Ejemplos con alegró

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Mi corazón se alegró cuando aquí en la lejana Australia recibí tu nota y las tres maravillosas fotografías que son la confirmación de nuestros resultados publicados.
Pizarro, cuando los vio cruzar la línea, no poco se alegró, dando gracias a Dios por ello, pues había sido servido de ponelles en corazón la quedada.
Ella no sospechaba que Essex estaría de regreso, y su sorpresa fue tan grande que se alegró de ver de nuevo a su favorito.
Val, así como la madre y abuela de Fran, primero se conmovió, y luego se alegró de que Fran encontrara un trabajo como niñera tan poco tiempo después de ser despedida de la tienda nupcial.
El caudillo envió por delante a Otorgués, cosa que alegró a Alvear, porque, como él mismo declaró, a Artigas no lo hubiera podido alucinar.
Rizó entonces sus alas, alzó el esbelto cuello y se alegró desde lo hondo de su corazón, Jamás soñé que podría haber tanta felicidad, allá en los tiempos en que era sólo un patito feo.
Esta inicativa festiva y de homenaje de las mujeres le alegró al inca y resuelve llevarlas al Cusco, a fin de que sirvan a su corte con sus alegres y exóticos bailes.
Petronio poseía una esclava llamada Eunice, que no quería separarse de él, y cuando Petronio se la ofreció a Vincio en reemplazo de Ligia, Eunice se aterrorizó, mas viendo que Vinicio no la quería de esclava se alegró mucho.
Vinicio se alegró sobremanera al oír que Ligia lo amaba, pero, ya cuando salía del Palatino, comenzó a sentir una inmensa culpa, si no hubiera arrancado a Ligia de su hogar ella no habría sufrido, y ahora que se enteró de que lo amaba, pensó que echó todo a perder al hacer sufrir a Ligia de esa manera y llegó a la siguiente conclusión: la había perdido irremisiblemente.
El santo se alegró y dio las gracias por su buen celo, y le dijo que concedía su petición.
Ferragut no pudo darse cuenta de cómo fué la fuga, pero se alegró de ella.
La gente se alegró, pero sin abandonar su actitud calmosa.
Mucho se alegró éste de haber tomado aquella resolución cuando supo que el duque de Tornos pensaba venir el próximo mes de octubre, alegando que con la vida de Madrid habían vuelto a exacerbarse sus padecimientos, casi extintos mientras permaneció en Sarrió.
No poco se alegró éste de volver al gremio de los seres vivos.
Don Acisclo se alegró mucho de esta venida, que iba a darle la mayor importancia, pero tuvo que afanarse para disponer bien las cosas, a fin de hacer a D.
Juan Fresco que tanto alegró el corazón de D.
Fue allá la fundadora, y se alegró de encontrar a Ballester en la sala.
Rubín se alegró de aquella ocasión que se le presentaba de prestar un servicio a mujer tan hermosa, y sacando su reloj con mucha solemnidad, dijo: Las nueve menos siete minutos y medio.
Trajano y de la forastera, seguidos de doña Tecla, de Pepito y de otros tertulios, alegró algo a los demas concurrentes, quienes, como de costumbre, pasaron minuciosa revista al traje, al peinado y a los adornos de la elegantísima prima del Marqués, tratando de aprendérselo todo de memoria, así como sus menores gestos y ademanes.
Pronto se alegró de haber sabido esperar, pues no tardó en advertir una cosa que le pareció fausta, simbólica y de mucho alcance, en medio de su vulgarísima sencillez, por cuanto le trajo a la imaginacion la humilde ceremonia con que se enciende en la Iglesia la mañana del Sábado de Gloria.
Rafael a buscar a Calvete, que en el meson estaba con cuidado de saber lo que la suerte habia hecho de sus amos, y cuando supo que estaban buenos, se alegró en estremo, y vino adonde D.
Luego fué una a dar las nuevas a su señora, la cual estaba haciendo centinela al sueño de su esposo, y cuando la mensajera le dijo que ya subia el músico, se alegró y se turbó en un punto, y preguntó si habia jurado.
Despues que me partí de Lóndres por escusar el casamiento que no podia hacer con Clisterna, aquella doncella escocesa católica con quien ha dicho Isabela que mis padres me querian casar, llevando en mi compañía a Guillarte, aquel paje que mi madre escribe que llevó a Lóndres las nuevas de mi muerte, atravesando por Francia llegué a Roma, donde se alegró mi alma y se fortaleció mi fe: besé los piés al Sumo Pontífice, confesé mis pecados con el mayor penitenciero, absolvióme dellos, y dióme los recaudos necesarios que diesen fe de mi confesion y penitencia, y de la reduccion que habia hecho a nuestra universal madre la Iglesia.
Todos se entristecieron, si no fué Ricaredo que se alegró, no por el daño de su general, sino por ver que quedaba él libre para mandar en los dos navíos, que así fué la órden de la reina, que faltando el general, lo fuese Ricaredo, el cual con presteza se pasó a la capitana, donde halló que unos lloraban por el general muerto, y otros se alegraban con el vivo: finalmente los unos y los otros le dieron luego la obediencia, y le aclamaron por su general con breves ceremonias, no dando lugar a otra cosa dos de los tres navíos que habian descubierto, los cuales desviándose del grande, a las dos naves se venian.
Admirados desta primera vista el cadí y los demas bajáes, ántes que otra cosa dijesen ni preguntasen, mandaron al judío que hiciese que se quitase el antifaz la cristiana: hízolo así, y descubrió un rostro que así deslumbró los ojos y alegró los corazones de los circunstantes, como el sol que por entre cerradas nubes despues de mucha escuridad se ofrece a los ojos de los que le desean: tal era la belleza de la cautiva cristiana, y tal su brio y su gallardía, pero en quien con mas efecto hizo impresion la maravillosa luz que habia descubierto, fué en el lastimado Ricardo, como en aquel que mejor que otro la conocia, pues era su cruel y amada Leonisa, que tantas veces y con tantas lágrimas por él habia sido tenida y llorada por muerta.
Poco desviados de allí hicieron alto estos tres carros, y cesó el enfadoso ruido de sus ruedas, y luego se oyó otro, no ruido, sino un son de una suave y concertada música formado, con que Sancho se alegró, y lo tuvo a buena señal, y así, dijo a la duquesa, de quien un punto ni un paso se apartaba:.
Todo lo cual visto de improviso, en alguna manera alborotó a don Quijote y puso miedo en el corazón de Sancho, mas luego se alegró don Quijote, creyendo que se le ofrecía alguna nueva y peligrosa aventura, y con este pensamiento, y con ánimo dispuesto de acometer cualquier peligro, se puso delante de la carreta, y, con voz alta y amenazadora, dijo:.
Tomóle la mano el canónigo, aunque las tenía atadas, y, debajo de su buena fe y palabra, le desenjaularon, de que él se alegró infinito y en grande manera de verse fuera de la jaula.
No parecieron mal los sonetos, y el cautivo se alegró con las nuevas que de su camarada le dieron, y, prosiguiendo su cuento, dijo:.
Así como don Quijote entró por aquellas montañas, se le alegró el corazón, pareciéndole aquellos lugares acomodados para las aventuras que buscaba.

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