Ejemplos con arrugó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

El aire azul y luminoso se arrugó bajo el zarpazo de un trueno.
María arrugó imperceptiblemente el ceño, y se volvió a mí con risueña sorpresa:.
Una sonrisa de malicia infantil arrugó sus mejillas morenas, en las que se marcaba la mancha azul de la recia barba.
A los cuatro pasos se le ocurrió que las noticias tenían que ser referentes al modo como Cecilia recibía la de su desleal conducta, y su frente se arrugó de nuevo con expresión dolorosa.
Mas de pronto su frente se arrugó, su fisonomía expresó una gran severidad.
Su frente se arrugó fuertemente.
Muy feamente arrugó el ceño Lucía una vez que se acercó Juan a la portezuela del lado de Ana, y habló con ella, haciéndola reír, unos minutos: y en cuanto oyó reír a Sol, dejó Lucía su asiento, y se fue ella también a la portezuela.
Arrugó su entrecejo Marfori al decir: ¿Pero no comprende usted, mi querido Marqués, que será humillante para la Reina de España ir a pedir protección a un General, aunque este se llame Espartero?.
¡Con cuánto gusto iría yo a su encuentro si, como dicen, viene hacia acá triunfante y vendiendo vidas! Pero estoy preso y no puedo salir de mi dulce cárcel, en cuanto se lo indiqué a Valvanera, arrugó el divino entrecejo, al de Juno semejante, y me notificó que no piense en obtener la libertad mientras ella, mi tirana por delegación, no rompa los hierros que me oprimen.
La frente del enfermo se arrugó, y sus ojos adquirieron expresión fija y dura.
Andrés oyó entre sueños el absurdo de su tío y arrugó las narices con espanto.
Tirso se metió en su cuarto y Leocadia fue a ayudar a su madre, pero el cura salió en seguida otra vez al comedor con la faz demudada, y cogiendo el periódico, lo arrugó con fuerza y, hecho una bola, lo tiró a un rincón.
Al oír esta expresión de cariño, dicha por el Delfín tan espontáneamente, Jacinta arrugó el ceño.
Felicísimo hizo un gesto tan displicente que su cara se arrugó toda, y desaparecían los ojos, y los pliegues de sus labios se extendieron multiplicándose y describiendo un número infinito de rayas hasta el último confín de las orejas.
Dícese de él que cuando recibió las cartas y supo lo decretado, hallándose presentes y regocijándose sus amigos, arrugó las cejas, se dio una palmada en el muslo y, como quien se cansa de mandar, prorrumpió en estas expresiones: “¡Vaya con unos trabajos que no tienen término! ¿Pues no valía más ser un hombre oscuro, para no cesar nunca de hacer la guerra ni de incurrir en tanta envidia, pasando la vida en el campo con su mujer?” Al oír esto, ni sus más íntimos amigos dejaron de torcer el gesto a semejante ironía y simulación, conociendo que subía muy de punto su alegría con el incentivo que daba a la natural ambición y deseo de gloria de que estaba poseído su indisposición y encono con Luculo.
Milady abrió la carta con una prisa igual a la que Ketty había puesto en traerla, pero a la primera palabra que leyó, se puso lívida, luego arrugó el papel, luego se volvió con un centelleo en los ojos hacia Ketty.
Si conociendo lo corto de la juventud, hubiese mirado las cosas sólidas, se hallaría a cierto tiempo colocado en alguna clase de la república, más o menos feliz a la verdad, pero siempre con algún establecimiento, cuando en el caso del petimetre, éste no tiene que esperar más que mortificaciones y desaires desde el día que se le arrugó la cara, se le pobló la barba, se le embasteció el cuerpo y se le ahuecó la voz, esto es, desde el día que pudiera haber empezado a ser algo en el mundo.
Después arrugó la carta y se la metió en el bolsillo.
Alejandro arrugó las cuartillas con rabia.
Arrugó su entrecejo Marfori al decir: «¿Pero no comprende usted, mi querido Marqués, que será humillante para la Reina de España ir a pedir protección a un General, aunque este se llame Espartero?.
Muy feamente arrugó el ceño Lucía una vez que se acercó Juan a la portezuela del lado de Ana, y habló con ella, haciéndola reír, unos minutos: y en cuanto oyó reír a Sol, dejó Lucía su asiento, y se fue ella también a la portezuela.
Y sin embargo, Felipe seguía rondando la mesa, y se sentaba a veces en el sillón fronterizo, hasta que un día su mano, guiada por impulso involuntario, se tendió hacia la pirámide de periódicos, rompió algunas fajas, arrugó algunas hojas, y después se retiró, como desdeñando una atenta lectura.
Cuando Drake subió al navío capturado, arrugó de un modo formidable las cejas, puso torva y feroz la mirada, y ordenó que se emprendiese el trasbordo con todas las lanchas y los botes de los tres buques.
Entonces, con su pie hendido, hirió el sátiro el suelo, arrugó su frente con enojo, y, sin darse cuenta de nada, exclamó, señalando a Orfeo la salida de la selva:.
Como si se hubiesen secado en Andrés las fuentes del sentimiento, como si el dolor lo hubiese vuelto de piedra, ni una lágrima lloraron sus ojos, ni una queja salió de sus labios, ni una contracción arrugó su frente, impasible y mudo la vio morir, la veía muerta.
Después de decir esto el notable Ramm arrugó el entrecejo, cerró la boca hasta que se le formaron arrugas en las comisuras de los labios y siguió fumando con tal intensidad que muy pronto la niebla ocultó su cabeza, así como el humo envuelve la cúspide terrible del monte Etna.
Erdosain arrugó el ceño, examinó al soslayo los zapatos del otro, y entrecerrando los párpados, espiando con esa mirada filtrada a través de las pestañas la angustia de Barsut, dejó caer lentamente:.
Alberto había ido entretanto recobrando sus fuerzas, continuó leyendo, separando con la mano los cabellos que cayeron sobre su frente bañada de sudor, y arrugó entre sus manos la carta y el periódico.
El indio arrugó más la frente.
El gatiadito dejó, hacia adelante, pasar su cuerpo en un esfuerzo que le arrugó las ancas.

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