Ejemplos con bocacalles

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Por consejo de Gómez de Liaño, colocó cantones en las azoteas cercanas y piezas de artillería en las bocacalles, decidido a aplastar la reacción de los revolucinarios.
Los Tiraores son los jóvenes del pueblo, que armados con escopetas de cartuchos, esperan al Santo a la salida de la iglesia y luego, por cada una de las bocacalles y esquinas por donde ha de pasar la procesión, disparando al unísono, a modo de salvas, sus escopetas.
Pero en un Madrid asediado por las tropas de Franco, bombardeado día y noche por la aviación y la artillería enemigas que causaban miles de víctimas inocentes, con la quinta columna tiroteando desde los tejados cuando anochecía, donde carecíamos de soldados incluso para cubrir todas las bocacalles por las que podían entrar los atacantes, un Madrid que incluso el mismo Gobierno republicano pensaba que sólo resistiría tres días, la Junta de Defensa carecía de instrumentos para controlar plenamente la situación.
La densa bruma de un día gris, húmedo, nublado y el humo del combate impidieron ver la bandera blanca flameando en el bastión norte, por lo que continuaron los tiros desde todas las bocacalles de aquel punto.
Y repartidos en grupos ocuparon todas las bocacalles que daban a la plaza, disparando contra el cuartel.
Hasta aquí nada másdijo ella en una de las bocacalles de Chiaia.
En las bocacalles por donde se descubría un cacho de mar, el señor de las Cuevas solía detenerse un momento para echar una ojeada escrutadora.
Todas las bocacalles vomitaban gentío dentro de la plaza, en la que el crepúsculo sembraba a miles los puntos luminosos.
Más allá, sobre el revoltijo de toldos, el tejado de cinc del mercadillo de las flores, a la derecha, las dos entradas de los pórticos del Mercado Nuevo, con las chatas columnas pintadas de amarillo rabioso, en el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones, en torno de la plaza, cortados por las bocacalles, grupos de estrechas fachadas, balcones aglomerados, paredes con rótulos, y en todos los pisos bajos, tiendas de comestibles, ropas, drogas y bebidas, luciendo en las puertas, como título del establecimiento, cuantos santos tiene la corte celestial y cuantos animales vulgares guarda la escala zoológica.
Los balcones estaban adornados con antiguas colgaduras de sólidos colores, las bocacalles vomitaban sin cesar nuevos grupos en el compacto gentío, y los pájaros que anidaban en los árboles del Mercado huían ante la granujería que, montada en las ramas, silbaba y gritaba a los de abajo, con la confianza del que está en su propia casa.
Al sonar cercanos los ecos de la banda se abrieron algunos balcones, asomándose las muchachas privadas de salir, los ancianos y niños faltos de quien les llevase a paseo, y por las bocacalles inmediatas vinieron a escape enjambres de chicos, que con gran algazara y vocerío corrían unos a ponerse junto a la escuadra de gastadores, otros a rodear la charanga, acompañándola buen trecho, hasta que al cabo de un rato se volvían hacia sus casas, temerosos de reprimenda o paliza.
Los cañones que puso Pavía en las boca-calles estaban descargados.
Un poco más tarde llegan por las bocacalles y pasan rápidamente, tirados por hermosos brutos, los carruajes de los ricos y sus parásitos, mostrando la gente adinerada afán de imitar al pueblo en la manera de vestir.
Y muchas miradas se dirigieron a las bocacalles en demanda de Antonio Arregui, única persona que faltaba ya para que el drama fuese completo.
No habían abierto aún la entrada a las aulas, y el golpe como de doscientos estudiantes de derecho, filosofía y latín, la flor de la juventud cubana, se dilataba desde las gradas de piedra de la portería hasta el cuartel de San Telmo por un lado, y por el otro largo trecho hacia las bocacalles del Tejadillo y de San Ignacio, a causa de la estrechura de la vía.
La noche se presentaba sombría con sus ráfagas de viento encallejonadas en las bocacalles, y en el confín, tristemente iluminado por oscilantes lunas eléctricas, se veían deslizarse vertiginosas cordilleras de nubes.
Gritaban contra el, pero se mantenían aglomerados en las bocacalles, prontos a huir, sin atreverse a avanzar al descubierto sobre los muelles.
— ¿Y las bocacalles, general? ¿Y las bocacalles?.
Y que el aire siempre perfumado saldría de las grutas de la mañana hacia las bocacalles de las ciudades, escalonadas sobre los céspedes de los jardines, sobrepujando con sus esféricas torres las empenachadas crestas de los parques y terrazas.
Sonámbulo, marchaba, con los ojos inmóviles en las flechas niqueladas que en los cascos de los vigilantes hacían relucir en las bocacalles los cilindros de luz que caían de los arcos voltaicos.
Los arcos voltaicos lucían entre las aéreas enramadas de las bocacalles.
Inmediatamente, sin otra señal que ésta, los carruajes se volvieron a poner en movimiento, llenando de nuevo el Corso, desembocando por todas las bocacalles como torrentes contenidos do instante, y que se lanzan juntos hacia el río que alimentan, y la ola inmensa de cabezas volvió a proseguir más rápida que antes su carrera entre los dos ríos de granito.
Por las bocacalles que daban al mar pasaba zumbando con un cortejo de papeles y basuras.
Por una de las bocacalles desaguaba un torrente oscuro agitando los brazos y retorciéndose como los posesos de un grabado de Hondius.
Y repartidos en grupos ocuparon todas las bocacalles que daban á la plaza, disparando contra el cuartel.
El tiempo era de perros, diluviaba, y el viento redondo de Marineda sacudía los edificios y rugía furioso al través de las bocacalles.
Y por este tenor siguió dando voces de mando, a la vez que de las bocacalles hacían algunos disparos los pocos hombres del pueblo que aún tenían coraje para batirse.
Los indios, igualmente armados, acudieron por las bocacalles, y empezó entre ambos partidos un sangriento combate.
Entraba la procesión en la encrucijada, cuando por una de las boca-calles de enfrente entró también un hombre a caballo.
Los edificios se lavan y se asean, el agua limpia las calles, los viandantes andan de prisa vestidos de fantasía, los carruajes se ponen en movimiento y van dando cabezadas a un lado y otro como quien opina de diferente modo, los carros de los vendedores atraviesan despavoridos las bocacalles provistos de su perro malhumorado, cuya misión es gruñir sin motivo a los que no piensan robar, los caballos trotan haciendo saltar chispas de diamante, las mujeres levantan coquetamente sus vestidos, y los célibes se paran en las esquinas esperando algo que no llega, hasta ver pasar a cuantas se avista en todas direcciones.

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