Ejemplos con bellísima

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Prefiere suelos arenosos, florece en verano, después de una lluvia, produciendo una bellísima impresión donde abunda.
En la capital porteña conoció a grandes figuras del arte paraguayo con quienes alternó y logró trabajar su bellísima vena poética: José Asunción Flores, Mauricio Cardozo Ocampo y Félix Pérez Cardozo, entre otros.
Este santuario se localiza en el pueblo de San Miguel del Milagro con materiales de: fachada roja adobada como tezontle y pedregal, es antigua con la portada bellísima de Tlaxcala, su interior está un hermoso altar dedicado a este guapísimo arcángel.
En la capilla Sacramental encontramos un retablo de estilo neoclásico realizado a fines del XVIII, en su centro una bellísima imagen de La Inmaculada, atribuida a Duque Cornejo, al igual que las esculturas laterales de San Miguel y San Rafael arcángeles.
Le atraen por entonces los Crucificados y hace tres de tamaño natural, uno de ellos una bellísima muestra de desnudo para la iglesia de los capuchinos de Tudela.
Destacar una bellísima canción de amor Primavera en otoño y un tema que dedicó a su madre, tan querida por Gracia, Esa mujercita.
A ambos lados, y del mismo autor, sobresale el panteón real y condal, bellísima obra gótico-mudéjar.
Cuando despierta se encuentra en casa de lord James Guillonk, enemigo suyo a muerte, y tío y tutor legal de la joven y bellísima lady Mariana Guillonk, que resulta ser la Perla de Labuán.
Los testigos de la época dicen que era bellísima y que siempre era invitada a las fiestas organizadas por los integrantes de Almendra, que también eran compañeros de colegio, el Instituto San Román de Belgrano.
Con destino a la misma iglesia Vincenzo Foppa había realizado en los primeros años del siglo XVI una bellísima Deposizione, que fue adquirida tiempo después por el Museo de Berlín, resultando destruida durante la Segunda Guerra Mundial.
Entre las piezas de mayor antigüedad destacan una bellísima copa gremial, adaptada a copón, obra probablemente flamenca del siglo XVI, y la serie de cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, realizada por José Ignacio de Cobo y Guzmán en la primera mitad del Setecientos.
¡Oh, bellísima JUNO, tan celosa como vengativa! Á pesar de tu buena memoria, que siempre se acuerda de la manzana de oro que injustamente fué negada a tu renombrada y nunca bien ponderada hermosura, miro con disgusto que te olvides de lo groseras que nos ha hecho tu favorito HOMERO.
En una velada organizada para recoger fondos con que aliviar la miseria de las viudas y huérfanos de los bravos que sucumbieron por defender el honor que un rey criminal quiso asesinarles, Martí pronunció una oración bellísima, y el señor Leopoldo Burón recitó unos versos, también suyos, alusivos al acto.
Luego Martí, no pudiendo amoldarse a las exigencias del Gobierno de aquella República, del cual era entonces Presidente el general Guzmán Blanco, salió de allí, despidiéndose en una carta bellísima de los venezolanos que amó.
¡López! ¡Mucho ojo! Su de usted nos asegura el triunfo Que toda esa gentecilla cursi vea su nombre en , ensalzada por el elegante de los salones, y es nuestra para siempre ¡Fuera escrúpulos! ¡La de Martínez, bellísima! ¡La García Gómez, encantadora! Esta que viene aquí, un portento, la Victoria Colonna, de este siglo.
Aquella Monina, bellísima criatura de cuatro años, ídolo de su corazón por un fenómeno semejante al que hace a los grandes perrazos encariñarse con los niños, que le tiraba de las patillas y le hacía andar a cuatro pies, guiándole ella por una oreja, había rechazado un día un beso de sus aguardentosos labios, diciéndole con infantil repugnancia:.
A la mitad del acto cuando Dinorah recobra la razón y quiere recordar la bellísima plegaria entre sublimes vacilaciones de la orquesta, que parecen revelar los esfuerzos mentales de la pobre loca, envolvióse Currita en su soberbio abrigo de terciopelo granate, forrado de pieles blancas, y aceptando en señal de reconciliación el brazo de Diógenes, salió del palco escoltada por Villamelón y Leopoldina, gozoso él por irse a dormir su indigestión, furiosa ella por marcharse sin oír el coro final de la romería.
