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-- de José Martí --
No me quites las canas
que son mi nobleza:
cada cana es la huella de un rayo
que pasó, sin doblar mi cabeza.
Dame un beso en las canas, mi niña:
¡que son mi nobleza!
Poema "no me quites las canas" de José Martí
-- de Amado Nervo --
Yo soy tan poca cosa, que ni un dolor merezco...
Mas tú, padre, me hiciste merced de un gran dolor.
Ha un año que lo sufro, y un año ya que crezco
por él en estatura espiritual, señor.
¡Oh dios, no me lo quites! él es la sola puerta
de luz que yo vislumbro para llegar a ti.
Él es la sola vida que vive ya mi muerta:
mi llanto, diariamente, la resucita en mí.
Poema "resurrección" de Amado Nervo
-- de Lope de Vega --
Sulca del mar de Amor las rubias onda;
barco de Barcelona y por los bellos
lazos navega altivo, aunque por ellos,
tal vez te muestres y tal vez te escondas.
Ya no flechas, Amor, doradas ondas
teje de sus espléndidos cabellos;
tú con los dientes no le quites dellos,
para que a tanta dicha correspondas.
Desenvuelve los rizos con decoro,
los paralelos de mi sol desata,
boj o colmillo de elefante moro,
y en tanto que, esparcidos, los dilata,
forma por la madeja sendas de oro,
antes que el tiempo los convierta en plata.
Poema "Sulca del mar de Amor las rubias onda" de Lope de Vega
-- de Francisco de Quevedo --
Tú, ya, ¡oh ministro!, afirma tu cuidado
en no injuriar al mísero y al fuerte;
cuando le quites oro y plata, advierte
que le dejas el hierro acicalado.
Dejas espada y lanza al desdichado,
y poder y razón para vencerte;
no sabe pueblo ayuno temer muerte;
armas quedan al pueblo despojado.
Quien ve su perdición cierta, aborrece,
más que su perdición, la causa de ella;
y ésta, no aquélla, es más quien le enfurece.
Arma su desnudez y su querella
con desesperación, cuando le ofrece
venganza del rigor quien le atropella.
Poema "parnaso español 32" de Francisco de Quevedo