Ejemplos con batalladora

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Sin otra ayuda que la consecuencia y el empeño de sus dirigentes y el entusiasmo y tesón de sus asociados, la batalladora entidad luego de muchos esfuerzos y sinsabores ha conseguido realizar una de sus más caras aspiraciones como era poseer un campo de deportes donde desplegar sus actividades deportivas.
Se podría pensar en una antiquísima diosa de características duales, tanto benignas como malignas, similar a la diosa india Dev , esposa de Siva, entre cuyos muchos aspectos están incluidos la dulce Um , la batalladora Durg o la terrible Kal.
Yaguaí vió lo que era, e instantáneamente, en plena barbarie de bosque tropical y miseria, surgieron los ojos brillantes, el rabo alto y duro, y la actitud batalladora del admirable perro inglés.
Comúnmente le sorbe los sesos la batalladora política más que las pacíficas letras, y toda la mañana la veis en su cuarto, con bata encarnada y una cofia en la cabeza, devorando periódicos.
El áspero camino fue nuevamente lo que antes era, y los que acompañaban al mártir Nazarín recobraron su forma y vestimenta, los guardias eran guardias, y Ándara y Beatriz mujeres vulgarísimas, la una batalladora, la otra pacífica, con sus pañuelos a la cabeza.
Comúnmente le sorbe los sesos la batalladora política más que las pacíficas letras, y toda la mañana la veis en su cuarto, con bata encarnada y una cofia en la cabeza, devorando periódicos.
En esta inclinación ambulativa, a veces tiránica y como proveniente de obsesión, radica esa nota del vagabondaggio, que incluyen entre los estigmas congeniales al entendimiento superior los que ven en éste una degeneración de cierta forma, estigma casi siempre bienaventurado y fecundo, como cuantos dan lugar a esa asimilación, en que las máculas del empobrecimiento vital participan de nombre con los caracteres de una centuplicada y todopoderosa salud de espíritu, vagabondaggio que, en Jordano Bruno, es aquel ir y venir de su batalladora madurez, de ciudad en ciudad, de una a otra escuela famosa, anhelando por la autoridad con quien pelear, por el sofisma y la preocupación que destruir, a modo del lebrel que husmea inquieto el rastro de la pieza, y que, en Byron, es el desasosiego inaplacable, la aspiración nostálgica e inmensa, que, como al Satán de Milton cuando desde las sombras busca la senda de los cielos, le arrebata al través de tierras y de mares, en pos de un sueño de libertad indómita y sublime, de belleza, de verdad, de amor, más allá, más allá siempre, dejando atrás los jardines de la Bética.
La lima, en efecto, hizo su oficio, y Severo fue aquietándose, perdiendo vapor, viéndose libre de sus accesos de atonismo y sus arranques de virtud batalladora.
Ángel, apoyado en el joven orador y periodista, imagen de la Iglesia sostenida por la entusiasta juventud batalladora.

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