Buscar Poemas con Singular


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Se han encontrado 18 poemas con la palabra singular

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Lope de Vega

Belleza singular, ingenio raro

-- de Lope de Vega --

Belleza singular, ingenio raro,
fuera del natural curso del cielo,
Etna de amor, que de tu mismo hielo
despides llamas entre mármol puro;
sol de hermosura, entendimiento claro,
alma dichosa en cristalino velo,
norte del mar, admiración del suelo,
émula el sol como a la luna el faro.
Milagro del autor de cielo y tierra,
bien de naturaleza el más perfeto,
Lucinda hermosa en quien mi luz se encierra;
nieve en blancura y fuego en el efeto,
paz de los ojos y del alma guerra:
dame a escribir como a penar sujeto.

Poema Belleza singular, ingenio raro de Lope de Vega con fondo de libro

Alfonso Reyes

el llanto

-- de Alfonso Reyes --

Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
pero la vocecita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
pero sigue cayendo la gota de pesar.
No sabemos de donde viene la vocecita;
registramos la granja, el establo, el pajar.
El campo en la tibieza del blando sol dormita,
pero la vocecita no deja de llorar.
¡La noria que chirría! dicen los más agudos
pero ¡si aquí no hay norias! ¡que cosa tan singular!
se contemplan atónitos, se van quedando mudos
porque la vocecita no deja de llorar.
Ya es franca desazón lo que antes era risa
y se adueña de todos un vago malestar,
y todos se despiden y se escapan de prisa,
porque la vocecita no deja de llorar.
Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo,
pero la vocecita no deja de llorar.

Poema el llanto de Alfonso Reyes con fondo de libro

Amado Nervo

gratia plena

-- de Amado Nervo --

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!
¡cuánto, cuánto la quise! ¡por diez añosfue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡era llena de gracia, como el avemaría,
y a la fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... Como gota que se vuelve a la mar!

Poema gratia plena de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Hermosos ojos, yo juré que había

-- de Lope de Vega --

Hermosos ojos, yo juré que había
de hacer en vos de mi rudeza empleo,
en tanto que faltaba a mi deseo
el oro puro que el Oriente cría.

Rústica mano de esta fuente fría
ofrece el agua; mas mirad que a Orfeo
versos le dieron singular trofeo
de aquella noche, que no ha visto el día.

Y pues que en la crueldad, que en toda parte
usáis conmigo, vuestro cuerpo tierno
puede temer la pena de Anaxarte,

no despreciéis el don, que al lago Averno
irá por voz mi amor, venciendo el arte...
Mas tal hielo aun no teme el fuego eterno.



Góngora

de mi sastre en el hurtar

-- de Góngora --

De mi sastre en el hurtar
la mano es tan singular,
que si cae la tela en ella
cuando la empieza a doblar,
ya puedo doblar por ella
y cuando pasa a trazar
la tela ya referida
no hay como verle sacar
la medida para hurtar,
cuando él hurta sin medida



Jorge Luis Borges

soneto del vino

-- de Jorge Luis Borges --

¿en qué reino, en qué siglo, bajo qué silenciosa
conjunción de los astros, en qué secreto día
que el mármol no ha salvado, surgió la valerosa
y singular idea de inventar la alegría?
con otoños de oro la inventaron. El vino
fluye rojo a lo largo de las generaciones
como el río del tiempo y en el arduo camino
nos prodiga su música, su fuego y sus leones.
En la noche del júbilo o en la jornada adversa
exalta la alegría o mitiga el espanto
y el ditirambo nuevo que este día le canto
otrora lo cantaron el árabe y el persa.
Vino, enséñame el arte de ver mi propia historia
como si ésta ya fuera ceniza en la memoria.



Jorge Luis Borges

soy

-- de Jorge Luis Borges --

Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.
Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,
del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.



