Ejemplos con bochinche

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

La mayoría de los habitantes de El Bochinche son de origen indígena o amerindio de la etnia Kari ña.
El Bochinche es una población venezolana ubicada en la frontera con Guyana, en el municipio Sifontes, estado de Bolívar.
¡Quién diría después de pelearnos tanto! ¡Quién diría que justamente a mí tenían que elegirme, yo que les había liquidado tantos regimientos tantas veces! Pero esa fue justamente la ventaja de mi viaje a río: el Gobierno Provisorio les pidió a los brasileños que me tengan prisionero de guerra porque en el Paraguay podía armar bochinche, dicen que, pero aproveché precisamente mi viaje para hacerme de buenas relaciones que me iban a servir después.
Conocíase a los últimos con el nombre de indefinidos hambrientos, eran gente siempre lista para el bochinche y que pásaban el tiempo esperando la hora.
Pensaba que si venía Maximito iba a suceder un bochinche, y temblaba, frau.
-Si no me arman bochinche es porque todavía no estoy muy vieja y la muchachada me conserva un poco de cariño.
Se quedan hasta la última parte, sólo para armarle un bochinche al pobre infeliz.
No quiero bochinche en mi casa, saben que más.
-¡Bochinche!.
-La bruja ésta, que viene a meter bochinche.
¿Hay hogaño un bochinche popular? Lo primero que pregunta el curioso es ¿a quién vivan? Y después los vivas se encargan de decirnos por quién quedó el campo.
¿Qué diablos iba a sacar en limpio de todo ese bochinche?.
, y al último fuiste voh'el que metió el bochinche.
-«Se lo daré cuando hayamos arreglado con don Justo», y agregó: «No vaya a decir a nadie cuánto le cuesta, pues todos dirían que es demasiado poco y me armarían un bochinche.
Situación difícil para un comisario, pero el diputado era influyente, le tenía rabia justamente al Juez de Paz ese, por su flojedad en las elecciones, y tanto hizo que fue un bochinche espantoso, una arreada general en el pueblito.
-¡Carape! -se decía mientras iba andando hacia la botica, con el sombrero en la mano porque abrumaba el calor-, ¿no parece mentira que un hombre en la flor de la vida haya podido gastar, como yo, lo mejor de su tiempo libre en ese bochinche infame, dando trastazos a las bolas?.
No podía caber honradez, valor, ilustración, talento, virtud ni mérito alguno en hombres que por angas o por mangas habían contribuido a entronizar la política de Gamarra, que fue el primer caudillo de motín que tuvo la patria nueva y el que fundó cátedra de anarquía y bochinche.
Los otros carneros vienen a juzgar los golpes, y empiezan todos a topar entre sí, armando un bochinche que, en la vida social ovina, seguramente merecerá el título de sensacional.
Lo cierto es que, aunque estuviese presente la comisión, y por tal que no hubiese bochinche, ahí se jugaba con la misma libertad que en cualquier ruleta de pueblo veraniego.
Calculen ustedes si tendría bemoles la jarana, cuando a la cabeza del bochinche se puso nada menos que la bellísima doña Teresa, el ojito derecho, la mimada consorte del virrey don García de Mendoza.
Lo que nos prueba que desde que Lima es Lima, mis lindas paisanas han sido aficionadillas al bochinche.
El sagaz obispo receló que si las recibía con bravatas, tal estaban de exaltadas las revolucionarias, serían capaces de echarlo todo a doce y llevar el bochinche Dios sabe a qué extremos.
Los abogados y escribanos se concertaron para embrollar pleitos, los médicos y boticarios celebraron acuerdo para subir el precio del aqua fontis, las suegras se propusieron sacarles los ojos a los yernos, las mujeres se tornaron pedigüeñas y antojadizas de joyas y trajes de terciopelo, los hombres serios hablaron de club y de bochinche, y para decirlo de una vez, hasta los municipales vociferaron sobre la necesidad de imponer al prójimo contribución de diez centavos por cada estornudo.
Acudió la guardia de palacio al sitio del bochinche, y tras ella, ¡Dios nos libre y nos defienda!, la calesita verde de la Inquisición.
-¡Si lo conociera yo, de la paliza que le arrimaba en los lomos lo dejaba para el hospital de tísicos! -decía con aire de matón un jefe de club que en todo bochinche se colocaba en sitio donde no llegasen piedras-.
Repitiéndose el bochinche, entró tropa en el convento, y la madre Nieves y sus principales secuaces fueron trasladadas a otros monasterios.
A pesar de la risueña lección así recibida, no pasaron muchos días sin que el gaucho malo fomentase otro bochinche en la pulpería.
Las bebidas serían de muy buena calidad, pues por mucho que tomara uno, nunca quedaba enfermo: cantaba, se enojaba, metía bochinche, pero pronto se le pasaba y quedaba tan fresco como antes.
Vencedor en el lance, no había hecho uso de la ventaja obtenida, pidiendo sacaran de allí a aquel hombre inerme para que «no hiciera bochinche».
-Pueden llevar a este hombre a que duerma la mona, y no venga aquí a hacer bochinche.

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