renunciando al amor y a la poesía lírica con motivo de la muerte de filis
Mientras vivió la dulce prenda mía, amor, sonoros versos me inspiraste; obedecí la ley que me dictaste, y sus fuerzas me dio la poesía. Mas ¡ay! que desde aquel aciago día que me privó del bien que tu admiraste, al punto sin imperio en mi te hallaste, y hallé falta de ardor a mi talía. Pues no borra su ley la parca dura, a quien el mismo jove no resiste, olvido el pindo y dejo la hermosura. Y tú también de tu ambición desiste, y junto a filis tengan sepultura tu flecha inútil y mi lira triste.