Buscar Poemas con Rozar


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Se han encontrado 8 poemas con la palabra rozar

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Alfonsina Storni

Encuentro

-- de Alfonsina Storni --

Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.

Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?

Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.

Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.

Poema Encuentro de Alfonsina Storni con fondo de libro

Alfonsina Storni

Encuentro (Storni)

-- de Alfonsina Storni --

Lo encontré en una esquina de la calle Florida
Más pálido que nunca, distraído como antes,
Dos largos años hubo poseído mi vida...
Lo miré sin sorpresa, jugando con mis guantes.

Y una pregunta mía, estúpida, ligera,
De un reproche tranquilo llenó sus transparentes
Ojos, ya que le dije de liviana manera:
-¿Por qué tienes ahora amarillos los dientes?

Me abandonó. De prisa le vi cruzar la calle
Y con su manga oscura rozar el blanco talle
De alguna vagabunda que andaba por la vía.

Perseguí por un rato su sombrero que huía...
Después fue, ya lejana, una mancha de herrumbre.
Y lo engulló de nuevo la espesa muchedumbre.

Poema Encuentro (Storni) de Alfonsina Storni con fondo de libro

Manuel Acuña

Un sueño (Manuel Acuña)

-- de Manuel Acuña --

A Ch....

¿Quieres oir un sueño?...
Pues anoche
ví la brisa fugaz de la espesura
que al rozar con el broche
de un lirio que se alzaba en la pradera
grabó sobre él un "beso",
perdiéndose después rauda y ligera
de la enramada entre el follaje espeso.
Este es mi sueño todo,
y si entenderlo quieres, niña bella,
une tus labios en los labios míos
y sabrás quién es "él" y quien es "ella".

Poema Un sueño (Manuel Acuña) de Manuel Acuña con fondo de libro

Dulce María Loynaz

rosa

-- de Dulce María Loynaz --

Hueles a rosa y se te abre en rosa
toda el alma rosada:
¿de qué rosal celeste desprendida
viniste a rozar, rosa, mi alma?
rosa, lento rosario de perfumes...
Rosa tú eres... Y una rosa larga
que durara mañana y después de
mañana...



Marilina Rébora

la arcilla de khayyam

-- de Marilina Rébora --

La arcilla de khayyam
¡cómo insiste khayyam con los muertos! ¡la arcilla!
la arcilla de las ánforas, la arcilla de la copa,
diciendo que allí están, y que, al rozar la orilla,
al beber, nuestros labios, se encuentran con su boca.
Que henchiremos la cámara que otrora ellos llenaran,
yendo a complementar nuestra capa en la tierra
con profetas, sultanes y sabios que pasaran.
(¡Yo sólo pienso en dios, que nuestros ojos cierra!)
¡ah, mi dios! ¡tú, el unico que todo lo dispones!
¿será cierto, tal vez, lo que khayyam arguye
puesto que polvo somos y a polvo volveremos?
pero no convirtamos, en la vida que huye
y en lo perecedero, las solas obsesiones,
sino en el alma eterna y en los goces supremos.



Marilina Rébora

quién volviese a tener...

-- de Marilina Rébora --

Quién volviese a tener...
¡Quién volviese a tener, para que nos cubriera,
una madre de noche, los párpados febriles,
quién un rozar de labios en la frente sintiera
despejando el fantasma de temores pueriles!
¡quién tuviese, otra vez, sobre la cabecera
un rostro de ternura en pálidos marfiles
y quién bajo una mano que al fin nos bendijera
sintiese disipar las penas infantiles!
habría que tornar a la distante infancia
a los antiguos días de los alegres años,
esos tiempos de ayer en los que la fragancia
era toda de miel, bálsamo y ambrosía,
en los cuales la cura de los mayores daños
se lograba con sólo tu beso, madre mía!



Rosalía de Castro

Los unos altísimos

-- de Rosalía de Castro --

Los unos altísimos,
Los otros menores,
Con su eterno verdor y frescura,
Que inspira a las almas
Agrestes canciones,
Mientras gime al rozar con las aguas
La brisa marina, de aromas salobres,
Van en ondas subiendo hacia el cielo
Los pinos del monte.

De la altura la bruma desciende
Y envuelve las copas
Perfumadas, sonoras y altivas
De aquellos gigantes
Que el Castro coronan;
Brilla en tanto a sus pies el arroyo
Que alumbra risueña
La luz de la aurora,
Y los cuervos sacuden sus alas,
Lanzando graznidos
Y huyendo la sombra.



Evaristo Carriego

Reproche musical

-- de Evaristo Carriego --

Si te sientas como anoche junto al piano,
a mis ruegos insensible, taciturna:
fugitiva de aquel aire wagneriano
que tú sabes. Si, cual trágica nocturna,

traes la sombra del mutismo caprichoso
de unos celos singulares y tardíos,
volveremos a rozar el enojoso
viejo tema del porqué de tus hastíos.

¿Ves, amada? Ya se ha oído la sombría
voz solemne del Maestro: ya ha asomado
su faz grave la orquestal Melancolía,
y el esplín contagia el alma del teclado.

Deja ¡loca! de tocar... Risueñamente,
ven y cura tus neurosis, flor de anemia,
con las risas que destilan el ardiente
rojo filtro de la música bohemia:



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