Buscar Poemas con Recuerdas


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Se han encontrado 21 poemas con la palabra recuerdas

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Antonio Machado

¿Mi amor?...¿Recuerdas, dime

-- de Antonio Machado --

¿Mi amor?... ¿Recuerdas, dime,
aquellos juncos tiernos,
lánguidos y amarillos
que hay en el cauce seco?...

¿Recuerdas la amapola
que calcinó el verano,
la amapola marchita,
negro crespón del campo? ...

¿Te acuerdas del sol yerto
y humilde, en la mañana,
que brilla y tiembla roto
sobre una fuerte helada? ...

Poema ¿Mi amor?...¿Recuerdas, dime de Antonio Machado con fondo de libro

Alejandra Pizarnik

la enamorada

-- de Alejandra Pizarnik --

Esta lúgubre manía de vivir
esta recóndita humorada de vivir
te arrastra alejandra no lo niegues.

Hoy te miraste en el espejo
y te fue triste estabas sola
la luz rugía el aire cantaba
pero tu amado no volvió

enviarás mensajes sonreirás
tremolarás tus manos así volverá
tu amado tan amado

oyes la demente sirena que lo robó
el barco con barbas de espuma
donde murieron las risas
recuerdas el último abrazo
oh nada de angustias
ríe en el pañuelo llora a carcajadas
pero cierra las puertas de tu rostro
para que no digan luego
que aquella mujer enamorada fuiste tú

te remuerden los días
te culpan las noches
te duele la vida tanto tanto
desesperada ¿adónde vas?
desesperada ¡nada más!

Poema la enamorada de Alejandra Pizarnik con fondo de libro

Amado Nervo

perlas negras 1

-- de Amado Nervo --

En las noches de abril, mansas y bellas,
en tanto que recuerdas o meditas,
ascienden al azul las margaritas
y se truecan en pálidas estrellas.
Cuando el sol en las mares infinitas
del orto, desparrama sus centellas,
descienden a los campos las estrellas
y se truecan en blancas margaritas.
Por eso, cuando llena de rubores
deshojas margaritas de alabastros,
auguran el olvido y los amores;
presienten el futuro: ¡han sido astros!
comprenden el amor: ¡han sido flores!

Poema perlas negras 1 de Amado Nervo con fondo de libro

Lope de Vega

Aquí cuelgo la lira que desamo

-- de Lope de Vega --

Aquí cuelgo la lira que desamo,
con que canté la verde primavera
de mis floridos años, y quisiera
romperla al tronco, y no colgarla en ramo.
Culpo mi error, y la ocasión infamo,
por quien canté lo que llorar debiera,
que el vano estudio vano premio espera,
ladrón del tiempo con disfraz le llamo.
En otra lira, a cuyo son recuerdas
dormida Musa, en este breve plazo
canta segura de que el tiempo pierdas.
Templóla amor con poderoso brazo,
que en tres clavijas le subió las cuerdas,
y le labró de una lanzada el lazo.



Líber Falco

Apunte (Falco, 1940)

-- de Líber Falco --

Tú muchacha, que buena fuiste.
Un año... ¿Recuerdas
cuando en los cines llorabas
tu lloro de desengaños?
Siempre era el mismo (yo sé)
pero tu lo renovabas.

Seis días de lava y lava
seis días de pico y pala.
En un vaho de seis días de sudor
¡que triste el cine del barrio,
tus sábados de alegrías
y mis domingos de olvido!

"Qué triste la vida nuestra"
"Que bello fuera vivir"
(Soñábamos con un ojo
y el otro para morir).

Que triste el cine del barrio.
Tu lloro de ácidas mieles,
sin saber lo que llorabas.
¡Qué triste y antiguo lloro!



Ernesto Cardenal

epigrama XXXII

-- de Ernesto Cardenal --

Hay un lugar junto
a la laguna de tiscapa
un barco debajo
de un árbol de quelite
que tu conoces
(aquella a quien escribo
estos versos, sabrá
que son para ella)
y tu recuerdas
aquel banco y
aquel quelite;
la luna reflejada
en la laguna de tiscapa,
las luces del palacio
del dictador
las ranas cantando
abajo en la laguna
todavía está aquel
árbol de quelite
todavía brillan
las mismas luces;
en la laguna de tiscapa
se refleja la luna;
pero aquel banco
esta noche estará vacío
o con otra pareja



José Tomás de Cuellar

La estrella confidente

-- de José Tomás de Cuellar --

TE acuerdas de la estrella cintilante
Que te mostraba un día?
Brillaba cual ninguna en el oriente
Errante faro en la extensión vacía.

Mirándola los dos, te dije amante
— Lo recuerdas ahora? —
Si alguna vez la suerte nos separa
Y tu alma triste mis ausencias llora,

Corre á buscar esa radiante estrella
Y cuéntale, alma mía,
El ansia de tu pecho enamorado,
La amarga pena de tu suerte impía.

