Sinónimos y Antónimos de Retrayéndolo

A continuación se muestran los Sinónimos y Antónimos de retrayéndolo ordenados por sentidos. Si tienes duda sobre alguna palabra, puedes hacer clic sobre ella para conocer su significado.

Sinónimos de retrayéndolo

Retrayéndolo Como verbo, conjugación de retraer, gerundio de retraer: retrayendo +lo.

1 En el sentido de Retirándolo

Ejemplo: Pues hija, yo no tengo la culpa Te acordarás que estuvo con el medio duro en la mano, ofreciéndolo y retirándolo, hasta que al fin su avaricia pudo más que la ambición, y dijo: Para lo que yo me he de sacar, más vale que emplee mi escudito en anises.

  • Retirándolo conjugación de retirar, gerundio de retirar: retirando +lo, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, gerundio de retirar
  • Retrocediéndolo conjugación de retroceder, gerundio de retroceder: retrocediendo +lo, verbo intransitivo, gerundio de retroceder
  • Contrayéndolo conjugación de contraer, gerundio de contraer: contrayendo +lo, verbo transitivo, verbo pronominal, gerundio de contraer
  • Convulsionándolo conjugación de convulsionar, gerundio de convulsionar: convulsionando +lo, verbo transitivo, gerundio de convulsionar
Sinónimo de retrayéndolo

Antónimos de retrayéndolo

Retrayéndolo Como verbo, conjugación de retraer, gerundio de retraer: retrayendo +lo.

1 En el sentido de Dilatándolo

Ejemplo: Place verlas en las eminencias del trono, donde se las suele encontrar alguna vez, reconquistando, por su calidad de vivos símbolos perfectos de cuanto cabe de eficaz y escogido en su raza o su época, la púrpura que invisten. Así prevalece, sobre los hijos de Israel, esa majestuosa figura de Salomón, a quien yo quiero representarme en la tradicional entereza de sus líneas, sin quitarle ni aun el rasgo de final y trascendente decepción, que con tan hondo interés completa su personalidad, y que manifiesta el libro que la moderna exégesis le disputa. En aquel varón sabio, que escudriña los senos de la Naturaleza, y sabe de los pájaros, las fieras y los peces, y de las plantas, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que crece en la pared, que así contesta a los enigmas de la reina de Sabá como instruye, en los Proverbios, a los ignorantes y los cándidos, en aquel filósofo, que comunica valor universal a su desengaño y hastío, anticipando el acento penetrante de Kempis y la implacable dialéctica de Schopenhauer, en aquel juez, a quien fue dada sabiduría de Dios para discernir lo bueno de lo malo, y resolver intrincadas querellas, en aquel monarca que, mientras el sabio que lleva dentro esquilma el campo del conocimiento teórico, labra, con la soberana energía de la acción, la prosperidad y grandeza de su reino, dilatándolo desde el Eufrates hasta el Egipto, sojuzgando naciones, reedificando ciudades, equipando ejércitos y flotas, habilitando puertos, y manteniendo una dulce paz con que cada cual goce de abundancia y quietud «a la sombra de su parra o a la sombra de su higuera», en aquel hijo de David, que hereda el don poético, para desatarlo en el más ferviente, pomposo y admirable canto de amor que haya resonado en el mundo, y hereda el pensamiento del Templo, para plasmarlo en la madera de los bosques del Líbano, y en la piedra, el bronce y el oro, en aquel sibarita, que amontona riquezas, y vive en casa revestida de cedro, entre cantores y cantoras y músicos, y tiene jardines donde crece toda especie de plantas, y dice de sí: «No negué a mis ojos nada que deseasen ni aparté a mi corazón de ninguna alegría», hay un típico ejemplar de redondeada y cabal capacidad humana, al que nuestro sentido moderno de las cosas del espíritu logra añadir todavía una nota más, un complemento, que la Escritura sólo puede apuntar como flaqueza, y es el dilettantismo religioso, la inquietud politeísta, que le mueve, en sus últimos años, a levantar, junto al Templo que él mismo ha erigido al dios de Israel, los altares de divinidades extrañas, desde Astharot, ídolo de los sidonios, hasta Chamós, abominación de Moab, y Moloch, abominación de los ammonitas, confundiendo en su reverencia, o en su angustia, del misterio, las imágenes de enemigos dioses, como antes había abarcado, en los anhelos de su amor humano, a la princesa del Egipto y a las mujeres de Ammón y de Moab, a las de Idumea, a las de Sidón, y a las hetheas. Salomón es el hombre, en la plenitud de las facultades, de alma y cuerpo, con que cabe arrancar a la vida su virtualidad y su interés, el hombre que, a un mismo tiempo, investiga, ora, canta, gobierna, filosofa, ama, y goza del vivir, y que, por suma de esta experiencia omnímoda, deja, al cabo, deslizarse de su pensamiento, la gota de amargura que ha de caer, resbalando sobre la frente de los siglos, en el corazón de Rancé, como en la cerviz de Carlos V, como en la copa de Fausto.

  • Dilatándolo conjugación de dilatar, gerundio de dilatar: dilatando +lo, verbo transitivo, verbo pronominal, verbo intransitivo, gerundio de dilatar
  • Inundándolo conjugación de inundar, gerundio de inundar: inundando +lo, verbo transitivo, verbo pronominal, gerundio de inundar
  • Uniéndolo conjugación de unir, gerundio de unir: uniendo +lo, verbo transitivo, verbo pronominal, gerundio de unir
Antónimos de retrayéndolo

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