Definición de aquilaté

Acepciones de Aquilaté como conjugación de aquilatar

Categoría gramatical: verbo transitivo, 1ª persona singular del pretérito perfecto de indicativo de aquilatar
Categorías gramaticales y tiempos verbales de aquilaté explicados

  1. Precisar debidamente el mérito, valor o verdad de algo
  2. Medir los quilates de un objeto precioso.
  3. Examinar y medir los quilates del oro, las perlas y las piedras preciosas. apreciar debidamente el mérito [de una persona] o verdad [de una cosa].

Ejemplos con la palabra Aquilaté

Solía yo visitar de noche la redacción de La Época, periódico semi-oficial, sostenido por la Municipalidad y redactado por un joven aventurero español, que respondía al sonoro nombre de Miguel de la Espada, mozo capaz de escribir cuanto conviniese a los que le pagaban, y tipo común de todos los pueblos y ciudades de la República. La imprenta era una casucha de tres piezas, sucia y miserable, situada a pocos pasos de la plaza pública, en una calle adyacente. En el primer cuartujo estaba instalada la Redacción, con una mesa larga de pino blanco, llena de diarios y papeles, un pupitre alto, para los libros de caja de la Administración, varias sillas de enea, una silla de vaqueta, de alto respaldo, piso de ladrillos hechos polvo, paredes blanqueadas, llenas de telarañas y manchas de tinta y de mugre, cielorraso empapelado, del que colgaban lamentablemente varias tiras de papel, despegadas por las goteras... Aquello olía a humedad, a aceite, a petróleo. En la segunda habitación, oscura y mal ventilada, veíanse los burros y las cajas de componer, para los tres operarios, en la tercera estaba la vieja prensa de mano y el catre del peón. Allí reinaba de la Espada, y allí nos reuníamos algunas noches varios jóvenes situacionistas, a comentar la vida doméstica, social y política de Los Sunchos. Eran de oír las habladurías, chismes, críticas, difamaciones y calumnias que formaban el fondo de aquellas amenas charlas, análisis de la vida y milagros del pueblo entero, en que los detalles faltantes eran sustituidos con ventaja por otros, fruto de la imaginación de los contertulios. La famosa botica de Paredes, llamada el «mentidero», no aventajaba en nada la redacción de La Época. Allí me inicié en todos los misterios de la aldea, conocí la historia de todas las familias, supe las faltas de éstos, los errores de aquéllos, los delitos de los otros, aquilaté la virtud exigida de las mujeres y comencé a ver otro aspecto del mundo, quizá algo exagerado, quizá un poco ennegrecido, pero, en resumen, muy aproximado a la realidad.
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Errores ortográficos comunes para aquilaté


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