¿Cómo se escribe decimaquínta?

En español diversas letras comparten el mismo sonido, esto da lugar a infinidad de dudas ortográficas, en muchos casos estas dudas se pueden resolver aplicando las reglas generales de ortografía. Por esa razón, si dudas de cómo se escribe una palabra, introdúcela en nuestro corrector y te la corregimos mostrándote la regla que deberás aplicar para poderla escribir correctamente.

    Los errores ortográficos más comunes son:

  • Errores de acentuación de las palabras, sobre todo en caso de que la sílaba tónica forme parte de un hiato o un diptongo.
  • Empleo de las letras j y g porque dependiendo de la palabra la letra g ha de pronunciarse con el fonema /j/.
  • Empleo de las letras c,z y el dígrafo "qu" para los fonemas /z/ /k/ y /s/, el fenómeno del seseo y del ceceo.
  • Empleo de la letra h que al ser muda, es decir, no tiene un sonido asociado, da lugar a errores.
  • Empleo de r o rr. Ya que en ocasiones la letra r se corresponde al fonema que el dígrafo rr.
  • Empleo de las letras y, ll para los fonemas /y/ y /ll/ y el fenómeno del yeísmo.
  • Empleo de las letras b,v dos letras distintas que comparten el mismo fonema /b/.
  • Empleo de la letra x para representar el fonema /s/ o /k+s/.

La palabra decimaquínta no debe llevar tilde

Se acentúan todas las palabras llanas que no terminan en vocal, "n" o "s".

Las palabras llanas son aquellas en las que la sílaba tónica es la penúltima sílaba.

La palabra DECIMAQUINTA se separa en sílabas: de-ci-ma-quin-ta, es llana y termina en "a" por lo tanto no debe llevar tilde.

Puedes ver la definición de decimaquinta aquí

Las reglas generales de acentuación son:

  • Se acentúan las palabras agudas que terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan las palabras llanas que no terminan en vocal "n" o "s"
  • Se acentúan todas las palabras esdrújulas
  • Los monosílabos no se acentúan excepto aquellos que llevan tilde diacrítica

Ejemplos con la palabra Decimaquinta

Volcóse la litera junto al lago llamado de Curcio, y, arrastrándose Galba por el suelo con la corona puesta, corrieron a herirle. Él, alargando el cuello: “Acabad vuestra obra- les decía- si así conviene al pueblo romano.” Recibió, pues, muchos golpes en las piernas y los brazos, y le decapitó, como dicen los más, un tal Camurio, de la legión decimaquinta. Algunos refieren haber sido Terencio, otros Lecanio y otros Fabio Fabulo, de quien se cuenta asimismo que, ocultando la cabeza, la llevaba envuelta en la ropa, no habiendo, por tan calvo como era, de dónde asirla. Después, no permitiéndole tenerla escondida los que con él se hallaban, sino hacer manifiesta a todos su hazaña, clavó y fijó en la lanza el venerable rostro de un anciano, de un emperador modesto, de un pontífice máximo y de un cónsul, y corrió por la ciudad como los bacantes, volviéndose a cada paso a una parte y a otra, y blandiendo la lanza teñida en sangre. Dícese que Otón, cuando le presentaron la cabeza. exclamó: “Esto no vale nada ¡oh soldados!, mostradme la cabeza de Pisón”, y de allí a poco se la trajeron también, porque, herido aquel joven, huyó, y perseguido por un tal Murco, fue igualmente decapitado delante del templo de Vesta. La misma suerte tuvo Vinio, confesando que había tenido parte en la conjuración contra Galba, porque clamaba que le hacían morir contra la intención de Otón, y cortando asimismo la cabeza de Vinio y la de Lacón, las llevaron al nuevo emperador, exigiendo donativos. Pues a la manera de aquello de Arquíloco: Siete cayeron muertos, que alcanzamos con pie veloz y ya los matadores somos mil. Así entonces, muchos que ni de mil leguas se habían acercado, tiñendo las manos y las espadas en sangre, las enseñaban y pedían el premio, dando a Otón memoriales. Halláronse más adelante los de ciento veinte, a todos los que hizo buscar Vitelio y les quitó la vida. Llegó en aquella sazón al campamento Mario Celso, a quien acusaban muchos de que había exhortado a los soldados a acudir en defensa de Galba, y pidiendo la turba su muerte, Otón no vino en ello, pero temiendo contradecirles, expresó que no había de quitarle la vida con aquella prontitud porque había cosas de que convenía informarse de él. Mandó, pues, que se le pusieran prisiones y se le tuviera en buena custodia, entregándolo a aquellos que eran más de su confianza.
Ver ejemplos de oraciones con la palabra decimaquinta

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