Ejemplos con arrebolados

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

En el famoso programa de Televisión El Chavo , Don Jaimito el cartero, lo rebautizo, como El lugar de los crepúsculos arrebolados.
¡Con qué felina zalamería menudeaba los golpecitos en la panza, y llamaba a graves sesentones ratoncillos, perritos suyos, gatitos, , y otros apelativos cariñosos y regalados, que a arrope y miel sabían! Pues ¿qué diré del chiste y garbo incomparable con que oprimía entre sus dientes de perlas, un pitillo ruso, lanzando al aire volutas de humo azul, mientras la contracción de sus labios destacaba la arremangada nariz y los hoyuelos de los arrebolados carrillos? ¿Qué de aquella su maestría en ocupar dos sillas a un tiempo sin que propiamente estuviera sentada en ninguna de ellas, y puesto que reposaba en la primera el espinazo, en la segunda los tacones? ¿Qué de la agilidad y destreza con que se sorbía diez docenas de ostras verdes en diez minutos, y bebíase dos o tres botellas de Rhin, que no parece sino que le untaban el gaznate con aceite y sebo para que fuese escurridizo y suave? ¿Qué de la risueña facundia con que probaba a sus amigos que tal anillo de piedras les venía estrecho al dedo, mientras a ella le caía como un guante? En suma, si la aventura que se murmuró por entonces en los bastidores de un teatrillo, y en la mesa redonda de la Alavesa, parece indigna de la prosopopeya tradicional en la mirandesca estirpe, cuando menos es justo consignar que la heroína era la más divertida, sandunguera y comprometedora zapaquilda de cuantas mayaban desafinada y gatunamente en los escenarios de París.
:¡Qué alborozo en el jardín! Los niños saltaban, tocando las palmas, arrebolados y rientes como auroras, Diana, loca, los seguía, ladrándole a su propia y riente campanilla, Platero, contagiado, en un oleaje de carnes de plata, igual que un chivillo, hacía corvetas, giraba sobre sus patas, en un vals tosco, y poniéndose en las manos, daba coces al aire claro y suave.

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