Ejemplos con cabriolé

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Ella despedaza el cabriolé y luego, con ayuda de Digory ella desaparece y va de regreso al Bosque entre los Mundos.
La reina lo hace conseguirle un transporte, y él le consigue un cabriolé.
No seas impertinente, ni me estrujes el cabriolé.
Y entonces manifestó a Noirtier que un cabriolé esperaba en la huerta, que pensaba raptar a Valentina, llevarla a la casa de su hermana, casarse, y esperar respetuosamente el perdón del señor de Villefort.
El caballo y el cabriolé fueron ocultados detrás de una cabaña arruinada en la que Morrel solía esconderse.
Una vez allí, se dirigió al cercado en un instante, subió al tejadillo de la tapia y por medio de su escala bajó a la huerta, encaminándose a la choza, al lado de la cual le esperaba su cabriolé.
Todo estaba preparado pare la fuga, dos escalas habían sido guardadas en la choza de la huerta, un cabriolé, que debía conducir a Maximiliano, esperaba, ni criados, ni luz, al doblar la primera esquina, se encenderían las linternas, porque podían muy bien caer en manos de la policía.
El militar se arroja de mal humor en el cabriolé, entre un francés que le pregunta: «¿Tendremos ladrones?» y un fraile corpulento, que con arreglo a su voto de humildad y de penitencia, va a viajar en estos carruajes tan incómodos.
-No, gracias, mi cabriolé ha debido seguirnos.
Alberto dejó a la puerta del conde el cabriolé de alquiler en que había venido.
A la puerta encontró su cabriolé, y conteniendo cuanto pudo su cólera, se hizo conducir a casa de Beauchamp, que estaba en la redacción.
Mientras Alberto fustigaba el caballo de su cabriolé, vio al atravesar el bulevar a Morrel, que con la cabeza erguida pasaba por delante de los baños chinescos, viniendo por la puerta de San Martín y encaminándose hacia la Magdalena.
Cinco minutos después Andrés, completamente disfrazado, salió de su casa sin que nadie le conociera, tomó su cabriolé y se dirigió a la posada del Caballo Rojo, en Picpus.
-Todos los míos están a vuestra disposición, vizconde, pero vais a destrozaros corriendo la posta a caballo, tomad mi silla, o si no un cabriolé.
Id a pie hasta la barrera, allí tomaréis un cabriolé, de este modo no iréis a pie hasta casa.
Beauchamp se hallaba almorzando cuando leyó el artículo: envió inmediatamente a buscar un cabriolé, y sin acabar de almorzar marchó a la redacción del diario ministerial.
Vio que subía por el arrabal Poissonnière un cabriolé de alquiler, cuyo cochero, fumando su pipa, parecía querer ganar la extremidad del arrabal San Dionisio, donde debía sin duda parar ordinariamente.
Se trata solamente de alcanzar a uno de mis amigos, con el que debo cazar mañana en la Chapelle-en-Serva, debía esperarme aquí a las once y media con su cabriolé.
Cavalcanti montó en el cabriolé, atravesaron a la carrera el arrabal San Dionisio, costearon el de San Martín, pasaron la barrera y tomaron el camino de la interminable Villete.
No se preocupaba de alcanzar al quimérico amigo, pero, con todo, Cavalcanti se informaba al paso ya de los viajeros, ya de las ventas que estaban aún abiertas, preguntaba por un cabriolé verde tirado por un caballo castaño oscuro, y como en el camino de los Países Bajos circulaban siempre millares de cabriolés y las nueve décimas partes son verdes, llovían señales a cada paso.
Subió a un cabriolé, lo contrató por horas, y se dirigió, a la ventura, al Barrio Latino.
De pronto vio, a través de su sonambulismo, un cabriolé que pasaba con lentitud por la plaza.
Se enderezó, y gritó al joven del cabriolé:.
Hizo parar un cabriolé para seguirlo, pero el cochero, al ver su aspecto, le cobró por adelantado y Marius no tenía suficiente dinero.
Abajo hay un cabriolé esperándote, parte de inmediato y vuelve volando.
Vendrán ambas en el cabriolé, con mi amigo detrás.
––Tomar ese cabriolé, hacer que nos lleve a casa, desayunar y dormir una horita.
Entró en el salón próximo, que Bautista había designado con el nombre de salón azul, y donde acababa de precederle un joven de maneras desenvueltas, vestido con elegancia, y a quien un cabriolé de alquiler había dejado media hora antes a la puerta del palacio.

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