Ejemplos con atezada

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Poco después se aproximó un hombre, de estatura más que alta gigantesca, vestido a estilo aragonés neto, con su pañizuelo en la cabeza, faja morada y muy caída, mal envuelto en una manta, como herido o enfermo, un brazo en cabestrillo, la faz atezada, ruda, huraña.
-¿Y cómo logró usted el amor de la reina? -pregunté, mientras consideraba la bravía y atezada fealdad del anciano, y miraba, a la luz muriente del sol de primavera, los pelos cerdosos que emergían rígidos de las fosas de su nariz y de la oquedad de sus oídos.
Aquel cuerpo fornido e incansable, aquellas guedejas estoposas, aquel palo pinto, que en su diestra remedaba un venablo, aquel paraguas azul que, bajo su brazo izquierdo, podía tomarse por un haz de flechas envenenadas, aquella mandíbula saliente, aquel mirar poderoso e imperturbable, aquella faz montuna y atezada.
-¡Qué, es posible -decía arqueando las cejas y dándose palmadas en la frente-, qué, es posible que Apolo, el rubicundo Delio, el claro Cintio, el patáreo numen desea verme, solicita conocerme y tratarme! ¡Oh, favor! Pero, ¿es cierto, soberano alípede, es verdad o ilusión dulce de mi deseo? ¿Es realidad física o extravío de la imaginación férvida? ¿Es soporoso nocturno rapto, que en la atezada calígine.
Y a querer también, hubiera podido vengarse Rosario de su marido, que como dueña y señora que era de su cuerpo gentil y lleno de tentadoras arrogancias, de ojos oscuros, grandes y acariciadores, de pelo rubio y abundantísimo, de tez ligeramente atezada y, además, de una cara llena de ángel y de rocío, de una voz grata y rítmica, fueron muchos y de los de más cartel los mozos del barrio que habíanse dedicado a cimbelearla sin lograr elevar sus pendones en la inexpugnable fortaleza.
Este hombre tenía un cuerpo enjuto y flexible, una fisonomía viva y atezada, y en todo su porte y movimientos revelaba su ocupación y oficio de montero.
La traza de estos serranos era viva, ágil y suelta: su cuerpo enjuto, su fisonomía atezada y seca, porque su vida dura de cazadores y pastores les sujetaba a todas las asperezas e inclemencia de su clima, y las armas que usaban eran un gran cuchillo de monte a la cinta y su ballesta, en la cual eran muy certeros y temibles.
Era el ama rolliza y montaraz, grande y hombruna, de color atezada, ojos grandes y terroríficos, que miraban absortos a las personas como si nunca hubieran visto más que animales.
Terrones alzó la callosa mano y se rascó despacio, con movimiento maquinal, la atezada sien, sombreada por una ráfaga de cabello ceniciento, corto y duro.
Quedóse el giboso con los pies a dos cuartas del suelo y el sombrero de paja sobre las rodillas y con su carota atezada parecía un ridículo ídolo chino.

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