Pablo Neruda

arte poética

-- de Pablo Neruda --

Entre sombra y espacio, entre guarniciones y doncellas,
dotado de corazón singular y sueños funestos,
precipitadamente pálido, marchito en la frente,
y con luto de viudo furioso por cada día de vida,
ay, para cada agua invisible que bebo soñolientamente,
y de todo sonido que acojo temblando,
tengo la misma sed ausente y la misma fiebre fría,
un oído que nace, una angustia indirecta,
como si llegaran ladrones o fantasmas,
y en una cáscara de extensión fija y profunda,
como un camarero humillado, como una campana un poco ronca,
como un espejo viejo, como un olor de casa sola
en la que los huéspedes entran de noche perdidamente ebrios,
y hay un olor de ropa tirada al suelo, y una ausencia de flores,
posiblemente de otro modo aún menos melancólico,
pero, la verdad, de pronto, el viento que azota mi pecho,
las noches de substancia infinita caídas en mi dormitorio,
el ruido de un día que arde con sacrificio,
me piden lo profético que hay en mí, conmelancolía,
y un golpe de objetos que llaman sin ser respondidos
hay, y un movimiento sin tregua, y un nombre confuso.



Pedro Bonifacio Palacios

A tus pies

-- de Pedro Bonifacio Palacios --

Nocturno canto de amor
que ondulas en mis pesares,
como en los negros pinares
las notas del ruiseñor.

Blanco jazmín entre tules
y carnes blancas perdido,
por mi pasión circuído
de pensamientos azules.

Coloración singular
que mi tristeza iluminas,
como al desierto y las ruinas
la claridad estelar.

Nube que cruzas callada
la extensión indefinida,
dulcemente perseguida
por la luz de mi mirada.

Ideal deslumbrador
en el espíritu mío,
como el collar del rocío
con que despierta la flor.

Sumisa paloma fiel
dormida sobre mi pecho,
como si fuera en un lecho
de mirtos y de laurel.

Música, nube, ideal,
ave, estrella, blanca flor,
preludio, esbozo, fulgor
de otro mundo espiritual.

Aquí vengo, aquí me ves,
aquí me postro, aquí estoy,
como tu esclavo que soy,
abandonado a tus pies.



José Tomás de Cuellar

Crepúsculo en el mar

-- de José Tomás de Cuellar --

ES la hora del crepúsculo sombrío;
Estamos en el mar;
No sé qué tiene esta hora vespertina
Que donde quiera á mi cansado espíritu
Invita á meditar.

Guarda no sé qué singular misterio
De un lúgubre pesar,
No sé qué amarga lentitud sombría,
Qué triste acabamiento melancólico
De caída magestad.

No sé qué tienen esa luz y el aire.
No sé qué tiene el mar;
Pero aire, mar y luz traen á mi alma,



José Ángel Buesa

soneto del ahoracadp

-- de José Ángel Buesa --

El beodo narraba dificultosamente,
con hipos de agonía y vahos de aguardiente:
él, residuo de hombre, sin vigor ni decoro,
era el único dueño de un singular tesoro.
Y vi en su mano torpe, tal como una serpiente
de escamas de oro puro, la trenza reluciente:
su tesoro romántico, su reliquia -aunque ignoro
de quién era la trenza de cabellos de oro-.
Y una noche de lluvia se colgó de una rama,
y un rechinar de dientes epilogó su drama
de recorrer a tientas las brumas del alcohol.
Y allí lo vimos todos, al inflamarse el día,
y en su cárdeno cuello la trenza relucía
cual si se hubiese ahorcado con un rayo de sol.



Hernando de Acuña

Amor y un gran desdén, que le guerrea

-- de Hernando de Acuña --

Amor y un gran desdén, que le guerrea,
han ya venido a singular combate;
no hay quien entre ellos de concierto trate,
por do fuerza será que el fin se vea.

Mas mi razón vencida, que desea
que el fiero vencedor se desbarate,
para que tanto mal no se dilate,
de nuevo armada, en mi favor pelea.

Ya Amor con dos contrarios se congoja,
y en su poder, do tanto confiaba,
no se asegura ya ni se confía.

Del arco tiene ya la cuerda floja,
ya vuelve las saetas a su aljaba,
ya de mi libertad se acerca el día.



