Ejemplos con óbolo

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

establece que la ley sea de tres dineros de argento en once dineros y óbolo, lo que la convierte en ternal aproximadamente, debiendo salir de una marca hasta dieciocho sueldos, o sea, doscientas dieciseis piezas.
Los muertos condenados a cruzarlo debían pagar un óbolo al barquero Caronte, aquellos que no podían permitirse pagar el coste eran obligados a vagar, como sombras, alrededor de sus orillas.
la estatua fue erigida por gratitud pública bajo el auspicio del gobierno de Buenos Aires y con el concurso del gobierno Nacional, el óbolo del pueblo.
En un documento reciente para los Obispos, se les recuerda el cuidado que deben tener de mantener esta aportación: El Obispo no descuide tampoco la particular colecta denominada Óbolo de San Pedro, destinada a hacer posible que la Iglesia de Roma pueda cumplir válidamente su oficio de presidencia en la caridad universal.
Sobre esta donación ha dicho el Papa Benedicto XVI: El Óbolo de San Pedro es la expresión más típica de la participación de todos los fieles en las iniciativas del Obispo de Roma en beneficio de la Iglesia universal.
El Denario u Óbolo de San Pedro son las donaciones de las diócesis y cristianos católicos del mundo entero al Papa de Roma.
Los repugnantes mendigos que se arrastraban a un lado y otro del camino, pidiendo el óbolo del pasajero, ofrecían lastimoso espectáculo.
El mismo hurón que, días antes, se había comido todos los hijos de una de las ratas heridas, no vaciló en traer su óbolo, y para ello se sacó de la espesa cola un puñado de pelos.
A más de llevar mi óbolo modesto al cepillo de la Instrucción, he querido significar a los padres mi simpatía con el regalo de un cáliz de plata sobredorada y de un terno completo para misa de tres en ringla, por fin, sabedor de que no rebosaban de provisiones las despensas de Papiol, heme permitido mandar allá cuatro celemines de garbanzos, tres de judías y dos arrobas del delicioso vino blanco de Sitges.
Hemos de inventar un bonito ardid para darles la media onza, pues como limosna de un desconocido no han de aceptarla, y ello será preciso fingir una carta del propio Isidro, o de Arias Teijeiro, lo que yo puedo hacer muy lindamente, porque domino la letra de casi todos los señores de la cámara y camarilla, en la cual carta se les dirá que por premio de su devoción al Soberano y de su lealtad bien probada, se les manda aquel recuerdito, que también podrá ser un pequeño óbolo de S.
La ley ateniense concedía un óbolo diario a los enfermos desvalidos.
-Bien, bien - dijo el cardenal-, no os quiero, pero como comprenderéis bastante tiene uno con defender a sus amigos y recompensarlos, no debe nada a sus enemigos, y sin embargo os daré un consejo: manteneos alerta, señor D'Artagnan, porque en el momento en que yo haya retirado mi mano de vos, no compraría vuestra vida por un óbolo.
” Complacido Ciro con esta honrosa petición, le entregó diez mil daricos, con los que, aventajando en el óbolo a los marineros y mejorando su condición, en poco tiempo dejó vacías las naves de los enemigos, porque el mayor número se iba al que daba más, y los que quedaban se volvían desidiosos e insubordinados, no dando sino disgustos a sus generales.
Entonces Lisandro le salió al encuentro, diciendo: “Pues que tal es ¡oh Ciro! tu buena voluntad, te pido y te exhorto a que añadas un óbolo al estipendio de los marineros, de manera que perciban cuatro óbolos en lugar de tres.
Hizo, además, sobre el salir las mujeres de casa, sobre los duelos y las fiestas, ley que reprimía lo que era desordenado y excesivo, mandando que aquellas no viajasen con más de tres vestidos, que en comida y bebida no llevasen sobre el valor de un óbolo, ni canastillo que fuese mayor de un codo, que de noche no saliesen sino en coche y precedidas de un hacha.
Sólo Cristo supo valorar el óbolo de la viuda.
A la propuesta hecha por los de Tesalia respondieron los focenses: que no tenían ni un óbolo que esperar de ellos, que si ellos propios quisieran, en su mano tenían el ser tan medos como los tesalos mismos, pero que no pensaban en ser, sin más ni más, sólo por su gusto, traidores a la Grecia.
Si lo recibí, quiero volvéroslo sin defraudaros en un óbolo, pero si hallo que nunca toqué tal dinero, tened entendido que con vosotros haré lo que hubiere lugar en justicia, según las leyes de Grecia.
