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Se han encontrado 7 poemas con la palabra tropical

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Carlos Pellicer

esquemas para una oda tropical

-- de Carlos Pellicer --

La publicación de estos dos poemas es el testimonio de unafrustración: no pude escribir la oda tropical de acuerdo con elproyecto de hace muchos años. El primer poema no esinédito. Un sentido de secuencia me obliga a publicarlo,considerando esto necesario.
En el primer poema, aludo a quetzalcóatl, sin nombrarlo, en laanécdota de chi-chen itzá. Es a la mitad de ese trabajodonde hago recuerdo de dos héroes culturales fruto deltrópico: buda, universal, quetzalcóatl de nuestraamérica.
Los dos poemas son una sola imagen con diferentes luces: juventud ymadurez.
C. P

Poema esquemas para una oda tropical de Carlos Pellicer con fondo de libro

Luis Lloréns Torres

dora panchita

-- de Luis Lloréns Torres --

A doña panchita el sol
la hizo de carne trigueña.
El sol la hizo buena moza.
El sol la hizo buena hembra.

Le puso negro el cabello;
negras las pupilas negras;
le puso dulces los labios;
le puso dulce la lengua.

Dicen que dicen que doña panchita
novia es del sol tropical que la besa.
Dicen que dicen que doña panchita
siente que hierve la sangre en sus venas.

Dicen que dicen que doña panchita
ha de pecar bajo el sol que la quema.
Dicen que dicen que si ella pecara
culpa seria del sol de su tierra.

Las flores perfuman.
Los pájaros vuelan.
Y doña panchita
es hija de eva.

Poema dora panchita de Luis Lloréns Torres con fondo de libro

Evaristo Ribera Chevremont

paisajes en nuestro cielo

-- de Evaristo Ribera Chevremont --

En sus ágiles pencas brilladoras
y como en sed de milenarios mitos;
y, junto a tales palmas, trepadoras.

El punto cenital abierto al bloque
de la emoción negada a lo pequeño;
movibles masas en perenne choque;
y, sobre todo, ml porción de sueño.

2

El denso azul en denso gris se torna.
¿Qué se ha hecho la cálida alegría
de hace un minuto? ¿qué dolor retorna
para la luz en el cambiante día?

cede a las subitáneas reflexiones
de nuestra tropical naturaleza
mi espíritu. Las vastas frondazones
se aúpan en flor visible en su tristeza.

3

Hay una misteriosa semejanza
entre la tierra nuestra y nuestro cielo.
Ambos tienen idéntica pujanza.
Ambos son fuerzas en nervioso celo.

La tierra en vegetales se desborda.
El cielo se desborda en nubarrones.
Tal me parece que la tierra aborda
al cielo en sus tremendas expansiones.

Poema paisajes en nuestro cielo de Evaristo Ribera Chevremont con fondo de libro

José Asunción Silva

paisaje tropical

-- de José Asunción Silva --

Magia adormecedora vierte el río
en la calma monótona del viaje
cuando borra los lejos del paisaje
la sombra que se extiende en el vacío.
Oculta en sus negruras el bohío
la maraña tupida y el follaje
semeja los calados de un encaje
al caer del crepúsculo sombrío.
Venus se enciende en el espacio puro,
la corriente dormida una piragua
rompe en su viaje rápido y seguro
y con sus nubes el poniente fragua
otro cielo rosado y verdeoscuro
en los espejos húmedos del agua.



José Gautier Benítez

como tú quieras

-- de José Gautier Benítez --

Bajo el sol tropical de las antillas
marchítase la flor;
como ella palidecen tus mejillas
al fuego del amor.

Mas la pálida rosa, vida mía,
la reina es del pensil,
y la besan, temblando de alegría,
las auras del abril.

Sé, en buen hora, la rosa que fragante
al aura da su olor,
y yo seré... La brisa susurrante,
la brisa del amor.



José Martí

el enemigo brutal

-- de José Martí --

xxvii
el enemigo brutal
nos pone fuego a la casa:
el sable la calle arrasa,
a la luna tropical.
Pocos salieron ilesos
del sable del español:
la calle, al salir el sol,
era un reguero de sesos.
Pasa, entre balas, un coche:
entran, llorando, a una muerta:
llama una mano a la puerta
en lo negro de la noche.
No hay bala que no taladre
el portón: y la mujer
que llama, me ha dado el ser:
me viene a buscar mi madre.
A la boca de la muerte,
los valientes habaneros
se quitaron los sombreros
ante la matrona fuerte.
Y después que nos besamos
como dos locos, me dijo:
«¡vamos pronto, vamos, hijo:
la niña está sola: vamos!».



José Martí

isla famosa

-- de José Martí --

Isla famosa
aquí estoy, solo estoy, despedazado.
Ruge el cielo: las nubes se aglomeran,
y aprietan, y ennegrecen, y desgajan:
los vapores del mar la roca ciñen:
sacra angustia y horror mis ojos comen:
a qué, naturaleza embravecida,
a qué la estéril soledad en torno
¿de quién de ansia de amor rebosa y muere?
¿dónde, cristo sin cruz, los ojos pones?
¿dónde, oh sombra enemiga, dónde el ara
digna por fin de recibir mi frente?
¿en pro de quién derramaré mi vida?
rasgóse el velo; por un tajo ameno
de claro azul, como en sus lienzos abre
entre mazos de sombra díaz famoso,
el hombre triste de la roca mira
en lindo campo tropical, galanes
blancos, y venus negras, de unas flores
fétidas y fangosas coronados:
¡danzando van: a cada giro nuevo
bajo los muelles pies la tierra cede!
y cuando en ancho beso los gastados
labios sin lustre ya, trémulos juntan,
sáltanles de los labios agoreras
aves tintas en hiel, aves de muerte.



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