Que yo doquiera que mi sér aliente.
Felíz ó desgraciado,



José Ángel Buesa

poema de la desposada

-- de José Ángel Buesa --

Buena suerte, muchacha. Lucirás muy bonita
con el velo de novia y el ramo de azahar,
pero sin el sonrojo de la primera cita,
sino pálida y seria delante del altar.
Pronto será la boda. Pero acaso un despecho,
amargará las noches de tu luna de miel,
si al abrir una puerta reconoces un lecho
o al cruzar un pasillo recuerdas otro hotel.
Sin embargo, muchacha, cuando termine el viaje,
ya serás la señora de no sé quéseñor,
aunque tal vez descubras, al abrir tu equipaje,
que en la prisa, ¡qué pena!, se te olvidó el amor.



San Juan de la Cruz

Llama de amor viva

-- de San Juan de la Cruz --

Canciones del alma en la íntima comunicación, de unión de amor de Dios.

1. ¡Oh llama de amor viva,
que tiernamente hieres
de mi alma en el más profundo centro!
Pues ya no eres esquiva,
acaba ya, si quieres;
¡rompe la tela de este dulce encuentro!

2. ¡Oh cauterio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
que a vida eterna sabe,
y toda deuda paga!
Matando. Muerte en vida la has trocado.

3. ¡Oh lámparas de fuego,
en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
que estaba oscuro y ciego,
con extraños primores
calor y luz dan junto a su Querido!

4. ¡Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras
y en tu aspirar sabroso,
de bien y gloria lleno,
cuán delicadamente me enamoras!



Tatata

-- de Vicenta Castro Cambón --

TATATA es feo nombre que al oído
recuerda el golpe seco de un martillo,
pero al oído de mi alma suena
como trino de alegre pajarillo.

Si cien nombres me dieran, entre todos
pareciérame siempre el més bonito
el nombre extraño y feo de Tatata:
se lo debo a la jerga de un rubito.

Tatata, nombre extraño, nombre ingrato,
que recuerdas tres golpes de martillo:
de labios infantiles te oiré siempre
como a alegre trinar de pajarillo.



Angel Ganivet

Aun, si me fueras fiel

-- de Angel Ganivet --

Aun, si me fueras fiel,
me quedas tú en el mundo, sombra amada.
Muere el amor, mas queda su perfume.
Voló el amor mentido,
más tú me lo recuerdas sin cesar...
La veo día y noche.
En mi espíritu alumbra
el encanto inefable
de su mirada de secretos llena.
Arde en mis secos labios
el beso de unos labios que me inflaman,
que me toca invisible,
y cerca de mi cuerpo hay otro cuerpo.
Mis manos, amoroso,
extiendo para asirla
y matarla de amor entre mis brazos,
y el cuerpo veloz huye,
¡Y sólo te hallo a ti, mujer de aire!



Marilina Rébora

a mi hijo

-- de Marilina Rébora --

Alguien dijo que recuerdas
un niñito de murillo,
y en verdad que lo pareces
por tu gracia y por tus rizos.
Tienes cabellos castaños,
ensortijados y finos
con algo de oro en las sienes,
como si fuera rocío.
La tez pálida y morena,
negros ojos expresivos
que miran llenos de asombro,
como miran los del niño.
Estabas con tus juguetes,
de pie sobre el ancho piso,
cuando te vi de repente
junto al blanco corderillo;
y al mismo tiempo la imagen
que tuviera en el olvido
apareció viva y fuerte,
tan clara como un prodigio.
Sin perder un solo instante,
entré de un salto al recinto
y trepando como pude
saqué el cristo de su sitio,
colocándolo a tu lado
según era mi designio.
Y después, en un arranque
de ternura y de cariño,
orgullosa más que nunca
de mi hijo y de mi niño,
exclamé dándote un beso
en ese rostro tan lindo:
«¡eres el san juan bautista
más delicioso que he visto!»



Miguel Hernández

21

-- de Miguel Hernández --

21
¿recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?
recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.
Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.
Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.



Miguel Unamuno

Cuando duerme una madre junto al niño

-- de Miguel Unamuno --

Cuando duerme una madre junto al niño
duerme el niño dos veces;
cuando duermo soñando en tu cariño
mi eterno ensueño meces.

Tu eterna imagen llevo de conducho
para el viaje postrero;
desde que en ti nací, una voz escucho
que afirma lo que espero.

Quien así quiso y así fue querido
nació para la vida;
sólo pierde la vida su sentido
cuando el amor se olvida.

Yo sé que me recuerdas en la tierra
pues que yo te recuerdo,
y cuando vuelva a la que tu alma encierra
si te pierdo, me pierdo.

Hasta que me venciste, mi batalla
fue buscar la verdad;
tú eres la única prueba que no falla
de mi inmortalidad.



Evaristo Carriego

La vuelta de Caperucita

-- de Evaristo Carriego --

Entra sin miedo, hermana: no te diremos nada.
¡Qué cambiado está todo, qué cambiado! ¿no es cierto?
¡Si supieras la vida que llevamos pasada!
Mamá ha caído enferma y el pobre viejo ha muerto...

Los menores te extrañan todavía, y los otros
verán en ti la hermana perdida que regresa:
puedes quedarte, siempre tendrás entre nosotros,
con el cariño de antes, un lugar en la mesa.

