Ejemplos con bribona

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En la primera mitad de los años cuarenta está en el apogeo de su estrellato y trabaja en buenas películas como Alondra del cielo de Mark Sandrich, Los intrusos de o La bribona de Sidney Lanfield.
Sostengo y sostendré que mi tía doña Silvia fue una solemne bribona legando sus riquezas a una piara de frailes inmundos y de monjas idiotas y puercas.
Parecía decir: Puedo más que tú, bribona, ya lo has visto, y te deshago de un puñetazo.
Todas ellas, mujeres problemáticas, y otras mil y mil mujeres frívolas y superficiales en apariencia, pero honradas en el fondo las más, sólidamente virtuosas y sensatas muchas de ellas, saludaban al pasar a la ilustre bribona, inclinándose todas a su paso, rindiéndole el homenaje de sus sonrisas y su envidia, haciéndose reas de la perniciosa condescendencia con el vicio, llaga mortal de las grandes sociedades, contribuyendo con su presencia y con su lujo, por necedad, por debilidad o por malicia, al gran pecado del escándalo, al triunfo de la más ruin bellaca que urdió jamás trapisondas en la corte.
Por eso, y sólo por eso, había emprendido la bribona aquella ronda caritativa, escogiendo por compañera aquella inocente niña, incapaz de sondear la capa de cieno que estaba pisando.
El incauto gobernador cayó en el garlito, y ya hemos visto la admirable profundidad con que secundó los atrevidos planes de aquella ilustre bribona, cuyas mezquinas intriguillas traían en conmoción a toda la corte.
La generala aceptó en seguida, creyéndose honradísima, y aquella señora ejemplar, aquella madre cariñosa y cristiana que había educado a sus hijas en el santo temor de Dios y en el cercado de la pureza, fió sin reparo alguno el más bello de sus ángeles a aquella pícara redomada, aquella bribona indecentísima.
Como si se me hubiese olvidado todo lo que había sufrido hasta los dieciocho años, como si en mi casa me hubieran mimado, prescindiendo de tanto recuerdo amargo y de algunas cicatrices que tengo repartidas por el cuerpo, quise volver al pueblo, ver los lugares donde había crecido, los rincones donde me escondía para llorar, la cueva donde me encerraban, el camaranchón que llamaban mi cuarto, la cuadra, las mulas, la fuente, todo aquello, en una palabra, que debía serme odioso: en fin, comprendo que era una chifladura ridícula, pero hasta quise ver a mi madre, y a mi padrastro, y a la bribona de la niña.
Porque tiene Vamos, que se lo gasta todo con una bribona, no para en casa, descuida el estanco, trata mal a la pobre tía y se pone malo.
Mejor te irá conmigo que con aquella embaucadora, bribona, que se estaba burlando de ti.
¡Matarle a él!, ¿sabe usted que me da lástima? No, no, que no le mate Pero lo que es a esa bribona, tramposa, embustera ¿Pues no tiene la poca vergüenza de creer que tendrá hijos? ¡Hijos ella! Dígame usted, ¿qué se pierde con que se vaya para el otro mundo un trasto semejante?.
¡Ah!, maldita bien claro se ve que es usted una bribona una bribona en toda la extensión de la palabra que lo ha sido siempre y lo será mientras viva A todos engañó usted menos a mí a mí no Yo la vi venir.
Será lo que usted quiera, pero desde que me lo contaron, la bribona antigua se ha crecido a mis ojos y me parece menos arrastrada que la moderna.
¿Cómo consentir tal afrenta? La muy bribona ¡imaginar que su marido puede perdonarla después de la trastada indecente que le hizo, después que el querindango atropelló a este infeliz abusando de su fuerza! ¡Qué infamia! Si yo no hubiera estado un mes seguido trasteando a este chico para quitarle de la cabeza la idea de la venganza no sé qué catástrofes habrían sucedido.
Si ya le parecía a ella oírlo: Miren esa, tan orgullosa y rígida, tapando el matute que la otra bribona ha introducido en su casa.
No pudiendo contenerse, Guillermina se levantó y fue hacia la chapa agujereada, y por allí echó estas vehementes expresiones: ¡Hijo mío, esa loca que no viene! tienes razón ¡bribona! Aguárdate un poquitín, un poquitín.
¡Ah, mujer infeliz!añadió el clérigo con solemnidad, levantándose, no sólo es usted una bribona, sino una idiota.
Esa mujer es una bribona, y tú serías un simple si no fueras también un solemnísimo pillo.
A ella, a esa bribona es a quien yo quisiera arreglar.
Yo no he faltado A mí sí que me han faltado Esa bribona me ha engañado, nos ha engañado a las dos, porque somos dos las agraviadas, dos, y usted debe saberlo es un ángel, yo otro ángel, digo, yo no Pero hemos tenido un hijo, , y esta es una entrometida, fea, tiñosa y sin vergüenza que me la tiene que pagar, me la tiene que pagar.
¿Y cree usted, santo de Dios, que no se me había ocurrido a mí? ¿Piensa usted que no sueño todas las noches con un chiquillo que se me parezca, que no sea hijo de una bribona, que continúe el nombre de la casa, que herede esto cuando yo me muera y que se llame , como yo?.
¡Una bribona desorejada, que es lo peor!exclamó el marqués después de un rato de silencio.

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