Buscar Poemas con Rugido


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Manuel del Palacio

El enano de la venta

-- de Manuel del Palacio --

No sé si fué en Carmona ó en Utrera
Donde hubo un fantasmón tan arrogante,
Que en cuerpo enano y en la voz gigante
Susto y terror de los contornos era.

Encaramado siempre en la escalera
Sin mostrar otra cosa que el semblante,
No paraba en la Venta un caminante
Que de su furia atroz blanco no fuera.

Si alguno á sus insultos replicaba,
— ¡Ay, si bajo! con áspero rugido
Entre el silencio universal gritaba.

Mas le oyó un calesero muy perdido,
Y como el pobre diablo no bajaba,
Subió por él.... Y asunto concluido.

Poema El enano de la venta de Manuel del Palacio con fondo de libro

Gertrudis Gómez de Avellaneda

Al pendón castellano

-- de Gertrudis Gómez de Avellaneda --

¡Salve, oh pendón ilustre de Castilla,
Que hoy en los muros de Tetuán tremolas,
Y haces llegar a la cubana Antilla
Reflejos de las glorias españolas!
La media luna -que ante ti se humilla,-
Recuerda ya que entre revueltas olas,
De la raza de Agar con hondo espanto,
Se hundió al lucir el astro de Lepanto.

Y esa morisma -de la Europa afrenta-
Que el rugido olvidó de tus leones,
Hoy al golpe cruel -que la escarmienta,-
Forjando en su pavor fieras visiones,
De siete siglos a la luz sangrienta
Juzga que mira alzarse entre blasones,
-Sus turbantes teniendo por alfombras,-
Del Cid, de Alfonso y de Guzmán las sombras.

¡Oh! ¡sí! contigo van, por ti pelean
Esos nombres augustos; de su gloria
Los rayos en tus pliegues centellean,
Como fulguran en la hispana historia.
¡Que así triunfantes para siempre sean
Símbolos del honor y la victoria,
La civilización mirando ufana,
Que hoy te hospeda Tetuán, Tánger mañana!

Poema Al pendón castellano de Gertrudis Gómez de Avellaneda con fondo de libro

Salvador Díaz Mirón

A Piedad

-- de Salvador Díaz Mirón --

Llegas a mí con garbo presumido,
tierna y gentil. ¡Cuán vario es el orgullo!
Ostenta en el león crin y rugido,
y en la paloma tornasol y arrullo.

Brillas y triunfas, y a carnal deseo
cierras la veste con seguro alarde,
y en el fulgor de tu mirada veo
sonreír al lucero de la tarde.

Hay minutos de gracia, que suspenden
el dolor con alivio soberano,
que de la paz divina se desprenden
para cruzar el infortunio humano.

Virtud celeste a la miseria mía
viene contigo, y en el antro asoma
y entra y cunde como una melodía,
como una claridad, como un aroma.

Al triste impartes, como buena maga,
tregua feliz, y en dulce desconcierto,
bendigo por el bálsamo la llaga
y amo por el oasis el desierto.

Y me vuelvo a mi cítara y la enfloro
y la pulso, y el son que arranco a ella
se va, tinto en la púrpura y el oro
del puesto sol, a la primera estrella.

Poema A Piedad de Salvador Díaz Mirón con fondo de libro

Marcelino Menéndez y Pelayo

Soneto

-- de Marcelino Menéndez y Pelayo --

¡Salve, titán de la cerúlea frente,
Sobre el materno piélago dormido;
De tu férrea garganta amo el rugido,
Amo la espuma de tu faz hirviente!

A tus arrullos despertó mi mente,
Mi primer llanto resonó en tu oído,
Eduqué con tu indómito alarido
Mi brava condición y ánimo ardiente.

Mas ni el fragor de tus tormentas calma
Esta pasión que vencedora rige
Mi fe, mi corazón y mi albedrío,

Ni darán tus sonrisas paz al alma,
Hasta que en ti sus claros ojos fije
La eterna luz del pensamiento mío.



Marilina Rébora

alejamiento

-- de Marilina Rébora --

Alejamiento
resultará forzoso el cruel alejamiento
y habrá que decidirse, como lo inevitable,
lo mismo que aceptamos la violencia del viento,
el rugido del mar o el tiempo inexorable.
Habrá que tener ánimo en el fatal momento
para abdicar de todo lo que nos fue agradable,
y saber resignarnos en el recogimiento
con el gesto tranquilo ante lo inapelable.
Los ojos en el cielo, frente al azul del día,
serán dulce consuelo las venturas de otrora
el hogar de la infancia, juventud, poesía,
y al alumbrar la luna, al filo de la sombra,
tendré la paz ansiada, y llegará la hora
en que cerca de dios, tan sólo a dios se nombra.



Juan Gelman

xviii

-- de Juan Gelman --

El viento que entra en la cocina sacude el cartelón con elrostro de alguna
actriz del cine mudo. Mary pickford tal vez. Es bella, sus ojos brillan
suavemente y con la boca construyen una semisonrisa tiernísima,callada
también nosotros, aquí, somos actores mudos. Tenemosbrillos
suaves, ternuras sucias de sangre seca como niños, muchosilencio
alrededor.
La platea prefiere el film sonoro. ¿Quién hizo estapelícula? de
este lado de la pantalla, el nuestro, se oyen muertos soltando vida de
a poquito como un crujir de sueños, los torturados gritan,crepita
gente en la prisión, bajo el estruendo de las botas militares la
injusticia es un rugido infernal. Del otro lado, parece que ven pasar
fantasmas pálidos y ningún piano los anuncia.
Te amo, mary pickford, sé que ahora me amás. Entra elviento y
sacude nuestros amores de papel.
Roma17-5-80



Julio Flórez

Justicia (Julio Flórez)

-- de Julio Flórez --

Poem

Cuentan que un rey soberbio y corrompido cerca del mar, con su conciencia a solas, sobre la playa se quedó dormido; y agregan que aquel mar lanzó un rugido y sepultó al infame entre sus olas!

Hoy, bien hacéis ¡oh déspotas del mundo! en estar con los ojos siempre abiertos... Porque el pueblo es un mar, y un mar profundo que piensa, que castiga y que, iracundo, os puede devorar. ¡Vivid despiertos!



Francisco Sosa Escalante

Los terremotos

-- de Francisco Sosa Escalante --

Sordo rugido, cual rumor lejano
Del bravo mar que la ribera azota,
Se escucha resonar; su causa ignota
Pretende el hombre descubrir en vano.

Y crece más y más, y al soberano
Impulso que las aguas alborota,
La madre tierra se abre, y de ella brota
En negras espirales humo insano.

Clamor inmenso que traduce el ruego,
El llanto, y el pavor, y la agonía
De un pueblo todo, hasta el Señor se eleva.

Un rayo brilla de esperanza, y luego
Renuévase el temblor, con saña impía
Volviendo á difundir angustia nueva.



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