Ejemplos con apoyándolos

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Hot Rod Circuit, Less Than Jake, MXPX, Stretch Armstrong y The Disasters estuvieron apoyándolos.
El amor de Jesús Martínez por las Chivas fue tanto que en muchas ocasiones ayudaba a la directiva pagando pasajes, y comprándole ropa a los jugadores y apoyándolos con viáticos, habitación y alimento cuando viajaban a la Ciudad de México.
Luego de probar con algunos bateristas invitaron a un ensayo a un viejo amigo y dueño de la sala de ensayo, Giorgio Bertoli, quien estuvo apoyándolos en las presentaciones en vivo, al mismo tiempo que tocaba en La Raza.
Apoyándolos a ellos, el equipo docente se completaba con el cubano español Hildebrando Martí a cargo de Castellano, Literatura e Inglés, don Odilón Jiménez, prestigioso ingeniero civil de la época, se hizo cargo de la cátedra de Matemáticas, don José Astúa Aguilar fue profesor de Educación Cívica y Economía Política, don Tranquilino Chacón además de hacerse cargo de la Secretaría de la institución dirigió las clases de Contabilidad y Caligrafía, don Próspero Calderón impartía Dibujo, don Jesús Nuñez daba clases de Canto, mientras que don José Moreno adiestraba en el área de Gimnasia.
Aunque en general su tendencia a ser aprovechado y mafioso termina metiendo en líos a toda la familia, no es raro que acabe apoyándolos para salir de algún problema, siendo frecuente que aleccione a sus sobrinos de un modo por demás heterodoxo.
Solucionó al fin estas dudas a lo militar, soltando cuatro gritos y apoyándolos con patadas enérgicas.
A duras penas, con un mal cuchillo, hizo astillas la peana en que se sostenía la santa imagen puesta a la cabecera de la cama, colocó en el hogar los pedacitos de madera carcomida, y en torno suyo fue agrupando, apoyándolos sobre las tapas mugrientas y sobadas, los libros de rezo, las obras sagradas, los accesorios de sus trajes sacerdotales, los alzacuellos, los rosarios, todo lo que podía recordarle aquel pasado que hubiera querido aniquilar de un solo golpe.
Solucionó al fin estas dudas a lo militar, soltando cuatro gritos y apoyándolos con patadas enérgicas.
Holmes colocó sus pies en alto, apoyándolos en la repisa de la chimenea, y echándose hacia atrás en su sillón, con las manos en los bolsillos, comenzó a hablar, en apariencia para sí mismo más bien que para nosotros, y dijo:.

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