Ejemplos con bienaventurados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Los serafines son, según la teología católica, el primero de los nueve coros o tipos de espíritus bienaventurados o ángeles, tal y como los describió Dionisio Areopagita en su obra La Jerarquía Celeste.
En el nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritusanto e de los bienaventurados apóstoles San Pedro y San Pablo y de los Santos Reyes, a quienes se toma por abogados de esta población Sea notorio a S.
Estrabón y Tolomeo lo sitúan a siete jornadas de Tebas, hacia el oeste y, por su rica vegetación, lo habían llamado los griegos la isla de los bienaventurados.
La portada se compone de tres arquivoltas iluminadas con bienaventurados y un doble tímpano en los que los cielos contemplan el martirio de San Esteban, cuya vida esá esculpida en el dintel.
Las Islas de los Bienaventurados o Islas Elíseas gobernadas por Crono.
Por último aparece Dioniso y dice que Cadmo será transformado en dragón y su esposa Harmonía en serpiente y tras comandar un ejército y devastar ciudades serán conducidos por Ares a las islas de los Bienaventurados.
La forma de la mesma ciudad e fortaleza de Gibralfaro con el corral de los captivos en campo colorado, e por reverencia de los bienaventurados dos mártires, San Ciriaco e Santa Paula, que en dicha ciudad fueron martirizados, mandamos poner su imagen de cada uno de ellos en par en las Torres de Gibralfaro, e por la onrra del puerto, le damos las ondas de la mar, e por orladura de las dichas armas, nuestras divisas que es el Yugo y las Flechas.
Representa una idea propia de la poesía francesa: un viaje a una isla de bienaventurados en la que reside el amor.
Curas, frailes y hasta el señor obispo los visitaban, los adulaban, los mimaban, y, en definitiva los trataban como a presuntos bienaventurados de la clase más distinguida.
Eva lamentaba su pérdida tanto como la de la amistad de los bienaventurados.
Y como no había en el mundo otro hombre que su marido, y éste le interesaba muy poco, Eva empezó a pensar en los bienaventurados que habitan el cielo y muchas veces habían ido a hacerle visitas cuando ella ocupaba el Paraíso.
El público lo forman los bienaventurados, los que se salvan.
Si don Restituto pretendía títulos mundanos, no era por vanidad, sino por una especie de sentimiento de clase, por decoro, como si dijéramos, de aquella categoría de bienaventurados de platea y butaca a que él pertenecía, y por justificarse, en algún modo, con los de galería y cazuela.
Creía que el cielo de los bienaventurados era un teatro, con su escenario y localidades para el público.
Cada dos años, esta humilde estación, por donde pasaban los bienaventurados de la tierra, millonarios de los dos hemisferios, damas bellas y curiosas, gobernantes de naciones, grandes artistas, cambiaba de jefe.
¡Bendita guerra que les permitía acercarse y tocar a estas mujeres blancas, perfumadas y sonrientes, tal como aparecen en los ensueños las hembras paradisíacas reservadas a los bienaventurados! Madama Madama , suspiraban, poblándose al mismo tiempo de llamaradas sus pupilas de tinta.
¡Señor, salva a la Francia! La religiosidad patriótica colocaba Santa Genoveva a la cabeza de los bienaventurados.
Nada importa que haya ordenado: No matarás y que su hijo dijese en la tierra: Bienaventurados los pacíficos.
En este mar de tinieblas, más allá de las columnas de Hércules, habían colocado Homero y Hesiodo el Eliseo, morada de los bienaventurados, las Gorgonas, tierra de eterna primavera, y las Hespérides, con sus manzanas de oro, guardadas por un dragón de fuego.
Felices los que mueren abrazados a la quimera Bienaventurados los que no ven cumplidos nunca sus deseos y viven en el engaño, alegría de nuestra existencia.
¡Al agua los santos! Y caían de cabeza en la ría las vírgenes y los bienaventurados, flotando después de la inmersión con la ligera porosidad de la madera vieja.
Pensó en la felicidad de dejar allí mismo, junto a un ribazo, aquel corpachón cuyo sostenimiento tanto le costaba, y agarrado a la almita de su hijo, de aquel inocente, volar, volar como los bienaventurados que él había visto conducidos por ángeles en los cuadros de las iglesias.
Los favoritos de ahora son los dichosos de aquí bajo Tú serás de los bienaventurados allá arriba.
Pero ahora ya no hacía calceta, ni aparecía dentro de sus ojos patiabierta ante el brasero, echando firmas en la lumbre, la veía en el cielo, justamente ganado con sufrimientos y miserias, vestida de blanco, como van los bienaventurados, y desde allí, asomándose a una ventana de nubes, lanzaba una sonrisa como una bendición sobre los dos jóvenes, que parecía decir: Gracias, Micaela, cuídamela, sacrifícate un poco más, no la abandones hasta verla esposa de Juanito, que es un buen muchacho.
¡No parece sino que allá en el cielo nuestros patronos los Bienaventurados van a emigrar por causas políticas, según la prisa que se dan a romper cartas y memoriales! El aire y la tierra están cuajados de pedacitos de papel.
Ya no le quedaba duda de que su marido , como se dice ahora, a una mujer, y de estos entretenimientos no tenían ni siquiera sospechas los bienaventurados papás.
Realmente acababan los bienaventurados músicos de agotar una redonda corambre, que en la Casa Consistorial les había brindado la munificencia del secretario.
En lo demas, Pepito vivia solo, tanto porque las gentes de la poblacion estaban heridas de su saber y de su orgullo, cuanto porque él despreciaba la conversacion de aquellos bienaventurados.
El dogma de la vision beatífica nos enseña que el alma humana en la mansion de los bienaventurados, está unida íntimamente con Dios, viéndole cara a cara, en su misma esencia.
Y subiéndose mas en cólera, dijo: que mirasen en ello, y verian que de muchos santos, que de pocos años a esta parte habia canonizado la Iglesia y puesto en el número de los bienaventurados, ninguno se llamaba el capitan don fulano, ni el secretario don tal de don tales, ni el conde, marqués o duque de tal parte, sino fray Diego, fray Jacinto, fray Raimundo, todos frailes y religiosos, porque las religiones son los Aranjueces del cielo, cuyos frutos de ordinario se ponen en la mesa de Dios.

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