Quédate con nosotros. Sufres y vienes pobre.
Ni un reproche te haremos: ni una palabra sobre
el oculto motivo de tu distanciamiento;

ya demasiado sabes cuánto te hemos querido:
aquel día, ¿recuerdas? tuve un presentimiento...
¡Si no te hubieras ido!...



Francisco Villaespesa

las lágrimas sonoras de una copla

-- de Francisco Villaespesa --

Las lágrimas sonoras de una copla
con el perfume de la noche entran
por mi balcón, y todo cuanto duerme
en mi callado corazón despierta.
«¡Amor, amor, amor! sangre de celos»,
gime la triste copla callejera:
blanca paloma herida que sangrando
a refugiarse a mis recuerdos llega.
¿Ya no recuerdas aquel rostro pálido,
las pupilas tan grandes y tan negras
que te hicieron odiar al amor mismo
y maldecir la vida y la belleza,
y amar el crimen y gustar la sangre
que tibia mana de la herida fresca?
duerme ya, corazón... Se va la música
aullando de pasión por la calleja.
Y en la paz de la noche sólo late
el tiempo en el reloj que, lento, cuenta
las venturas perdidas para siempre
y los dolores que sufrir te quedan.
«¡Amor, amor, amor». ¡Que nadie bese
lo que ni en sueños mi esperanza besa!
¡antes que en brazos de otro amor, prefiero
entre mis brazos contemplarte muerta!



Blanca Andreu

nada escucha elphistone je suis de mon coeur le vampiro

-- de Blanca Andreu --

Nada escucha elphistone je suis de mon coeur le vampiro
cuando evalúa significados, precios de viejos libros, de
otros navíos,
vendavales o la repentina conciencia que elimina
una firme navegación. Húmeda luna que recuerdas
el frío norte de la sangre, quién está haciendo lacuenta,
quién dirige las reputaciones más podridas que las tablas
del barco, calafateadas
con muerte, quién bajo los ángeles rapaces yherméticos
ordena la inmortalidad, examina las pérdidas, rescata
los prejuicios y aseveraciones
que nunca, en ningún lugar, por más que o a pesar de.
Y los apremios y las victorias cinco presas y la elegancia
en la piratería, oscuro capitán elphistone, cuando la luna
mira tu dignidad
ardiendo sobre la avaricia del cielo.



Roberto Juarroz

poemas de otredad 7

-- de Roberto Juarroz --

¿por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿por qué tu mirada ocupa el hueco que está delantede la razón
y no el que está detrás?
¿por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también muere la sombra?
¿por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en elvacío?
¿por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?



Rubén Darío

margarita

-- de Rubén Darío --

Recuerdas que querías ser una margarita
gautier? fijo en mi mente tu extraño rostro está,
cuando cenamos juntos, en la primera cita,
en una noche alegre que nunca volverá.
Tus labios escarlatas de púrpura maldita
sorbían el champaña del fino baccarat;
tus dedos deshojaban la blanca margarita
«¡sí... No... Sí... No...» Y sabías que te adoraba ya!
después, ¡oh flor de histeria! llorabas y reías;
tus besos y tus lágrimas tuve en mi boca yo;
tus risas, tus fragancias, tus quejas, eran mías.
Y en una tarde triste de los más dulces días,
la muerte, la celosa, por ver si me querías,
¡como a una margarita de amor, te deshojó!



Rubén Darío

rima ii

-- de Rubén Darío --

Amada, la noche llega;
las ramas que se columpian
hablan de las hojas secas
y de las flores difuntas.
Abre tus labios de ninfa,
dime en tu lengua de musa:
¿recuerdas la dulce historia
de las pasadas aventuras?
¡yo la recuerdo! la niña
de la cabellera bruna
está en la cita temblando
llena de amor y de angustia.
Los efluvios otoñales
van en el aura nocturna,
que hace estremecerse el nido
en que una tórtola arrulla.
Entre las ansias ardientes
y las caricias profundas,
ha sentido el galán celos
que el corazón le torturan.
Ella llora, él la maldice,
pero las bocas se juntan...
En tanto los aires vuelan
y los aromas ondulan;
se inclinan las ramas trémulas
y parece que murmuran
algo de las hojas secas
y de las flores difuntas.



Rubén Darío

Rima II (Rubén Darío)

-- de Rubén Darío --

Amada, la noche llega;
las ramas que se columpian
hablan de las hojas secas
y de las flores difuntas.
Abre tus labios de ninfa,
dime en tu lengua de musa:
¿recuerdas la dulce historia
de las pasadas aventuras?
¡Yo la recuerdo! La niña
de la cabellera bruna
está en la cita temblando
llena de amor y de angustia.
Los efluvios otoñales
van en el aura nocturna,
que hace estremecerse el nido
en que una tórtola arrulla.
Entre las ansias ardientes
y las caricias profundas,
ha sentido el galán celos
que el corazón le torturan.
Ella llora, él la maldice,
pero las bocas se juntan...
En tanto los aires vuelan
y los aromas ondulan;
se inclinan las ramas trémulas
y parece que murmuran
algo de las hojas secas
y de las flores difuntas.



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