Tomás de Iriarte

La semana adelantada

-- de Tomás de Iriarte --

Un tío enfermo y en edad anciana
casó con su sobrina (¡muy mal hecho!),
doncella alegre, joven y lozana,
pronta a cobrar el marital derecho.

Díjola el novio: «Te prevengo, Juana,
ya que vas a estrenar el nupcial lecho,
que yo sólo una vez cada semana
podré servirte en algo de provecho.»

Conformose la ninfa; y recibiendo
en singular aquel tributo frío,
repetía entre sí: «Peor es nada.»

Mas llamado el anciano reverendo
le instaba humilde: «Vaya, tío mío,
siquiera una semana adelantada.»



Miguel Unamuno

El arte

-- de Miguel Unamuno --

Al sol y de los vientos al socaire
sin sacudirse moscas, con la legra
más tajante que lengua de una suegra
afeita perros muertos el pelaire.

Rapa con tino y singular donaire
y así se gana la comuña negra,
y mientras rapa su trabajo alegra
cantando sus trabajos al desgaire.



Julio Herrera Reissig

Julio (Herrera y Reissig)

-- de Julio Herrera Reissig --

¡Frío, frío, frío!
Pieles, nostalgias y dolores mudos.

Flota sobre el esplín de la campaña
una jaqueca sudorosa y fría,
y las ramas celebran en la umbría
una función de ventriloquia extraña.

La Neurastenia gris de la montaña
piensa, por singular telepatía,
con la adusta y claustral monomanía
del convento senil de la Bretaña.

Resolviendo una suma de ilusiones,
como un Jordán de cándidos vellones,
la majada eucarística se integra;

y a lo lejos el cuervo pensativo
sueña acaso en un Cosmos abstractivo
como una luna pavorosa y negra.



Fernando de Herrera

Hondo Ponto, que bramas atronado

-- de Fernando de Herrera --

Hondo Ponto, que bramas atronado
con tumulto y terror, del turbio seno
saca el rostro de torpe miedo lleno,
mira tu campo arder ensangrentado,

y junto en este cerco y encontrado
todo el cristiano esfuerzo y sarraceno,
y cubierto de humo y fuego y trueno,
huir temblando el impío quebrantado.

Con profundo murmullo la victoria
mayor celebra, que jamás vio el cielo
y más dudosa y singular hazaña,

y di que sólo mereció la gloria,
que tanto nombre da a tu sacro suelo,
el joven de Austria y el valor de España.



José Martí

tiene el alma del poeta

-- de José Martí --

Tiene el alma del poeta
extrañeza singular:
si en su paso encuentra al hombre
el poeta da en llorar.
Con la voz de un niño tiembla,
es de amor, y al amor va
un amor que no se estrecha
en un límite carnal.
La corteza corrompida
el fruto corromperá.
Del amor de hembra no fío
si su hoguera han de alumbrar
el quemante sol de estío
o el sol pálido autumnal:
¡primavera primavera,
madre de felicidad!



Clemente Althaus

A Faetón

-- de Clemente Althaus --

Atrevimiento tan nuevo
con espantosa caída
pudo quitarte la vida,
hijo glorioso de Febo.
Mas la pregonera Diosa
en edad ninguna cesa
de encarecer tal empresa,
cuanto infeliz generosa.
Que, pues la envidia altanera
negó tu origen divino,
acreditarlo convino
por tan singular manera.
Y por las abiertas sendas
de los celestiales llanos
fueron rigiendo tus manos
del sol las doradas riendas.
Y aunque, por la omnipotente
diestra fulminado, el Po
helado sepulcro dio
a tu cadáver ardiente,
probó al mundo tu carrera
que hijo eras del mismo Apolo,
pues de él un hijo tan solo
tanto favor mereciera.
No con tus tiernas hermanas
tu amante madre Climene
siempre sin consuelo pene,
quejas despidiendo vanas:
Fin a su lamento triste
pongan, y a aliviarlas baste
ver que el lauro que ganaste
excede al bien que perdiste.



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