Ejemplos con decimaquinta

Muchas veces la mejor manera de entender el significado de una palabra, es leer textos donde aparece dicha palabra. Por ese motivo te ofrecemos innumerables ejemplos extraidos de textos españoles seleccionados.

Volcóse la litera junto al lago llamado de Curcio, y, arrastrándose Galba por el suelo con la corona puesta, corrieron a herirle. Él, alargando el cuello: “Acabad vuestra obra- les decía- si así conviene al pueblo romano.” Recibió, pues, muchos golpes en las piernas y los brazos, y le decapitó, como dicen los más, un tal Camurio, de la legión decimaquinta. Algunos refieren haber sido Terencio, otros Lecanio y otros Fabio Fabulo, de quien se cuenta asimismo que, ocultando la cabeza, la llevaba envuelta en la ropa, no habiendo, por tan calvo como era, de dónde asirla. Después, no permitiéndole tenerla escondida los que con él se hallaban, sino hacer manifiesta a todos su hazaña, clavó y fijó en la lanza el venerable rostro de un anciano, de un emperador modesto, de un pontífice máximo y de un cónsul, y corrió por la ciudad como los bacantes, volviéndose a cada paso a una parte y a otra, y blandiendo la lanza teñida en sangre. Dícese que Otón, cuando le presentaron la cabeza. exclamó: “Esto no vale nada ¡oh soldados!, mostradme la cabeza de Pisón”, y de allí a poco se la trajeron también, porque, herido aquel joven, huyó, y perseguido por un tal Murco, fue igualmente decapitado delante del templo de Vesta. La misma suerte tuvo Vinio, confesando que había tenido parte en la conjuración contra Galba, porque clamaba que le hacían morir contra la intención de Otón, y cortando asimismo la cabeza de Vinio y la de Lacón, las llevaron al nuevo emperador, exigiendo donativos. Pues a la manera de aquello de Arquíloco: Siete cayeron muertos, que alcanzamos con pie veloz y ya los matadores somos mil. Así entonces, muchos que ni de mil leguas se habían acercado, tiñendo las manos y las espadas en sangre, las enseñaban y pedían el premio, dando a Otón memoriales. Halláronse más adelante los de ciento veinte, a todos los que hizo buscar Vitelio y les quitó la vida. Llegó en aquella sazón al campamento Mario Celso, a quien acusaban muchos de que había exhortado a los soldados a acudir en defensa de Galba, y pidiendo la turba su muerte, Otón no vino en ello, pero temiendo contradecirles, expresó que no había de quitarle la vida con aquella prontitud porque había cosas de que convenía informarse de él. Mandó, pues, que se le pusieran prisiones y se le tuviera en buena custodia, entregándolo a aquellos que eran más de su confianza.

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