Ejemplos con breñas

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Línea Presidencia Roque Sáenz Peña - Chorotis: La Mascota, Napenay, Avia Terai, Campo Largo, Fortín Las Chuñas, Corzuela, Pozo del Indio, Las Breñas, Pampa del Cielo, Charata, General Pinedo, Itín, Hermoso Campo, Zuberbhuler, Venados Grandes, Chorotis.
Los más provenían de extracción humildísima, de las breñas y entrañas del terruño labriego, pertenecían a familias de aldeanos pobres, con el peculio preciso para pagar a uno de los varones la modicísima pensión del Seminario, por entonces poco más de una peseta diaria, eran de una raza intermedia entre la pura animalidad y un rudimento de especie humana.
Eso consiste en que sabe buscarse distracciones agradables, aunque sea entre estas breñas.
Por entre barrizales y breñas, a campo traviesa y buscando las enramadas para mejor ocultarse, desandaron en quince minutos el camino que habían recorrido en media hora.
Más de veinte hombres quedaron tendidos en las breñas: los demás, volviendo las espaldas, corrieron precipitadamente a la hondonada.
Tratemos, pues, de sacarle de entre esas breñas, démosle educación conveniente, instruyéndole en las buenas doctrinas del santo temor de Dios, y hagamos cuanto en nuestra mano esté para que, como yo he llegado a ser pastor de los rebaños de Cristo, alcance él mayores honras.
Buscando las aventuras por entre las duras peñas, maldiciendo entrañas duras, que entre riscos y entre breñas halla el triste desventuras, hirióle amor con su azote, no con su blanda correa, y, en tocándole el cogote, aquí lloró don Quijote ausencias de Dulcinea del Toboso.
Todo esto miraban de entre unas breñas Cardenio y el cura, y no sabían qué hacerse para juntarse con ellos, pero el cura, que era gran tracista, imaginó luego lo que harían para conseguir lo que deseaban, y fue que con unas tijeras que traía en un estuche quitó con mucha presteza la barba a Cardenio, y vistióle un capotillo pardo que él traía y diole un herreruelo negro, y él se quedó en calzas y en jubón, y quedó tan otro de lo que antes parecía Cardenio, que él mesmo no se conociera, aunque a un espejo se mirara.
-Se había destocado y su cabello espeso, de color montaraz, cortado por igual, parecía una mata, una muestra de las breñas.
En fin: cuando ya distaríamos de Órgiva cosa de legua y media, la Sierra de Jubiley se despidió de nosotros, diciéndonos que no podía continuar más adelante, y nos depositó galantemente y con la mayor suavidad en terreno llano, -después de haber hecho todo lo posible por dejarnos sepultados en sus breñas.
Acontecía algunas veces que una res vacuna o alguna cabra se perdía a boca de noche en aquellas soledades, y él entonces, a trueque de ahorrar a su dueño un disgusto de su pérdida, salía de la ermita pisando nieve endurecida y la llevaba al pueblo a riesgo de ser devorado de los lobos, osos y otras alimañas de que tan gran abundancia se cría en estas breñas.
Los relinchos de los caballos a la orilla del lago, los ecos de los groseros instrumentos, las voces de mando y los romances guerreros de aquellas alegres animadas tropas resonaban con extraordinario ruido entre aquellas breñas y precipicios, y los corzos y jabalíes huían asustados por las laderas con terribles saltos y bufidos.
¡Cuán bella destacábase, como arropada por algunos árboles, la huerta del Breñas, con sus arriates cubiertos de flores, con el parral que sombreaba la planicie! En cuanto se mejorara era preciso que se fuesen a vivir al valle, en una casita como aquella, hasta tanto que ambos se afirmaran, podrían ir tirando con sus escasas rentas.
Y al pensar que su Joseíto, en lugar de irse a pagar el vencimiento de la hipoteca, hubiese metido su caballo sierra adentro para ir en busca del Petaquero, profunda zozobra apoderábase de su corazón, ella sabía que los tiempos habían cambiado, que ya todos los que al tabaco se echaban tenían que tutearse con la que nos pudre, y que no eran pocos los que, como el Petaquero, tenían que andar jugando al zorro que te vi entre breñas y abulagas en espera de poder pillar un transatlántico que los llevara a las Américas latinas, y menos mal para los que podían hacer esto, que otros como Antón el Cantonera, Paco el Pecoso y Casimiro el Broñigal, habían pagado con la número uno su ambición y su valentía.
-No, hija mía, la del señó Bartolo, no, la que tú le diste esta mañana al Breñas pa que se la llevara en seguiíta al comandante del puesto de «Vizcaíno».
Ya seguramente el Breñas habría entregado la carta al sargento Torrente, y pronto se dirigiría éste hacia casa del Naranjero, donde podría sorprender al matador de Tobalo, y su delator podría verle pasar atado codo con codo por delante de su casa.
No obstante estos razonamientos, no conseguía el viejo hacer callar aquella voz que tan tercamente hacíale oír sus acusadoras inflexiones desde que horas antes diera orden al Breñas de llevar la carta delatora al jefe del puesto cercano.
-Miá, que cuando venga el Breñas me le mandas en seguiíta aonde yo esté, que estaré en el «Tajo del Tardío».
Dos figuras siniestras, dos hombres medio desnudos, armados de anchos puñales, surgiendo de repente de entre las breñas, se arrojan sobre ella, arráncanla del sagrado recinto y del beatífico ensueño que la absorbe, inutilizan su resistencia, sofocan sus gritos, y la arrastran en pos suyo hacia una nave que oculta los aguarda entre las sinuosidades de un risco.
Una hondonada cubierta de breñas favorecía sus movimientos.
Mientras estaba lavándose, desnudo de la cintura arriba, don Fermín se acordaba de sus proezas en el juego de bolos, allá en la aldea, cuando aprovechaba vacaciones del seminario para ser medio salvaje corriendo por breñas y vericuetos, el mozo fuerte y velludo que tenía enfrente, en el espejo, le parecía un otro yo que se había perdido, que había quedado en los montes, desnudo, cubierto de pelo como el rey de Babilonia, pero libre, feliz.
Durante el día caminaban en su busca entre breñas y malezas.
Por todas partes, peñascos y breñas.
Casi toda España estaba sujeta a la ley de Mahoma, salvo dos o tres estadillos nacientes, donde, entre breñas y riscos, se guarecían los cristianos.
deja en las breñas de mi triste historia.
La superficie del Océano no es lisa, fantásticas breñas de hielo la cubren.
montes y breñas.
El cuerpo estaba hundido entre las breñas.
Merodeador de las breñas, compañero del cuervo, venía a hozar en las entrañas frescas, no a medirse en la pelea.
Al hundir aturdidos, presos de un terror súbito, descargaron los que pudieron sus grandes pistolas sobre las breñas, alcanzando a Cata un proyectil en medio del pecho.

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