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-- de Olegario Víctor Andrade --
Son preciosos
mis pollitos
menuditos.
Son tan tiernos,
tan chiquitos,
tan sedosos,
tan finitos,
que en el mundo
no hay pollitos
tan bonitos.
Pían, corren,
hurgan, saltan,
buscan, chillan,
vienen, van,
se pelean
como locos
por un pedazo
de pan.
La señora
doña Clueca
los vigila
sin cesar.
Los defiende
de los gatos
y los saca
a pasear.
Son tan tiernos,
tan chiquitos,
tan sedosos,
tan finitos,
que en el mundo
no hay pollitos
más graciosos
más bonitos
que mis pollos
menuditos.
Poema "Los pollitos" de Olegario Víctor Andrade
-- de Juan de Arguijo --
Tú, á quien ofrece el apartado polo,
Hasta donde tu nombre se dilata,
Preciosos dones de luciente plata,
Que invidia el rico Tajo y el Pactolo;
Para cuya corona, como á solo
Rey de los rios, entreteje y ata
Pálas su oliva con la rama ingrata
Que contempla en tus márgenes Apolo;
Clara Guadalquivir, si impetuoso
Con crespas ondas y mayor corriente
Cubrieres nuestros campos mal seguros,
De la mejor ciudad, por quien famoso
Alzas igual al mar la altiva frente,
Respeta humilde los antiguos muros.
Poema "Al Guadalquivir, en una avenida" de Juan de Arguijo
-- de Manuel Reina --
Lejos está la hermosa de la gentil garganta
y de ojos centelleantes.
Corcel, vuela conmigo; condúceme a su planta;
por ella te he comprado la peregrina manta
de raso y de brillantes.
Por ella de preciosos regalos te he colmado
que valen un tesoro;
tus bridas son de plata; tu silla, de brocado,
y en tus ijares nunca tu dueño te ha clavado
el espolín de oro.
Por ella están tus crines rizadas y sedosas,
y brilla tu herradura,
y está por manos hábiles, en sedas muy lujosas,
bordada de guirnaldas, de pájaros y rosas,
tu espléndida montura.
Por ella todo el mundo te admira y te decanta;
por ella soy tu amigo;
corcel, corcel ligero, condúceme a su planta;
por ella te he comprado tu peregrina manta.
¡Corcel, vuela conmigo!
Poema "Canción árabe" de Manuel Reina
-- de Marilina Rébora --
El cambista y su mujer
(quentin metsys)
el cambista sostiene minúscula balanza
con que pesa, prolijo, los objetos preciosos:
monedas, joyas, dijes, que forman la esperanza
del próspero comercio de los cautos esposos.
La mujer, en los ojos, acusa desconfianza,
mientras hojea un libro con dedos despaciosos;
la otra mano, que muestra una fina alianza,
reposa sobre un libro de ornamentos piadosos.
Trajes rojo y azul; las tocas blanca y negra
se funden con la tabla de color verde, lisa,
y el dorado, disperso, todo el ambiente integra.
Un espejo ovoidal, en la mesa dispuesto,
refleja una ventana y a un hombre que pesquisa
apoyado en el marco, desde un lugar opuesto.
El cambista y su mujer, quentin metsys (1466-1530). Museo del louvre.
La poesía del color atrae en ese realismo prolijo del maestrode amberes.
Poema "el cambista y su mujer. (quentin metsys)" de Marilina Rébora
-- de Evaristo Ribera Chevremont --
Cubana de caña de azúcar,
cubana de rosa y clavel,
cubana de río y palmera,
con sol y salina en la piel.
Especias que pican y encienden
son menos que tú en el danzón,
cubana de dientes preciosos,
precioso y febril corazón.
Cubana, guajira y meneo
con rítmico y rápido pie,
la falda incendiada de sexo,
la boca olorosa a café.
El seno apretado y mordiente,
de brusco y carnoso temblor,
cortado de beso y mordisco,
quemado de sangre y sudor.
Cubana caliente y bonita,
bonita y caliente eres tú,
suave de hierbas y erguida
en tallo de fino bambú.
Y el dejo en la voz cariciosa,
untada de tórtolas
y sedosa de plumas y espumas
al darme los mimos a mí.
Cubana en la espesa manigua
con negro, mosquito y calor,
sonidos de huecas maracas
y truenos de congo tambor.
Cubana, guajira y refresco
de piña y de coco, y el son
batido, el tabaco veguero
y el vaso amarillo de ron.
Poema "a una cubana" de Evaristo Ribera Chevremont