbamos a embestir en ella nos cortaron el camino, y nos cautivaron: en entrando en la galeota nos desnudaron hasta dejarnos en carnes: despojaron las falucas de cuanto llevaban, y dejáronlas embestir en tierra sin echarlas a fondo, diciendo que aquellas les servirian otra vez de traer otra galima, que con este nombre llaman ellos a los despojos que de los cristianos toman: bien se me podrá creer, si digo que sentí en el alma mi cautiverio, y sobre todo la pérdida de los recaudos de Roma, donde en una caja de lata los traia, con la cédula de los mil y seiscientos ducados, mas la buena suerte quiso que viniese a manos de un cristiano cautivo español, que los guardó, que si viniera a poder de los turcos, por lo ménos habia de dar por mi rescate lo que rezaba la cédula, que ellos averiguarian cuya era.
Volvímosle boca abajo, volvió mucha agua, tornó en sí al cabo de dos horas, en las cuales, habiéndose trocado el viento, nos convino volver hacia tierra, y hacer fuerza de remos, por no embestir en ella, mas quiso nuestra buena suerte que llegamos a una cala que se hace al lado de un pequeño promontorio o cabo que de los moros es llamado el de La Cava Rumía, que en nuestra lengua quiere decir La mala mujer cristiana, y es tradición entre los moros que en aquel lugar está enterrada la Cava, por quien se perdió España, porque cava en su lengua quiere decir mujer mala, y rumía, cristiana, y aun tienen por mal agüero llegar allí a dar fondo cuando la necesidad les fuerza a ello, porque nunca le dan sin ella, puesto que para nosotros no fue abrigo de mala mujer, sino puerto seguro de nuestro remedio, según andaba alterada la mar.

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