En la escena, Dinorah, la pobre loca, cantaba la bellísima aria que la inspira su propia sombra proyectada en el suelo por la blanca luz de la luna, una de las más felices inspiraciones de Meyerbeer, que interpretaba admirablemente la entonces célebre Ortolani.
Anunciaron en aquel momento la llegada del correo y Diógenes aprovechó la confusión natural que esto produjo para acercarse al tío Frasquito y cogerle sin miramiento alguno por la abierta solapa de su rico gabán de pieles, que dejaba al descubierto una pechera inmaculada, en cuyo centro relucía, bajo la corbata blanca, una bellísima turquesa, celeste como el cielo.
Colocóse en el centro un gran sitial gótico, preciosa joya arqueológica y artística, y hundidos en él ambos niños y estrechamente abrazados, habían de aparecer examinando juntos el diploma de los premios, un exacto facsímile de una bellísima miniatura del siglo XV, tendido a la larga ante ellos, , el perrazo amarillento, apoyaba el hocico en el rojo almohadón de terciopelo en que descansaban los pies de los niños.
Y un ángel, una bellísima muñeca de nueve años, saltó del asiento del piano para caer en los brazos del niño, confundiéndose por un momento con sus besos, sus gritos, su risa, su alegría, sus almas inocentes y sus vidas inmaculadas, como se confundían los bucles de oro que rodeaban, como una aureola de rayos de sol, las preciosas cabezas de ambos.
Y enjugándose con su finísimo pañuelo una lágrima, que, falsa o verdadera, apareció en sus ojos, dejaba ver al descuido la bellísima flor de lis que traía en el pecho, y una magnífica pulsera de oro, en que con sus gruesos brillantes se leía incrustada la cifra de Isabel II.
Paco Vélez salió por el otro lado del escondite con las manos en los bolsillos, coloradas las orejas y mordiéndose los labios, y se detuvo a examinar, con aire de inteligente, una bellísima lámpara de cobre repujado que sobre una columna salomónica hacía pendant con el caballete.
Como estilista sin rival, como personalidad sin parecido en el terreno de las letras, donde brilla la figura de Alarcon con luz propia y bellísima, sirven de ejemplos constantes , , los trozos del y las , donde hay diálogos, descripciones y discursos que bastan por sí solos a hacer este libro una joya más de nuestra literatura, y un digno modelo para los que se dediquen en España a esta forma tan dificil y compleja, tan sin reglas y sin criterio, como que responde a la manera pública que tienen de manifestarse cosas tan difíciles de manosear, como el hogar doméstico, la fiesta de familia, la aventura galante, y todo ese mundo de acciones individuales que, por medio de la imprenta periódica, tienen su crítica constante en las columnas de los periódicos.
Cuando los ladrillos rozaban ya la bellísima línea del horizonte, aún sobresalían las lejanas torres de Húmera y las puntas de los cipreses del Campo Santo.
Su bellísima frente ceñuda indicaba esta idea: ¿Pero a dónde me llevan estas tías?.
En fin, trasnochados, mojados y con ojeras llegaron a la hermosa y bellísima ciudad de Génova, y desembarcándose en su recogido mandrache, despues de haber visitado una iglesia, dió el capitan con todos sus camaradas en una hostería, donde pusieron en olvido todas las borrascas pasadas, con el presente gaudeamus.
—No es malo, dijo el paje, pero el ser poeta a solas no lo tengo por muy bueno: hase de usar de la poesía, como de una joya preciosísima, cuyo dueño no la trae cada dia, ni la muestra a todas gentes, ni a cada paso, sino cuando convenga y sea razon que la muestre: la poesía es una bellísima doncella, casta, honesta, discreta, aguda, retirada, y que se contiene en los límites de la discrecion mas alta: es amiga de la soledad, las fuentes la entretienen, los prados la consuelan, los árboles la desenojan, las flores la alegran, y finalmente, deleita y enseña a cuantos con ella comunican.
Turbéme, considerando el peligro que don Gregorio corría, porque entre aquellos bárbaros turcos en más se tiene y estima un mochacho o mancebo hermoso que una mujer, por bellísima que sea.
Estaba la bellísima Zoraida aguardándonos a una ventana, y, así como sintió gente, preguntó con voz baja si éramos nizarani, como si dijera o preguntara si éramos cristianos.

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