Ejemplos con antojó

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Este, durante siete meses, se regodeó de tenerlo en prisión, y cuando se le antojó lo puso en libertad y lo dejó marcharse hasta su gobernación de Honduras.
¿La misma no pudo equivocarse? ¿Quién sabe si Tristán sacó el pañuelo para sonarse y a ella se le antojó que era para secarse las lágrimas?.
Por eso hizo bien Perico en no comprarte aquel abrigo bordado de cuentas de colores que se te antojó.
Hubo un tiempo en que se le antojó trabajar, y entró en una casa de comercio.
La vivienda de se me antojó palacio suntuoso.
En el viaje y en el pueblo todo nos pareció delicioso: el campo totalmente desnudo de árboles, nos encantaba, la morada de nuestro amigo y anfitrión se nos antojó palacio principesco, cuanto veíamos era reflejo del gozo de nuestras almas.
Miró la imagen del Cristo muerto y se le antojó que se parecía al P.
La divina imagen, fija en el madero con cuatro clavitos de plata, se me antojó, en tal sitio, oportuno signo de resignación.
Silenciosa y lánguida, se me antojó rendida de cansancio.
¡Vaya con el simpático viejecillo! Al verle con su blusa blanca que dejaba ver los pliegues de la recogida sotana, con el sombrero de jipi, el paño de sol y el abierto paraguas, se me antojó el tipo más hermoso del cura de aldea.
¡Terrible descubrimiento! En un principio Carola le pareció apropiada a su edad y estado de conservación, pero luego se le antojó algo entrada en años.
Así permaneció un rato, que se le antojó muy largo, mas al consultar de nuevo el reloj, vio que apenas se había movido el minutero.
Aquel retrato podía ser el de muchas mujeres, pero a don Juan se le antojó la pintura de Cristeta: el presentimiento, sospecha o lo que fuese le pareció, sin embargo, ridículo, no obstante lo cual, hizo dos últimas preguntas:.
Y Olmedo lo hacía todo tan al vivo y tan con arreglo a programa, que se emborrachaba sin gustarle el vino, cantaba flamenco sin saberlo cantar, destrozaba la guitarra y hacía todos los desatinos que, a su parecer, constituían el rito de perdido, pues a él se le antojó ser perdido, como otros son masones o caballeros cruzados, por el prurito de desempeñar papeles y de tener una significación.
Llegué yo y me lo encontré con las enaguas levantadas Gracias que no se le antojó hacerlo sobre el lo hizo en la coquera He tenido que cerrar la sala, porque me destrozaba todo.
En aquel punto asomó por la puerta un rostro que a Julián se le antojó siniestro, y acaso pensó otro tanto el marqués, pues preguntó impaciente:.
Se le royeron los zancajos a don Manuel, afirmando que había dicho en toda confianza a persona que lo repitió en toda intimidad: El sobrino no me había de salir de aquí sin una de las chicas, y como se le antojó Nucha, hubo que dársela.
Se me antojó que Clarita era una muñeca para mi diversión.
Pero después que nos molieron a sonetazos, Lopito trabó cierta pendencia con el poeta, porque a este se le antojó requebrar a Mariminguilla, llamándola de no sé qué aguas o poéticos charcos.
Dígame, señor bachiller dijo a esta sazón Sancho: ¿entra ahí la aventura de los yangüeses, cuando a nuestro buen Rocinante se le antojó pedir cotufas en el golfo?.
En casa dicen misa en un rico oratorio, y yo en todo este tiempo no he visto que el sol del cielo de día, y la luna y las estrellas de noche, ni sé qué son calles, plazas, ni templos, ni aun hombres, fuera de mi padre y de un hermano mío, y de Pedro Pérez el arrendador, que, por entrar de ordinario en mi casa, se me antojó decir que era mi padre, por no declarar el mío.
El agasajo se le antojó afecto de suegra, y dando una palmadita al negro, contestó:.
Un día, en que a ella se le antojó que tenía una inflamación del hígado.
A Mochi se le antojó de repente volverse a contaduría, donde había dejado algún dinero, y como no se fiaba de la cerradura.
Como si el pensar y el desear así hubiera sido una navajada, allá en sus adentros, no sabía dónde, Bonis sintió un dolor espiritual, como una protesta, y en los oídos se le antojó haber sentido como unas burbujillas de ruido muy lejano, hacia el cuarto de su mujer, una cosa así como el lamento primero de una criaturilla.
Mas en el fondo de las bromas poéticas y sagradas de aquella música de la iglesia, a Bonis, de pronto, se le antojó ver una especie de desafío burlón un tanto irónico.
Llegó a la hoz, y féretro se le antojó a su fantasía, canto funerario el lento murmurar del río, y eco de los suspiros de sus marchitas esperanzas el triste quejido del pájaro solitario, y como su imaginación era reflejo de las impresiones de su alma, hasta las peñas, entre arbustos y zarzales, le remedaban con insultante propiedad las hinchadas narices, los punzantes ojos y la infernal sonrisa de don Sotero, que se gozaba en su agonía, y ¡cosa más extraña aún!, por una caprichosa combinación de sentimientos y de ideas, todo este conjunto de objetos, de sonidos, de formas y de colores, venía a delinear la imagen fiel de Águeda inexorable, desoyendo los gritos de su corazón y lanzándole, solo y desarmado, a luchar contra el imposible de su conflicto.
Y volvió a reírse, y me reí yo también, pero de dientes afuera, con lo cual, dejando ambos el balcón, volvimos a la cocina, en cuya perezosa se me antojó desayunarme aquella mañana.
El capitán, según entonces nos confesó, nunca había navegado más que por la costa de Vizcaya, ni conocía la altura en que nos hallábamos, ni, lo que era peor, el modo de averiguarlo: así fue que, encomendándonos a Dios, pusimos la popa al viento, trincamos el timón, y a los siete días de tormenta nos colamos de noche en un boquete que al capitán se le antojó Santoña, mas al preguntar, cuando amaneció, al patrón de un patache que teníamos al costado, en donde nos hallábamos, supimos que en Castropol.
En otra mirada rápida en derredor del saloncillo aquel, se le antojó haber visto la blanda, inteligente mano de un artista, colocando cada mueble, cada libro y cada cachivache en el único sitio que le correspondía, y ¡otra bobada mayor! aun marcó con la vista en las paredes y sobre muebles determinados, los lugares y los aparatos en que sus acuarelas, a no ser tan malas como eran, hubieran hecho un lucidísimo papel.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba