¿Cómo se escribe haquilaté?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

A la palabra haquilaté le sobra una H

La palabra haquilaté no existe en Español

La palabra haquilaté contiene una hache que no le corresponde. La manera correcta de escribirla es AQUILATÉ

Es fácil caer en el error de omitir la letra h, ya que en la mayoría de los casos no se pronuncia, es decir, es muda. No obstante, aunque es poco frecuente, en algunos préstamos lingüísticos la h se pronuncia con un sonido similar al de la /j/, lo llamamos "h aspirada", por ejemplo en las palabras: hándicap, hámster, hachís... y también en los nombres propios como Hawái.

Puedes ver la definición de aquilaté aquí

Ejemplos con la palabra Aquilaté

Solía yo visitar de noche la redacción de La Época, periódico semi-oficial, sostenido por la Municipalidad y redactado por un joven aventurero español, que respondía al sonoro nombre de Miguel de la Espada, mozo capaz de escribir cuanto conviniese a los que le pagaban, y tipo común de todos los pueblos y ciudades de la República. La imprenta era una casucha de tres piezas, sucia y miserable, situada a pocos pasos de la plaza pública, en una calle adyacente. En el primer cuartujo estaba instalada la Redacción, con una mesa larga de pino blanco, llena de diarios y papeles, un pupitre alto, para los libros de caja de la Administración, varias sillas de enea, una silla de vaqueta, de alto respaldo, piso de ladrillos hechos polvo, paredes blanqueadas, llenas de telarañas y manchas de tinta y de mugre, cielorraso empapelado, del que colgaban lamentablemente varias tiras de papel, despegadas por las goteras... Aquello olía a humedad, a aceite, a petróleo. En la segunda habitación, oscura y mal ventilada, veíanse los burros y las cajas de componer, para los tres operarios, en la tercera estaba la vieja prensa de mano y el catre del peón. Allí reinaba de la Espada, y allí nos reuníamos algunas noches varios jóvenes situacionistas, a comentar la vida doméstica, social y política de Los Sunchos. Eran de oír las habladurías, chismes, críticas, difamaciones y calumnias que formaban el fondo de aquellas amenas charlas, análisis de la vida y milagros del pueblo entero, en que los detalles faltantes eran sustituidos con ventaja por otros, fruto de la imaginación de los contertulios. La famosa botica de Paredes, llamada el «mentidero», no aventajaba en nada la redacción de La Época. Allí me inicié en todos los misterios de la aldea, conocí la historia de todas las familias, supe las faltas de éstos, los errores de aquéllos, los delitos de los otros, aquilaté la virtud exigida de las mujeres y comencé a ver otro aspecto del mundo, quizá algo exagerado, quizá un poco ennegrecido, pero, en resumen, muy aproximado a la realidad.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra aquilaté

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