Su mujer era una hormiguita, que traficaba en todo lo imaginable, y él, con los sueldos ahorrados, otros gajes lícitos de su empleo, y el óbolo de su hacendosa compañera, podía destinar un capitalito modesto a préstamos sin usura, pero bien garantidos.
Sólo diré, en honra del hijo del difunto Bragas, que en veinte años no le dio el sol más que los domingos, ni trató más gente que la que llegaba a su zaquizamí para dejar el óbolo sobre el sucio mostrador, en cambio de la grosera mercancía que iba buscando, que ni por un momento le marchitó tan larga esclavitud las rosas de su imaginación montañesa, ni mella hizo en su espíritu, templado en Coteruco al fuego de las iras del borracho Antón y al frío de todas las desnudeces y amarguras de la miseria, antes al contrario, esponjóse en aquel tugurio sombrío que hubiera sido la tumba de otro mortal de más holgada procedencia que Colás, porque el tugurio era lo primero que éste poseía, y lo poseía en indisputable propiedad, y era propiedad de pingües rendimientos para quien, como él, nada apetecía sino dinero, ni sabía lo que eran necesidades del espíritu.
Podrá el valle montañés estar literalmente tapizado de flores y verdor, veránse sus senderos invadidos por una juventud tan alegre como los colores de sus vestidos, habrá junto al pueblo de la fiesta un extenso cajigal a cuya sombra se reúnan los romeros que atraviesan el valle, y los que bajan por los cerros inmediatos, y hasta los que se columbran en las montañas de más allá: las mozas con el blanco moquero en la mano y entre sus pliegues preso el ramillete de claveles y mejorana, los mozos con la chaqueta al hombro, el zapato de color, los finos pantalones y la camisa de anchas y ondulantes mangas, recién planchada, tal vez por la moza de sus pensamientos, sonará bajo los copudos árboles la alegre encascabelada pandereta, no tañida por mercenarias manos, sino por las zagalas más apuestas y cantadoras de la romería, bailaráse a su compás en ordenadas fijas y haránse las mudanzas tradicionales sin que el pudor proteste ni la moral se escandalice, jugaráse a los bolos en adecuada plaza, y aquí habrá una carral de vino sobre una pértiga, con la cacharrería de ordenanza, y allí una cantina con pollos con arbejillas, saturados de azafrán, y carne guisada, con su dejillo de laurel estimulante, y por todas partes rosquillas y caramelos encarnados, y agua de limón «como la nieve», y perojillos roderos y otras frutas de la estación, y el ruido y el alborozo pertinentes, no irá moza a tomar puesto junto al baile a esperar la fina invitación de algún mancebo, sin haber entrado antes a rezar al Santo de la ermita y depositar su óbolo en el platillo que al efecto estará sobre las andas de aquél, y admirado el arco de pañuelos, cintas, acericos y relicarios, bajo el cual se hallará expuesta la imagen todo el día en el cuerpo de la iglesia, y ni moza ni zagal se retirará a la tarde sin cargar el pañuelo de perdones, para obsequiar en el pueblo con la tostada avellana o la dulce rosquilla, a las personas de su cariño, que no participaron de la fiesta.
::¡Soy el mágico notorio, digno de recordación, acudid a mí todos! ¡No pido propina, ni óbolo remunerador, pues todo lo hago por la gloria!.
Y cuando ya no tuvo ni un óbolo para vivir, llevó al zoco a la esclava para venderla, y la entregó a un corredor, el cual la subastó en seguida.
Pero ya sabemos todos que no tienes ni un óbolo.
Pero pronto se enteró de que lo que se pregonaba era una esclava blanca, y pensó: Alí-Nur debe estar vendiendo su esclava, porque ya no posee ni un óbolo.
Diciendo: ¡Oh mis señores, sabed que a Alí-Nur no le queda ya ni por valor de un óbolo.
Ya no te quedan fincas, ni nada que valga un óbolo ni menos de un óbolo.
A estos señores enderezo mi cuento, con vosotros hablo, con vosotros, los que, afanados en evitarle desazones a la materia, huís de los más legítimos goces del espíritu, con vosotros, los que, pródigos de la hacienda cuando se trata de regalar al cuerpo, sois avaros de ella si el alma os pide un óbolo para adquirir un regocijo, con vosotros, en fin, los que pasáis lo mejor de la vida renegando del matrimonio por molesto y caro, y el resto de ella lamentándoos de no haberos casado a tiempo.
Pero es el caso que ''El Tío Cayetano'' se ha echado a escritor para contribuir con su óbolo de experiencia, ya que no ciencia, a la ilustración de ese mismo pueblo y está dispuesto como nunca a llevar a cabo su patriótica resolución.

© Todos los derechos reservados Buscapalabra.com

Ariiba